En Crónica sentimental en rojo (1984),
de Francisco González Ledesma, un personaje secundario de la trama, un
periodista de La vanguardia (en la lectura el episodio tiene toda la pinta de ser verídico),
recita a sus colegas una copla baturra de Semana Santa oída en una aldea de la
“España profunda”. En ella un autor anónimo al recordar el episodio de la
crucifixión muestra una indignación explicable y manifiesta, sin dejar por ello
de ser a la vez, no sé, sutil o, tal vez, contenida. Pero basta de balbuceos.
Este es su texto:
“Lo han coronado de espinas.
A la cruz lo llevan presto.
¡Si serán hijos de puta!
¿No es pa cagarse en sus muertos?”
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