Tréboles

Cinco letras
Base del aro
Receptor de audio

Ocho letras
Cuatro notas
Más que pulcro 

Siete letras
Juego de damas
Para Borges, ámbito en que se odian dos colores.

sábado, 27 de abril de 2013

Ropa tendida



ROPA TENDIDA

José Antonio Ramírez Lozano
Alicante, Ed, Agua Clara, 2013, 40 págs.
18é Premi "Tardor"


Nacido en Nogales (Badajoz) en 1950, José Antonio Ramírez Lozano es autor de más de setenta obras literarias premiadas muchas de ellas con reconocidos galardones. Ropa tendida obtuvo el “18é Premi ‘Tardor' de poesía" (que, por cierto, logró otro poeta de la región, Santos Domínguez Ramos). Reproducimos la composición de cierre del poemario.

CONJUROS

Lo queda de día
ya no me pertenece. Vengo, amigos,
 de cumplirme temprano y puede echarse
la noche cuando quiera, que yo ya
no haré más que velar lo conseguido,
cifrarme en su avaricia,
suma ya de su hallazgo,
ovillo de mi afán.

Dadlas, pues, a la noche,
esas de por más, las no vividas.
Horas que me sobraron
de juntar mi vivir en una sola,
meridiana, en que cabe  
todo lo por decir con que se puede
dar así por vivido lo nombrado.

Silencio es lo que queda, que no tiempo.
Callar es lo que toca y, desvelado,
saberse en la certeza de otro día
mientras la noche cumple
con el pacto ruin de sus conjuros.

Los extremeños en las Cortes de Cádiz


LOS EXTREMEÑOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ

Román Gómez Villafranca
Mérida, EditoraRegional, Col. Rescate, 2013, 95 págs.
Edición, introducción y notas de Miguel Ángel Melón Jiménez

   “Los extremeños en las Cortes de Cádiz, de Román Gómez Villafranca (Peñaranda de Bracamonte, 1864-Badajoz, 1929), se ha convertido, por méritos propios, en una obra relevante de la historiografía regional es esta materia. Publicada un siglo después de que aquellas se celebraran, el insigne erudito analiza las principales aportaciones de los representantes de Extremadura en las primeras Cortes constitucionales de la historia de España. A lo largo de sus páginas se recuperan las intervenciones de Diego Muñoz Torrero, José María Calatrava, Francisco Fernández Golfín, Juan María Herrera, Antonio Oliveros, Manuel Luján o Francisco María Riesco, entre otros, en los debates sobre la libertad de imprenta, el proyecto de Constitución, o la Inquisición” [Nota de contraportada]
   Reproducimos un fragmento sobre la polémica en torno a la Inquisición.

“Extendiose Muñoz Torrero a determinar la oposición que él veía entre la Constitución y el Tribunal del Santo Oficio, y, aunque fue breve y compendioso su alegato, puso de manifiesto que los inquisidores resultaban más inviolables que el Rey; que el enjuiciamiento inquisitorial, secreto desde el comienzo hasta el fin, chocaba de frente con el que la Constitución establecía, público casi en todos sus momentos; que tormentos, apremios, confiscaciones de bienes del reo y transcendencia a su familia de la pena que sobre él se echase eran cosas prohibidas por la Constitución; y que esta, en fin, requería del orden y formalidades del proceso en todos los tribunales” [pp.38-39]

jueves, 18 de abril de 2013

Las lágrimas de San Lorenzo



LAS LÁGRIMAS DE SAN LORENZO

 Julio Llamazares
Madrid, Alfaguara, 2013, 193 págs.
  
   Tras los relatos de Tanta pasión para nada (Madrid, Alfaguara, 2010), Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) publica en la misma editorial madrileña Las lágrimas de San Lorenzo, una novela intimista y melancólica ambientada en Ibiza en las horas de la noche de un diez de agosto en que un padre y un hijo han salido del hotel para contemplar las Perseidas o “lágrimas de San Lorenzo”. Bajo el mismo epígrafe repetido (Otra, otra, otra, otra…), van sucediéndose los recuerdos del protagonista desde que siendo niño su padre lo llevó en una pequeña aldea de León a ver este mismo espectáculo nocturno. Tal vez, su hijo haga lo mismo cuando él haya muerto, lo que le lleva a recordar el verso de Homero “Como la generación de las hojas, así la de los hombres…”, pues las vidas humanas son, al fin, efímeras como estrellas fugaces (y amargas como lágrimas), que corren raudas dejando una breve estela a su paso antes de desaparecer por completo. Esta es la intuición nuclear, más poética que narrativa, que está en el origen de la novela, expresada de tal modo que en muchos lugares permitiría su reproducción en verso (“La noche tiembla como las estrellas; la caracola inmensa del mar es ya una caja de resonancia contra la que choca el mundo. Suena una sirena lejos. No es de esta tierra, sino de otra: la tierra de los desaparecidos”).
      Si bien esto es lo que considera al protagonista, ya anciano, en su camino de vuelta, a los niños, en cambio, es preciso contarles la leyenda de otro modo (como hizo su madre con él: los seres queridos, al fallecer, se convierten en estrellas fijas).

“-¡Mírala!... ¿La ves allí?... ¡Aquella que luce tanto!...
   Mi madre insiste hasta que lo consigue. Desde el corredor de casa, esa galería abierta que recorre toda su fachada y en la que  por las tardes se sienta a conversar, mientras cosen y miran el paisaje, con la abuela, me muestra en el firmamento la estrella del abuelo, que acaba de morir. Es primavera y todo bulle a nuestro alrededor, como si a la naturaleza no le importara nada lo sucedido.
   Mi madre me ha traído al corredor para enseñarme la estrella del abuelo, que se acaba de encender según me dice, pero yo sé que lo hace para alejarme del comedor donde mi padre y sus cuatro hermanos velan su cadáver yerto, junto al que mi abuela llora”[p. 27]

La Luna de Mérida




MIGUEL DE CERVANTES

La Luna de Mérida. Revista de creación
Ana Crespo Villarreal [Dra]
Mérida, De la Luna libros, nº 23, marzo de 2013, 79 págs.

   Publicado en coedición con la Consejería de Educación y Cultura, aparece el número 23 de la revista La Luna de Mérida cuando se cumplen los veinte años de su creación. La presente entrega contiene siete piezas dramáticas dedicadas de modo monográfico a Miguel de Cervantes: “Ese tal Cervantes” (Simón Ferrero), “Rocinante y Rucio conversan” (Antonio de la Fuente Arjona), “Los trabajos de Persiles y Sigismunda” (Pilar Galán), “Memoria última de Cervantes” (Marino González Montero), “Quijóticos” (Miguel Murillo), “Coloquio 2.0” (Juan Ramón Santos) y “Al Conde Lemos, al Duque de Béjar” (Fulgencio Valares). “Dos conferenciantes, Rocinante y Rucio, Persiles y Sigismunda, Alonso Quijano y su homónimo de Avellaneda, dos perros en amistoso coloquio, Hassan y su cautivo Saavedra, Miguel de Cervantes en diálogo íntimo consigo mismo. Estas son las parejas, las claves binarias con que está compuesta esta mirada sobre el genio de Alcalá. La mirada es lo que cuenta. Una visión poliédrica sobre una figura que, más allá de su obra universal, se nos antoja muy poco tratada desde el punto de vista de las artes escénicas” [Prólogo de Marino González Montero]

miércoles, 3 de abril de 2013

Literatura del dolor


LITERATURA DEL DOLOR. POÉTICA DE LA BONDAD

Eugenio Fuentes
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col Plural, 2013, 217 págs.

Eugenio Fuentes (Montehermoso, 1958) ha cultivado géneros literarios como el artículo periodístico o el ensayo (La mitad de Occidente, 2003; Tierras de fuentes, 2010), pero es en la novela donde ha destacado desde la publicación en 1999 de El interior del bosque (Alba Ediciones, reeditado por Tusquets en 2008) que lo convirtió, a medida que se sucedían títulos publicados por las misma editorial barcelonesa, en uno de los autores de novela negra más reconocidos y traducido a otros idiomas. Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica Literatura del dolor. Poética de la bondad, una recopilación de ensayos sobre el dolor y la bondad en la creación literaria, que da título al volumen, sobre la evolución de los géneros literarios y sobre la esencia del que él cultiva (seguidos de una aproximación a autores de muy diversa condición como Chesterton, García Pavón, Francisco González Ledesma, el cubano Leonardo Padura, Stieg Larson o Vázquez Montalbán). Reproducimos el arranque de uno de los capítulos (“Otra vuelta de tuerca: la novela negra”) en que aborda, con singular lucidez, la naturaleza de este escurridizo género narrativo.

   “La novela negra es un género híbrido, hijo de la novela realista del siglo XIX, que surge cuando a una historia propia de lo que antes he llamado literatura del dolor se le da una nueva vuelta de tuerca para complicarla con dos ingredientes característicos: el enigma y el daño.
   El enigma, el misterio, nace de la aplicación de un violento hipérbaton en su estructura narrativa, como afirma Vargas Llosa. El orden tradicional de la narración en tres partes –planteamiento, nudo y desenlace- es alterado y se oculta al lector un dato fundamental que, sucedido cronológicamente al inicio, solo se revelará en el desenlace, para provocar curiosidad, interés, inquietud. Una novela de misterio comienza in media res, una vez causada la muerte, cometido el delito o surgida la sospecha.
   El otro ingrediente es la creencia razonable de que ha habito intencionalidad al provocar el dolor.
   A veces basta una sola de estas dos características: en Los crímenes de la rue Morgue sólo hay enigma, no hay voluntad consciente y racional de hacer daño; y en otras obras sólo hay daño, no hay enigma, desde el principio se conoce todo lo ocurrido, quién es inocente y quién es culpable. Se trata de localizar a este último, o de explicarlo, o de vencerlo: El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith.
   Es decir, una novela negra no sólo pretende describir el dolor, también se pregunta por su causa y sus circunstancias, quiere averiguar quién, cómo y por qué ha sido causado” [pp. 66-67]