Reproducimos una reseña aparecida en Castilla. Estudios de Literatura 5, de la Universidad de Valladolid, firmada por Guadalupe Nieto Caballero.
FRANCISCO
VALDÉS, 8 estampas extremeñas con su
marco, ed. introd. y notas de Simón Viola y José Luis Bernal, Mérida,
Editora Regional de Extremadura, 2013, 138 págs.
La Editora Regional de Extremadura recupera,
una vez más, autores, obras y temas extremeños en ediciones al cuidado de reconocidos
especialistas. Fruto de este empeño, los doctores en Filología Hispánica Simón
Viola y José Luis Bernal han retomado 8 estampas extremeñas con su marco, de
Francisco Valdés. Con esta apuesta, los editores rescatan la figura de un autor
periférico, pero indudable protagonista del contexto de las vanguardias
históricas regionalistas, a la vez que actualizan la edición de las Estampas
que publicaron en 1998 en el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz.
Las consumadas trayectorias de Viola y Bernal son un indiscutible sello de
garantía, pues ambos se han acercado en otros trabajos y ediciones a la obra
del escritor extremeño y al panorama literario en Extremadura en el siglo XX.
Pese a la desatención crítica hacia su obra,
Francisco Valdés conforma, junto a Eugenio Frutos, Enrique Díez-Canedo, Pedro
Caba o Antonio Otero Seco, entre otros, la exigua pero interesante contribución
del regionalismo vanguardista extremeño. El autor de las 8 estampas extremeñas
se erige así en una voz de obligada consulta para entender la prosa poética y
literaria en el primer tercio del siglo XX. El trabajo que reseñamos reivindica
la figura de un escritor comprometido con su época y con su entorno.
Si bien la trayectoria literaria de
Francisco Valdés se inclina, preferentemente, hacia la crítica ensayística, las
Estampas son otro ángulo más de la personalidad de este autor, manifestada en
el conjunto de su obra —ensayística o creativa—, fundamentalmente poética. Sus planteamientos
literarios parten de su innegable experiencia como lector. Valdés articula su
obra en torno a la vivencia de la lectura —atenta y exigente—; de ahí que, como
señalan Viola y Bernal, “sea tan escasamente experimentador y tan profundamente
humano” (pág. 25). En las 8 estampas, Valdés se sirve del molde literario
homónimo para reflejar sentimientos íntimos, una vivencia particular o un
destello de la memoria a partir de la descripción de un paisaje —natural o humano—
que se convierte en condicionante de las pequeñas tragedias que acontecen a sus
personajes.
La primera edición de las Estampas de
Francisco Valdés apareció en Valladolid en 1924, en la colección privada
“Libros para amigos” de CXXVI José María de Cossío. Esta primera apuesta —no
venal— se articula en torno a cuatro textos, que serían ampliados hasta ocho en
la segunda edición, de 1932, en la editorial Espasa-Calpe. Tras la muerte del
autor, su amigo Enrique Segura Covarsí presentó en 1953 la primera edición crítica
de la obra en la Biblioteca de Autores Extremeños. Ahora son Bernal y Viola
quienes han asumido la tarea de rescatar y actualizar el legado de este
“extremeño universal”, como lo calificaba Frutos.
La presente edición pone al día algunos
datos y referencias y, con gran tino, enmarca decididamente la trayectoria del
escritor en el panorama literario del primer tercio de siglo en Extremadura y
en el contexto de la Edad de Plata. Con respecto a la actividad literaria en la
región, Viola y Bernal destacan con acertado criterio cierto desfase cronológico
con respecto a las tendencias de la capital y la fidelidad de los escritores
extremeños a las formas asimiladas durante su formación, peculiaridades que
encajan con la naturaleza de estas estampas. En cambio, en el conjunto de su
prosa literaria, Valdés demuestra una increíble puesta al día con tendencias y
autores coetáneos o inmediatamente anteriores.
El volumen de 8 estampas extremeñas con su
marco se abre con el análisis del contexto literario de la época, enfocado,
sobre todo, al ámbito extremeño. Tras esta introducción, los editores proponen
un acercamiento a la biografía y trayectoria literaria de Francisco Valdés.
Es interesante, en este sentido, el apartado
titulado “el hombre ilustrado”, donde se perfila la figura de un autor que,
lejos de verse limitado por un entorno rural, accede a una educación y
experiencias cosmopolitas en la línea de la joven literatura. Su estancia en la
capital le brinda la oportunidad de asistir a tertulias y cenáculos literarios
en los que coincide con autores noventayochistas y novecentistas, cuya impronta
se deja notar claramente en las cuatro primeras estampas. A partir de aquí, el
análisis se centra en 8 estampas extremeñas con su marco. Así, se plantea la
superación del debate entre tradición y vanguardia, naturaleza e historia y
entre historia e intrahistoria en la obra, o la justificación del empleo del
modelo literario de la estampa y las concomitancias e influencias de otros
autores en los textos. Resulta asimismo esclarecedor el detallado análisis
filológico de la estructura, lengua y estilo de las estampas, donde se nos
muestra a un autor comprometido ética y estéticamente con su época. La primera
parte de estudio de la obra se cierra con una selecta y completa noticia bibliográfica
que recoge, de un lado, las obras de Francisco Valdés y las pertinentes
ediciones críticas; de otro, la bibliografía específica sobre el autor.
En cuanto al conjunto de las Estampas, los
editores anteponen un breve pero minucioso estudio a cada texto. Este análisis
se completa con las notas a pie de página dentro de la estampa que resuelven algunos
términos poco comunes o relegados casi por completo al olvido —localismos,
voces terruñeras y castizas, arcaísmos o términos concretos de labores y
oficios principalmente—, pero también palabras creadas ad hoc por el propio
autor. Asimismo, Viola y Bernal incluyen en las notas aclaraciones sobre las
resonancias literarias e históricas que recorren las estampas, fruto de esa
indudable vocación y práctica lectora de Valdés. La mayor parte de estas
evocaciones están impregnadas de un cierto poso de melancolía y desencanto, de
la inevitable aceptación de la pérdida del paraíso.
Los editores también dejan patente los
profundos cambios en el pensamiento y sensibilidad de Valdés a lo largo de una
década marcada por el regreso a Don Benito, las agitaciones políticas y
sociales de la Segunda República o la deriva ideológica del autor hacia
posiciones extremas en los últimos años de su vida. En “Las Retamas” —posiblemente
la estampa más lograda y la única coetánea al momento de la escritura—, el
autor despliega una emoción personal al describir su finca como una arcadia
—“et in arcadia ego”— que ha sido arrasada por el éxtasis político republicano.
Las Estampas de Valdés presentan un duro “marco” —de ahí la inclusión del
término en el título— que contrasta con la visión arcádica y evadida de las
Estampas campesinas extremeñas de Reyes Huertas. El marco valdesiano propone
una realidad lacerante y melancólica de los pueblos extremeños.
El presente
volumen ofrece al lector, en suma, las claves para entender la prosa creativa
de Francisco Valdés, un autor periférico de la Edad de Plata, pero cuya
contribución ha sido, sin objeción, imprescindible para entender el contexto de
las vanguardias históricas regionalistas. El estudio de su prosa creativa y
literaria y, más a fondo, de 8 estampas extremeñas con su marco —la obra que
articula este volumen— se erige en una reivindicación sincera y necesaria de su
trayectoria. Viola y Bernal rescatan así una obra que, gracias a su edición
crítica, acerca al lector la sensibilidad y la evidente puesta al día de Valdés
con los presupuestos estéticos de la época.
GUADALUPE NIETO
CABALLERO
Universidad
de Extremadura
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