Desplazados del paraíso
Antonio María Flórez
Manizales, Editorial Universidad de Caldas, 2015
De madre dombenitense y padre colombiano,
Antonio María Flórez ha alternado por razones educativas y luego profesionales
periodos de su vida en España y en Colombia lo que le ha permitido conocer de
primera mano el panorama literario de ambos países y lo ha convertido en un
valioso puente de unión entre ellos. Por esta circunstancia, sus libros de
poesía, asimismo, han aparecido en Colombia (El círculo cuadrado, 1987; En cámara lenta,
1989; ZOO (poemillas de amor antiecológicos), 1993; El arte de torear, 2002) y en
España (El bar de las cuatro rosas, 1995; Antes del regreso 1996; Corazón de piedra, 2011). Desplazados del paraíso, un
poemario galardonado con el premio Nacional de Poesía ‘Ciudad de Bogotá”
apareció en Colombia (2003) y en España (2006) publicado por la Editora
Regional de Extremadura, en tanto Bajo tus pies la ciudad (2012) aparecería en la editorial
emeritense De la Luna libros. Recientemente han visto la luz En las fronteras del miedo (Badajoz,
Alcazaba, 2013) y La muerte de Manolete.
Crónica en escena (Don Benito, GEVA, 2014, en línea de un poemario anterior
(Tauromaquia. Antología Trema, Don Benito, Concejalía de Educación y Cultura,
2011). Ahora la editorial Universidad de Caldas reedita Desplazados del paraíso, un conjunto de cuarenta y cinco poemas,
once de ellos en prosa, que relatan el itinerario seguido por una pareja de
jóvenes desde su casa, asolada por la violencia, a la ciudad en un viaje por
valles selvas y ríos, asediados por peligros ocultos de diversa condición (“los
fragosos cauces de los ríos, en sus súbitas caídas”, en lo alto cerrado del
monte”, “los caminos vacíos / la noche, los disparos, los gritos, / los muertos
presentidos”. Reproducimos la novena composición del poemario (cuya portada, un
grabado de Durero titulado “La expulsión del paraíso”, invita a una lectura no
localista de estos notables poemas).
9
Y llevan
en sus alforjas
algunas pocas pertenencias;
habitan en el día oscuros rincones
de caballerizas y galpones malolientes
y en las noches recorren sudorosos
caminos marginales de niebla
entre susurros y plegarias.
Al alba, siempre al alba, buscan riachuelos,
pequeñas fuentes de agua, donde sacian su sed
y se lavan la angustia de sus pieles rotas. A veces los peces tocan
sus cuerpos desnudos y se anegan de amor e inciertas promesas.
Se aman, se seguirán amando, buscando el mar o las ciudades,
así el miedo los obligue a seguir andando
con las alforjas ya vacías pero los sueños intactos.
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Y llevan
en sus alforjas
algunas pocas pertenencias;
habitan en el día oscuros rincones
de caballerizas y galpones malolientes
y en las noches recorren sudorosos
caminos marginales de niebla
entre susurros y plegarias.
Al alba, siempre al alba, buscan riachuelos,
pequeñas fuentes de agua, donde sacian su sed
y se lavan la angustia de sus pieles rotas. A veces los peces tocan
sus cuerpos desnudos y se anegan de amor e inciertas promesas.
Se aman, se seguirán amando, buscando el mar o las ciudades,
así el miedo los obligue a seguir andando
con las alforjas ya vacías pero los sueños intactos.
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