NUNDINAE
Juan Ricardo montaña
Don Benito, Concejalía de
Cultura, Fondo Editorial, 2015, 56 págs.
Ilustraciones del autor.
Ilustraciones del autor.
Nacido en Don Benito en
1949, Juan Ricardo Montaña ha cultivado varias disciplinas creativas. Entre
ellas, es coautor y editor de los libros objeto Vberitas (1993), Amaltea
(1994), Caligae (1995), Tierra de encinas (1996), Sed de agua (1997) y Brisa de alas (1998).
Como autor de poesía visual, ha sido
incluido en diversas antologías, como Pensar
y pintar a Lorca, Caja de truenos, La palabra imaginada, Todos o casi todos,
Cuadernos escolares o Aldea poética.
En dos ocasiones ha sido seleccionado en el premio de Poesía Experimental de la
Diputación de Badajoz. En 2003 vio la luz Voces
y Ecos, la más completa selección de su poesía visual, y en 2012 fue incluido
en la antología Poesía experimental
española de la editorial Calambur. En la actualidad, dirige la revista
literaria “Vberitas” de Ventana abierta.
Nundinae,
que ahora publica el Fondo Editorial de la Concejalía de Cultura de Don Benito,
puede ser considerado como un segundo capítulo o continuación de un libro
anterior, Viaje a Éfeso (Littera
Libros, 2005), que arranca con la llegada del protagonista a esta ciudad del
Asia Menor, marcada por las huellas de Grecia y Roma (el libro anterior había
narrado, sustancialmente, el viaje desde Hispania) y, como en aquella narración,
nos hallamos ante un texto demorado y descriptivo con un narrador abierto a
sensaciones de toda condición, seducido por el mundo que descubre, en especial
por los objetos (con una pasión digna de un coleccionista) procedentes de
numerosos lugares del imperio romano.
“Hay un bullicio ensordecedor. A porfía, los
vendedores vocean sus productos en una auténtica babel y las mercancías
atiborran los tenderetes. Nos acercamos a uno con ricas telas de seda,
procedentes de la China. La esposa de Cayo elige las más adecuadas a las edades
de mi madre y hermana. Para acompañar a las telas, unos pendientes de Persia,
brazaletes de la India y sandalias de Creta. Yo compro para mi padre un vaso de
bronce antiguo, procedente de Etruria. Tiene la forma de las vasijas de
cerámica pero con un asa particular: la diosa de la Tierra, franqueada por dos
leones. Para mi abuelo, un arnés de caballo procedente de Cartago. Afeites y
perfumes para las abuelas. Mi abuelo Marco agradecerá los papiros de Alejandría.
Nos detenemos en uno de Hispania, llegado de Setabis” [pp. 33-34]
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