EL VIENTO SOBRE
EL AGUA
Santos Domínguez
Huelva,
Colección Galardón de Poesía, 2016, 58 págs.
XXXVI premio
hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez
Nacido en Cáceres en 1955, Santos Domínguez Ramos es autor de una trayectoria poética traducida a varias lenguas, recogida
en numerosas antologías y en diversas revistas europeas e hispanoamericanas y
reconocida con prestigiosos premios (entre otros, el X premio Gerardo Diego de
2004, el II premio internacional de poesía Jaime Gil de Biedma de 2005, el XI
premio Tardor de 2006, el XXXVIII premio Ciudad de Irún, el XIV premio Alegría
de 2010 o el premio Ciudad de Badajoz de 2013). Ahora, con El viento sobre el agua, consigue el XXXVI premio hispanoamericano Juan Ramón Jiménez, un poemario que, para el jurado, “conduce, a través del
simbolismo, las imágenes y el lirismo de sus poemas, hacia una naturaleza nívea
que se abre al lector como reflexión que engarza memoria y tiempo”.
Reproducimos una de las composiciones que
presenta al ser humano en los albores de la civilización, enfrentado a un universo desconocido y sobrecogedor.
EN EL CENTRO DEL
BOSQUE
Medí los
cielos; ahora mido las sombras.
Epitafio de Johannes Kepler
I
Stonehenge
Desde el oscuro
centro de la piedra
vieron las
rotaciones, los planetas,
las estatuas de
luz de las constelaciones,
cazadores
celestes y cúmulos de Pléyades.
Intuían que sus
vidas
eran parte
secreta de aquellas rotaciones,
que un hilo
oculto unía
su destino a la
unánime cadencia de los astros.
Y en el centro
del bosque erigieron un círculo,
un anillo de
piedras que predecía el eclipse.
II
Círculo de
Goseck. 5000 a. C.
Con ojos
asombrados, alguien miró una noche
manar sobre el
vacío las estrellas sin órbitas.
Alguien buscó
esa noche respuesta a sus preguntas.
Ignoraba el
hidrógeno, el espejismo de helio,
las lunas de
Saturno, los ejes de Hiperión.
Buscaba
solamente
la mediación
oscura de las sombras.
III
Dólmenes en El
Torcal.
Como una flecha
ardiente, en la cámara fúnebre
entra el rayo
primero del solsticio.
Ilumina las
losas milenarias, calienta los dinteles
que el
plenilunio enfría con su fulgor de plata.
El hombre que ha
medido los cielos y las sombras
y piedra sobre
piedra ha levantado un canto
al poderoso sol,
a la inquietante luna,
sale de aquella
oscura caverna primordial.
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