miércoles, 12 de octubre de 2016

El viento sobre el agua


EL VIENTO SOBRE EL AGUA

Santos Domínguez
Huelva, Colección Galardón de Poesía, 2016, 58 págs.
XXXVI premio hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez

   Nacido en Cáceres en 1955, Santos Domínguez Ramos es autor de una trayectoria poética traducida a varias lenguas, recogida en numerosas antologías y en diversas revistas europeas e hispanoamericanas y reconocida con prestigiosos premios (entre otros, el X premio Gerardo Diego de 2004, el II premio internacional de poesía Jaime Gil de Biedma de 2005, el XI premio Tardor de 2006, el XXXVIII premio Ciudad de Irún, el XIV premio Alegría de 2010 o el premio Ciudad de Badajoz de 2013). Ahora, con El viento sobre el agua, consigue el XXXVI premio hispanoamericano Juan Ramón Jiménez, un poemario que, para el jurado, “conduce, a través del simbolismo, las imágenes y el lirismo de sus poemas, hacia una naturaleza nívea que se abre al lector como reflexión que engarza memoria y tiempo”.
   Reproducimos una de las composiciones que presenta al ser humano en los albores de la civilización, enfrentado a un universo desconocido y sobrecogedor.

EN EL CENTRO DEL BOSQUE

Medí los cielos; ahora mido las sombras.
Epitafio de Johannes Kepler

I
Stonehenge

Desde el oscuro centro de la piedra
vieron las rotaciones, los planetas,
las estatuas de luz de las constelaciones,
cazadores celestes y cúmulos de Pléyades.

Intuían que sus vidas
eran parte secreta de aquellas rotaciones,
que un hilo oculto unía
su destino a la unánime cadencia de los astros.

Y en el centro del bosque erigieron un círculo,
un anillo de piedras que predecía el eclipse.

II

Círculo de Goseck. 5000 a. C.

Con ojos asombrados, alguien miró una noche
manar sobre el vacío las estrellas sin órbitas.

Alguien buscó esa noche respuesta a sus preguntas.
Ignoraba el hidrógeno, el espejismo de helio,
las lunas de Saturno, los ejes de Hiperión.

Buscaba solamente
la mediación oscura de las sombras.

III
Dólmenes en El Torcal.

Como una flecha ardiente, en la cámara fúnebre
entra el rayo primero del solsticio.

Ilumina las losas milenarias, calienta los dinteles
que el plenilunio enfría con su fulgor de plata.

El hombre que ha medido los cielos y las sombras
y piedra sobre piedra ha levantado un canto
al poderoso sol, a la inquietante luna,
sale de aquella oscura caverna primordial.

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