LAS HIJAS DEL
ESPINO
Lucía Estrada
Medellín, Cobalt
Ediciones, 2006, 62 págs.
Premio de Poesía
Ciudad de Medellín, 2005
Nacida en
Medellín (Colombia) en 1980, Lucía Estrada formó parte durante cinco años de la
organización del Festival Internacional de Poesía de Medellín, pertenece al
comité editorial de la revista literaria Alhucema
y es coordinadora de Eventos Culturales en la Corporación Otraparte. Sus textos
han sido traducidos al inglés, alemán, francés e italiano y difundidos en
antologías de Colombia, Costa Rica, España, México, Chile, Perú y Venezuela. Su
trayectoria poética arranca con Fuegos
nocturnos (1997), libro al que siguieron Noche líquida (2000), Maiastra
(2004, premio nacional de poesía “Ciro Mendía”), El ojo de Circe (2006), El
círculo de la memoria (2008), La
noche en el espejo (2010, premio nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de
2009) y Cuaderno del ángel (2010). En
2014 vio la luz Continuidad del jardín.
Antología personal.
Las
hijas del espino, premio “Ciudad de Medellín” de 2005, aparece en Cobalt
Ediciones en 2006 (con una segunda edición en Hombre Nuevo, 2008) y reúne
cuarenta y siete poemas protagonizados por mujeres (desde Hécuba a Annabella
Byron), a menudo esposas de artistas, que componen “un cortejo de mujeres a las
que la autora les otorga como heráldica un arbusto sencillo, sin mucha alcurnia
vegetal, un pequeño árbol irrigado de espinas cuyas flores blancas aroman las
distancias” (Juan Manuel Roca, texto de solapa).
Reproducimos el poema dedicado a Clara
Westhoff, escultora y esposa de Rainer María Rilke.
CLARA WESTHOFF
Qué cercanas y
distintas
las hojas del
mismo árbol.
Crecen
silenciosas
en la
contemplación de sí,
de sus bordes,
en el trabajo
minucioso del insecto
que las hiere.
Apenas unidas
por un hilo de savia
a la corteza del
mundo,
a su naturaleza
vegetal.
El viento las
obliga a inclinarse
sobre su propia
sombra
y en el misterio
único
de ser Sauce o
Avellano,
se adhieren, se
compenetran
sin perturbarse.
Así, recibirán a
un tiempo
su gota de
lluvia,
el beso ígneo
del verano.
Caerán también
bajo la misma luz,
rodearán como
sílabas dispersas
de un mismo
alfabeto
la profundidad
de las raíces,
la grieta oscura
del tronco
que las vio
levantarse
y permanecer.
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