HOMO LEGENS
Eduardo Moga
Palma de Mallorca, Los papeles de Brighton, 2017, 305
págs.
Eduardo Moga
(Barcelona, 1963) es autor de una notable y dilatada trayectoria poética que
arranca con Ángel mortal (1994) y La luz oída («Premio
Adonáis», 1996) y ha sido recogida en una antología reciente El
corazón, la nada (Antología poética 1994-2014),
con prólogo de Jordi Doce, la crítica literaria que ha ejercido en revistas
como Letras Libres, Cuadernos
Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Ínsula, Turia o Quimera y ha recogido en volúmenes como De asuntos
literarios (2004), Lecturas nómadas (2007),
La poesía de Basilio Fernández: el esplendor y la amargura (2011),
La disección de la rosa (2015), Apuntes de un español sobre poetas de
América (y algunos otros sitios) (2017) o la edición (fue codirector de la
colección de poesía de DVD Ediciones desde 2003 hasta 2012).
Otros géneros en prosa
cultivados por el escritor han sido el libro de viajes, con títulos como La pasión de escribil (La isla de
Siltolá, 2013) y El mundo es ancho y diverso (Baile del Sol, 2017), y los diarios: Corónicas
de Ingalaterra. Un año en Londres (con algunas estancias en España) (La
isla de Siltolá, 2015), Corónicas de Ingalaterra. Una visión crítica de Londres (Vasarek Ediciones, 2016). En la
actualidad, es director de la Editora
Regional de Extremadura y coordinador del Plan de Fomento de la Lectura.
Homo legens, que ahora publica la editorial mallorquina Los papeles de Brighton, reúne reseñas
críticas aparecidas en las revistas citadas arriba, junto a estudios, prólogos
y ensayos de mayor extensión y calado, que el autor ha distribuido en tres
bloques: “En español”, el más numeroso, “En inglés”, con cuatro reseñas, y “En
otras lenguas”, que recoge textos sobre autores que escribieron en francés,
gallego y catalán. Como en títulos anteriores, Eduardo Moga se revela como un
lector pertinaz y entusiasta, dotado de una sólida formación filológica, atraído por la
literatura clásica y contemporánea, con una marcada predilección por los
géneros poéticos. Sus valoraciones rehúyen por igual el tono de los suplementos
culturales de los periódicos con su crítica amistosa, publicitaria e hiperbólica
y los registros academicistas, lastrados con frecuencia por una prosa ilegible,
convencido tal vez de que un texto crítico debe ser también un “texto literario”.
Reproducimos un breve fragmento en que al enjuiciar un poemario (Matriz de la ceniza, 1999, de Máximo Hernández)
nos recuerda la tradición literaria a la que el libro se adosa.
“La muerte, decía Unamuno,
es el gran escándalo de la existencia. Y Ernesto Sábato la consideraba uno de
los grandes problemas del hombre: el otro es haber nacido. Pero también es su
gran motor: gracias a la muerte, cada momento es único; sin ella, vivir sería
solo una eterna repetición de actos sin finalidad. La historia del hombre es la
historia de su estupor ante la muerte. Y la literatura no ha sido ajena, no
podía ser ajena, a ese asombro nuclear y a las preguntas que suscita. En el
barroco europeo, época de crisis y, por lo tanto, de miedos y dudas, como hoy
mismo, proliferó la reflexión sobre la muerte: la meditatio mortis, a la que afluyeron los antecedentes medievales,
asimismo abundantes -danzas, triunfos y espejos de la muerte, además de obras
singulares como las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, de gran
influencia en la tradición española-, se convirtió en una especia de género
específico, cultivado por poetas, moralistas y pintores. En ese humus barroco y
estoico, tenebrista y áureo, se incardina Matriz
de la ceniza, una reedición contemporánea de los tratados -y los diálogos-
sobre la muerte, tan característicos de nuestra historia literaria” [p. 82].
[“Sobria y encendida meditación sobre la muerte”, publicado en Máximo
HERNÁNDEZ, Entre el barro y la nieve.
Poesía reunida, edición de Juan Luis Calbarro, Palma de Mallorca: Los
papeles de Brighton, 2016, pp. 39-54].
Gracias, Simón, una vez más, por la atención que prestas a lo que hago y por tu cordialidad.
ResponderEliminarUn abrazo.