miércoles, 20 de marzo de 2019

Mi bien


MI BIEN
Antología poética

Isla Correyero
Madrid, Visor, 2018, 302 págs.

   La poesía de Isla Correyero (Miajadas, Cáceres, 1957) ha sido recogida en numerosas antologías desde Las diosas blancas (1986), elaborada por Ramón Buenaventura, y, a su vez, ella ha preparado la antología Feroces. Radicales, marginales y heterodoxos en la última poesía española (1998), pero su trayectoria de libros poéticos arranca con Cráter (1984), al que siguieron Lianas (1988), Crímenes (1993), Diario de una enfermera (1996), La Pasión (1998), Amor tirano (2002), Lepidópteros (2014) y Divorcio (2015).
   Mi bien, un sintagma de uso común para referirse a la persona amada que ahora alude a la poesía (propia y ajena), reúne poemas esenciales de los títulos citados más doce composiciones de Ámbar, un libro inédito de 1986. Situada en un enclave lírico que podría definirse como “poesía de la conciencia”, su poesía –afirma el prologuista- “se asoma -y a veces se precipita- a las simas más oscuras. Se embriaga del dolor propio y ajeno […] Igual que Virgilio descendió al infierno pagano y Dante al cristiano, ella ha bajado a los deteriorados infiernos posmodernos, cuyos círculos son la enfermedad, el fracaso y la muerte”. Si su mirada se dirige en unos casos hacia sí misma, como es buen ejemplo el poema que reproducimos, en otros se abre a los demás, pues “en cada uno de los seres humanos, como formularon Terencio y John Doone, estamos todos. ‘No man is a island entire itself’. Ningún ser humano es una isla en su totalidad. Isla no es una isla, ella menos que nadie” [Prólogo, p. 9].
   Reproduzco una de sus composiciones más conocidas, procedente de su libro Amor tirano, que le oí recitar hace años en el Monasterio de Yuste y jamás he olvidado (ni el rotundo arranque del poema ni la rotunda entonación emotiva de la autora).

 PONTE DE RODILLAS, TÍO

Ponte de rodillas y dime que ya me has olvidado.
Ponte de rodillas tío y pídeme perdón.

Como cenizas como metal como ciruelas negras
me he transformado sobrellevando el paso de tu sombra.
Te he visto al alba con una cadena de palidez
en torno de tu inmovilidad
y he permanecido en una silla de leche y de madera
mientras te miraba la enfermedad del corazón
y el temblor respiratorio que tienes tío.

Violentamente preparada y desmedida
me he levantado de mi muerte y mi deseo
para desplomarme ante tu indiferencia.

La cantidad de destrucción que me has causado tío
es como un saco de piedras atado
a mi brazo derecho.

He acumulado venganzas y pasiones que no son de este
mundo. Solitarias y desobedecidas.

Mitigar mi dolor es tan imposible
como una conspiración en contra tuya.

Mis enemigos
son tus más patológicos amigos.
Si trabajo es por ti tío
y tú jamás has resucitado mi trabajo.

Sin resurrección y sin aliento sigo
a pesar de la calcinación en que me has devorado
y hecho humo.

Pon distancia entre tu gris vestidura
y mi ascético espacio
y déjame respirar cruzando el mundo

Definitivamente tío pidiéndome perdón
soltándome
como una perra
alada.

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