LA INSURRECCIÓN REVOLUCIONARIA DEL SARGENTO SOPENA
VILLANUEVA DE LA SERENA, 1933
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. La
memoria, 202º, 244 págs.
Introducción del autor
“En los
días 9, 10 y 11 de diciembre de 1933 tuvieron lugar los hechos. Comenzaron el
sábado por la noche cuando los rebeldes se dirigen al cuartel militar [la Caja
de Reclutas nº 7] y privan de libertad a todos los soldados que se encontraban
en su interior. Son retenidos y pasan a controlar este estratégico lugar. No se
ha disparado ni una sola bala, el factor sorpresa ha sido determinante para
acabar con éxito el objetivo deseado. Fue en la mañana del día siguiente,
domingo 10, cuando los acontecimientos se precipitan. A las diez de la mañana
ya se había disparado la espiral de violencia y un tétrico bagaje: dos guardias
civiles han fallecido. A partir de aquí, la contraofensiva o se hará esperar: a
la Benemérita se le une los guardias de asalto y, posteriormente, el ejército.
La consigna está clara: hay que acabar con el movimiento insurreccional”
[Introducción, p. 17]
Estos son sustancialmente los hechos iniciales de La insurrección revolucionaria del sargento Sopena, un título preciso pues nadie más, ni el Ayuntamiento, ni el pueblo, ni partidos, ni sindicatos apoyaron una empresa insensata que no pasaría de una anécdota histórica de no ser por el alto número de víctimas que ocasionó (sólo hubo un superviviente entre los insurrectos) y por la desproporcionada y contundente respuesta de las fuerzas de seguridad (guardia civil, guardias de asalto, tropas del ejército). Sólidamente documentado, el trabajo se apoya en recuerdos de testigos, comunicado del Gobierno Civil de Badajoz, informes periodísticos en un primer momento censurados y debates parlamentarios en los que Juan-Simeón Vidarte, diputado socialista, reprocha al gobierno la reacción desmesurada de las autoridades (“¿Por qué ese alarde de fuerza? ¿Por qué ese deseo de acabar inmediatamente con una sublevación, pasara lo que pasara, si no había peligro de que la rebelión se extendiera, si aquellos hombres allí refugiados no tenían más remedio que rendirse a los pocos instantes?”) y el acoso a sus dirigentes a pesar de que en ningún momento se habían adherido a la rebelión.
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