HISTORIA SECRETA DE LA CORPORACIÓN
Varios autores
Madrid, 451 Editores, 2008, 193 págs.
ESTA NOCHE MORIRÉ
Fernando Marías
Madrid, 451 Editores, 2008, 142 págs.
Afirma un personaje de El péndulo de Foucault, de Umberto Eco: “¿Para qué escribir novelas? Es mejor reescribir la historia”. Esta consideración, que está en la base de tantas reconstrucciones novelescas de periodos históricos como inundan las mesas de novedades, adquiere una manifestación singular en varias obras de Fernando Marías, en que el escritor busca una encrucijada histórica e imagina un desvío distinto al que la historia tomó realmente. Y así, La luz prodigiosa (1991) arranca de una hipótesis imprevista: ¿Qué hubiera pasado si García Lorca, fusilado en las proximidades de Viznar en el verano de 1936, hubiera resultado tan solo herido, como pasó a tantos ajusticiados en ambos bandos? (una idea que ya había explotado Carlos Rojas en una novela ganadora del premio Nadal en 1980, El ingenioso hidalgo Federico García Lorca).
En obras posteriores, Fernando Marías, dando un paso más en la lógica de la fantasía, ha imaginado a una poderosa Corporación que no duda en recurrir a cualquier método para adueñarse de obras maestras que saca al mercado cuando lo cree conveniente. Esta misteriosa organización controla así una historia oculta de la literatura y el arte que explicaría todos los enigmáticos “hallazgos” que periódicamente afloran en la prensa (“el Van Gogh que apareció a mediados de los años sesenta es auténtico; el que saldrá a la luz a mediados de 2015 también”). De este modo conoceremos, cuando ellos lo decidan, la autobiografía de Dostoievsky, escrita por el autor ruso a cambio del pago de sus exorbitantes deudas de juego en Baden: “Estos [los pagarés] estaban fechados en la ciudad de Baden. El manuscrito contenía, en efecto, una autobiografía de gran extensión”. Claro que para chantajear al escritor fue preciso sortear algún penoso trámite: “tuvimos que inculpar a un honesto crupier del casino de Baden en el sórdido asesinato de una camarera –que se cometió realmente, que cometimos realmente-, para lograr su encarcelamiento y sustitución en las mesas por otro empleado más comprensivo con nuestros propósitos”.
La idea contiene tantas posibilidades que ha atraído a un grupo de escritores amigos en esta Historia secreta de la Corporación. Lorenzo Silva (“Un artista de la fe”) recrea los últimos meses de la vida de Franz Kafka en Berlín, cuando la Corporación logra que una joven judía (Dora Diamant, quien, en realidad, guardó veinte cuadernos del escritor, confiscados por la Gestapo en 1933) se enamore de él y que esta nueva situación personal anime al escritor a terminar El Castillo con un último capítulo en el que K logra, finalmente, penetrar en la fortaleza.
Vicente Luis Mora (“L. C.”) desvela el trabajo que Le Corbusier realiza presionado por la misma Corporación: “Le Corbusier construyó aquí, en Ronchamp, la capilla de nuestra señora de Haut, que teminó en 1950. Los feligreses [...] ignoran que rezan sobre cuarenta metros de precipicio, horadado y tallado en esa colina de Ronchamp [...] Un vaciado de marfil de cuarenta metros, una construcción sobrehumana que se ilumina a sí misma”.
Marta Rivera de la Cruz (“Pavese, Venecia y el señor Balfieri”) descubre una novela de amor de Cesare Pavese, Occhi di Tina (1935); Juan Bas (“El hombre que bebía tequila Sunrise”) da con la última película rodada por Orson Welles en España (The big labyrinth), e incluso Constantino Bértolo (“A modo de epílogo”) se confiesa víctima de la misma Corporación cuando rechazó uno de sus ofrecicimientos (por entonces fue expulsado del periódico en que publicaba sus reseñas) y nos habla de la novela que Juan Rulfo prometió y no entregó (En la cordillera). Pero el número de enigmas es mayor: el Quijote inacabado de Welles, el contenido de la maleta que Antonio Machado llevó al exilio, un manuscrito descatalogado de la Biblioteca Nacional que contiene la última obra de Mariano José de Larra...
Esta noche moriré se emparenta con estos relatos pues su protagonista es un miembro de la Corporación encarcelado por un inspector de policía. En la cárcel decidió eludir la tentación del suicidio y sustituirlo por la venganza por lo que recurrió a los miembros de la sociedad clandestina a la que pertenece. Delmar, el petulante policía, iniciará entonces un camino de derrumbamiento profesional y personal que le llevará a la drogadición, a la pérdida de su familia y a la mendicidad (y a conocer, finalmente, que el itinerario completo de su degradación no obedecía a un azar inexorable, sino que fue planeado cuidadosamente). Relacionada por su tono con El niño de los coroneles (premio Nadal de 2001), esta “novela maldita recuperada al fin” desarrolla los temas de la violencia extrema y de la tortura, con unos personajes empujados a la exasperación en las fronteras de la verosimilitud.
Varios autores
Madrid, 451 Editores, 2008, 193 págs.
ESTA NOCHE MORIRÉ
Fernando Marías
Madrid, 451 Editores, 2008, 142 págs.
Afirma un personaje de El péndulo de Foucault, de Umberto Eco: “¿Para qué escribir novelas? Es mejor reescribir la historia”. Esta consideración, que está en la base de tantas reconstrucciones novelescas de periodos históricos como inundan las mesas de novedades, adquiere una manifestación singular en varias obras de Fernando Marías, en que el escritor busca una encrucijada histórica e imagina un desvío distinto al que la historia tomó realmente. Y así, La luz prodigiosa (1991) arranca de una hipótesis imprevista: ¿Qué hubiera pasado si García Lorca, fusilado en las proximidades de Viznar en el verano de 1936, hubiera resultado tan solo herido, como pasó a tantos ajusticiados en ambos bandos? (una idea que ya había explotado Carlos Rojas en una novela ganadora del premio Nadal en 1980, El ingenioso hidalgo Federico García Lorca).
En obras posteriores, Fernando Marías, dando un paso más en la lógica de la fantasía, ha imaginado a una poderosa Corporación que no duda en recurrir a cualquier método para adueñarse de obras maestras que saca al mercado cuando lo cree conveniente. Esta misteriosa organización controla así una historia oculta de la literatura y el arte que explicaría todos los enigmáticos “hallazgos” que periódicamente afloran en la prensa (“el Van Gogh que apareció a mediados de los años sesenta es auténtico; el que saldrá a la luz a mediados de 2015 también”). De este modo conoceremos, cuando ellos lo decidan, la autobiografía de Dostoievsky, escrita por el autor ruso a cambio del pago de sus exorbitantes deudas de juego en Baden: “Estos [los pagarés] estaban fechados en la ciudad de Baden. El manuscrito contenía, en efecto, una autobiografía de gran extensión”. Claro que para chantajear al escritor fue preciso sortear algún penoso trámite: “tuvimos que inculpar a un honesto crupier del casino de Baden en el sórdido asesinato de una camarera –que se cometió realmente, que cometimos realmente-, para lograr su encarcelamiento y sustitución en las mesas por otro empleado más comprensivo con nuestros propósitos”.
La idea contiene tantas posibilidades que ha atraído a un grupo de escritores amigos en esta Historia secreta de la Corporación. Lorenzo Silva (“Un artista de la fe”) recrea los últimos meses de la vida de Franz Kafka en Berlín, cuando la Corporación logra que una joven judía (Dora Diamant, quien, en realidad, guardó veinte cuadernos del escritor, confiscados por la Gestapo en 1933) se enamore de él y que esta nueva situación personal anime al escritor a terminar El Castillo con un último capítulo en el que K logra, finalmente, penetrar en la fortaleza.
Vicente Luis Mora (“L. C.”) desvela el trabajo que Le Corbusier realiza presionado por la misma Corporación: “Le Corbusier construyó aquí, en Ronchamp, la capilla de nuestra señora de Haut, que teminó en 1950. Los feligreses [...] ignoran que rezan sobre cuarenta metros de precipicio, horadado y tallado en esa colina de Ronchamp [...] Un vaciado de marfil de cuarenta metros, una construcción sobrehumana que se ilumina a sí misma”.
Marta Rivera de la Cruz (“Pavese, Venecia y el señor Balfieri”) descubre una novela de amor de Cesare Pavese, Occhi di Tina (1935); Juan Bas (“El hombre que bebía tequila Sunrise”) da con la última película rodada por Orson Welles en España (The big labyrinth), e incluso Constantino Bértolo (“A modo de epílogo”) se confiesa víctima de la misma Corporación cuando rechazó uno de sus ofrecicimientos (por entonces fue expulsado del periódico en que publicaba sus reseñas) y nos habla de la novela que Juan Rulfo prometió y no entregó (En la cordillera). Pero el número de enigmas es mayor: el Quijote inacabado de Welles, el contenido de la maleta que Antonio Machado llevó al exilio, un manuscrito descatalogado de la Biblioteca Nacional que contiene la última obra de Mariano José de Larra...
Esta noche moriré se emparenta con estos relatos pues su protagonista es un miembro de la Corporación encarcelado por un inspector de policía. En la cárcel decidió eludir la tentación del suicidio y sustituirlo por la venganza por lo que recurrió a los miembros de la sociedad clandestina a la que pertenece. Delmar, el petulante policía, iniciará entonces un camino de derrumbamiento profesional y personal que le llevará a la drogadición, a la pérdida de su familia y a la mendicidad (y a conocer, finalmente, que el itinerario completo de su degradación no obedecía a un azar inexorable, sino que fue planeado cuidadosamente). Relacionada por su tono con El niño de los coroneles (premio Nadal de 2001), esta “novela maldita recuperada al fin” desarrolla los temas de la violencia extrema y de la tortura, con unos personajes empujados a la exasperación en las fronteras de la verosimilitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario