LA MAÑOSA
(La novela de las revoluciones)
Juan Bosch
Córdoba, Ed. Berenice, 2009, 202 págs.
Estudio, notas y cronología de Guillermo Piña-Contreras
Nacido en La Vega (República Dominicana) en 1909, Juan Bosch fue el primer presidente elegido en su país tras la muerte de Rafael Leonidas Trujillo en 1961, el mismo dictador cuya trayectoria recrearon Mario Vargas Llosa en La fiesta del chivo (2000) y, recientemente, su nieta Aída Trujillo en A la sombra de mi abuelo (premio nacional de novela de 2009).
Además de escribir ensayos, biografías y libros históricos, Bosch es autor de un libro de relatos, Cuentos más que completos (1974) y dos novelas, La Mañosa (1936) y El oro y la paz (1975), esta última sobre la vida en la selva boliviana. Subtitulada “la novela de las revoluciones”, La Mañosa tuvo una vida editorial aventurada pues poco después de su publicación el dictador ordenó su retirada del mercado (una decisión sorprendente ya que la novela es, entre otras cosas, un alegato contra los alzamientos militares). Cuatro años más tarde, Manuel Altolaguirre publicó en La Habana una edición revisada por el autor, y hasta 1966, cinco años después de la muerte de Trujillo, no apareció una segunda edición en la República Dominicana. Ahora la editorial cordobesa Berenice rescata esta valiosa obra con un estudio preliminar de Guillermo Piña-Contreras que, además, señala en nota las variantes del texto.
El título de la novela procede de una de las peripecias de la trama: La Mañosa es una mula de extraordinarias cualidades que el protagonista, padre del narrador, presta al general rebelde Fello Macario pues este ha perdido su caballo en la batalla. Tras el triunfo de la revolución, la mula le es devuelta, cierto, pero “se trataba de un animal esmirriado, flaco como un machete, de pelambre descolorida y escasa. Traía paso lento y la montaba un hombre canijo, a quien se le veía el aburrimiento de lejos”.
El episodio es en parte verídico (en realidad, la mula fue robada), así como la ubicación de la trama, una casa en la aldea de El Pino, junto al camino real (lo que la convierte en testigo de numerosos episodios secundarios de la trama), el oficio del padre, el nombre de los componentes de la familia..., pero, a pesar de ello, no es una novela autobiográfica.
Ambientada en las primeras décadas del siglo XX, cuando el autor es un niño, la novela refleja la serie de alzamientos militares que sumen a esta pequeña nación en el caos y en la violencia: “Sabía que la revolución estancaba las fuerzas en marcha; que entre los conucos iba haciendo estragos el bejuco bravo; que el maíz ennegrecía al sol, sin que la mano que lo había sembrado fuera a recogerlo; que en su propio tallo se hacía tripa oscura e inútil la fragante hoja del tabaco, y, sobre todo, que por los callejones de cada campo empezaba a crecer el fantasma del hambre”.
Con una muerte injusta en el origen del alzamiento (Fello Macario “había sido persona mansa y de trabajo hasta un día en que una tropa le hendió la vida fusilándole un hermano”), el general rebelde consigue insurreccionar a los campesinos, es derrotado en una primera ocasión (“Revolución”) y triunfa en la segunda (“Los vencedores”), pero como ocurrió con la mula, todos acabarán siendo víctimas de la violencia; y así, el protagonista y sus amigos comerciantes acabarán arruinados o fusilados, Carmita perderá a dos hijos de lo que no volverá a saber nada, Dimás recuperará a uno de ellos que regresa a casa completamente alcoholizado... Y es que las revoluciones siempre acaban desatando fuerzas incontrolables que castigan incluso a sus partidarios.
La historia, por lo demás, está narrada desde una doble perspectiva, la del hombre adulto que puede denunciar de modo ecuánime los desastres a los que conduce una inestabilidad política continuada, y la del niño que transmite la emoción esencial del miedo: a los relatos populares de terror, a los heridos, a la sangre, a la enfermedad y la muerte: “¡La revolución! ¡La revolución! En el vientre inmenso de la noche todo se arrinconaba, todo se guarecía, todo huía del sangriento fantasma que venía tronando desde el remoto Bonao”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario