MAIASTRA
Lucía Estrada
Medellín
(Colombia), Ed. El Propio Bolsillo, 2004, 74 págs.
Nacida en Medellín en 1980, Lucía Estrada
formó parte durante cinco años de la organización del Festival Internacional de
Poesía de Medellín, pertenece al comité editorial de la revista literaria Alhucema y es coordinadora de Eventos
Culturales en la Corporación Otraparte. Sus textos han sido traducidos al
inglés, alemán, francés e italiano y difundidos en antologías de Colombia,
Costa Rica, España, México, Chile, Perú y Venezuela. Su trayectoria poética
arranca con Fuegos nocturnos (1997),
libro al que siguieron Noche líquida
(2000), Maiastra (2004, premio
nacional de poesía “Ciro Mendía”), Las
hijas del espino (2006), El ojo de
Circe (2006), El círculo de la
memoria (2008), La noche en el espejo
(2010, premio nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de 2009) y Cuaderno del ángel (2010). En 2014 vio
la luz Continuidad del jardín. Antología
personal.
Maiastra
(según Mircea Eliade, ave fabulosa de los cuentos populares rumanos que asiste al
príncipe encantado en sus combates y en sus pruebas) agrupa cincuenta y siete
poemas en prosa cuya esencia es definida como el “vuelo de la imaginación a
través de la noche como símbolo y de lenguaje como aventura espiritual” […]
como el "encuentro con el sueño, con el enigma de lo legendario y con lo mítico
revelador presentes en toda época y en toda experiencia de lo sagrado, de lo
poético mismo”. Reproducimos una de estas composiciones.
XXII
Se
empieza por buscar en la memoria, en los sueños, en las distintas formas de la
luz que golpea contra el mundo. Se extiende la mirada, se contrae. He hablado
tantas veces de la lejanía, de fijar un punto y caminar hacia él sin detenerse.
¿Qué harán de ese lado? ¿Quién cantará? ¿Quién abrirá un libro, cerrará otro,
moverá una taza, guardará para siempre un cofre? Recordar esas ciudades
invisibles, suspendidas, un hombre como pocos sobrevolando lo imposible. Una
visión gloriosa por desaparecer. Todos estuvimos allí, en la construcción de
altos cristales, puentes de humo, antiguas avenidas, tiendas de color canela.
Sigo allí, sostengo un hilo que me lleva a galope; sigue, sigue, ¡qué larga la
travesía! Mi boleto cuesta lo que tres viajes. Primero una calle ancha,
iluminada, fragor de transeúntes, fantasmas, después un espasmo, faroles, las
plazas con sus recintos.
Cada tiempo, alguien reinventa las ciudades,
las que amó, las que imaginó. Somos ese tiempo. Es nuestro turno. [pp. 33-34]
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