sábado, 1 de octubre de 2016

Maiastra

MAIASTRA

Lucía Estrada
Medellín (Colombia), Ed. El Propio Bolsillo, 2004, 74 págs.

   Nacida en Medellín en 1980, Lucía Estrada formó parte durante cinco años de la organización del Festival Internacional de Poesía de Medellín, pertenece al comité editorial de la revista literaria Alhucema y es coordinadora de Eventos Culturales en la Corporación Otraparte. Sus textos han sido traducidos al inglés, alemán, francés e italiano y difundidos en antologías de Colombia, Costa Rica, España, México, Chile, Perú y Venezuela. Su trayectoria poética arranca con Fuegos nocturnos (1997), libro al que siguieron Noche líquida (2000), Maiastra (2004, premio nacional de poesía “Ciro Mendía”), Las hijas del espino (2006), El ojo de Circe (2006), El círculo de la memoria (2008), La noche en el espejo (2010, premio nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de 2009) y Cuaderno del ángel (2010). En 2014 vio la luz Continuidad del jardín. Antología personal.
   Maiastra (según Mircea Eliade, ave fabulosa de los cuentos populares rumanos que asiste al príncipe encantado en sus combates y en sus pruebas) agrupa cincuenta y siete poemas en prosa cuya esencia es definida como el “vuelo de la imaginación a través de la noche como símbolo y de lenguaje como aventura espiritual” […] como el "encuentro con el sueño, con el enigma de lo legendario y con lo mítico revelador presentes en toda época y en toda experiencia de lo sagrado, de lo poético mismo”. Reproducimos una de estas composiciones.

XXII

   Se empieza por buscar en la memoria, en los sueños, en las distintas formas de la luz que golpea contra el mundo. Se extiende la mirada, se contrae. He hablado tantas veces de la lejanía, de fijar un punto y caminar hacia él sin detenerse. ¿Qué harán de ese lado? ¿Quién cantará? ¿Quién abrirá un libro, cerrará otro, moverá una taza, guardará para siempre un cofre? Recordar esas ciudades invisibles, suspendidas, un hombre como pocos sobrevolando lo imposible. Una visión gloriosa por desaparecer. Todos estuvimos allí, en la construcción de altos cristales, puentes de humo, antiguas avenidas, tiendas de color canela. Sigo allí, sostengo un hilo que me lleva a galope; sigue, sigue, ¡qué larga la travesía! Mi boleto cuesta lo que tres viajes. Primero una calle ancha, iluminada, fragor de transeúntes, fantasmas, después un espasmo, faroles, las plazas con sus recintos.
   Cada tiempo, alguien reinventa las ciudades, las que amó, las que imaginó. Somos ese tiempo. Es nuestro turno. [pp. 33-34]


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