miércoles, 6 de febrero de 2019

La tiza que ríe


LA TIZA QUE RÍE
Anécdotas de alumnos y maestros

Flóbert Zapata Arias
Manizales (Colombia), Ed. Manigraf, 2007, 130 págs.
Palabras introductorias del autor

   Autor de compilaciones antológicas como La generación invisible (2000) o Musa Levis. Breviario de poesía contemporánea de Caldas (2002), Flóbert Zapata Arias (Filadelfia, Caldas, Colombia, 1958) ha publicado los poemarios Copia del insecto (1991), Después del colegio (1994), Declaraciones (1999), Ataúd tallado a mano (2005) y el libro de cuentos La bestia danzante (1995).
   De su último viaje a Colombia, Antonio María Flórez me ha traído un ejemplar de otro libro del autor aparecido en 2007, La tiza que ríe, una recopilación ligera y alegre de citas y anécdotas de escritores conocidos, relacionadas con la educación y episodios vividos por Flobert Zapata, profesor, fundador del sello editorial lyrica species y director de talleres de poesía, o por compañeros de oficio en el aula. Y así, el profesor se dirige a los alumnos de un centro nocturno que bostezan constantemente: “Los que quieran dormir recuesten la cabeza sobre el pupitre y se duermen, pero me hacen el favor de roncar pasito para que no despierten a los otros”.
   Reproducimos otro fragmento del libro seguido de un par de anécdotas de cosecha propia (ya que en todas partes cuecen las mismas habas).

   “Liceo Isabel la Católica. Grado sexto E, conocido como el de las alumnas grandes y brutas. Clase de Literatura Española. Tema “Novelistas españoles”. Con libreta de notas en la mano el  profesor pregunta a una de ellas:
-¿Quién es el autor de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha?
   La alumna no lo recuerda. Calla. Pide:
-Una señita, profe.
   El profe se la da:
-El nombre es Miguel.
   De nuevo silencio.
-Otra señita, profe -implora la alumna.
   El profesor accede.
-Era manco.
   Entonces la alumna, que tenía notas pésimas y quería recuperarse, con briosa ansiedad responde:
-¡Miguel de Unamano, profe, Miguel de Unamano!

*        *        *
   Una alumna de bachiller me llamó a su mesa en cierta ocasión y me dijo:
-Un hombre se mantenió media hora debajo del agua sin ayuda ninguna.
-¡Mantuvo! -le contesté enojado.
-No, no, sin tubo, je je – me contestó.

   En un examen escrito, un alumno de Primaria contestó a la pregunta de una compañera (“¿Por qué no puede visitarse la cueva de Altamira?”): “Porque todavía no está terminada”.

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