UN CALCETÍN DE LANA ROJO
José A. Ramírez Lozano
Palencia, Ed. Menoscuarto, Col. Cuadrante Nueve, 2019, 191 págs.
Premio de narrativa Camilo José de Cela, 2017
José Antonio Ramírez Lozano
(Nogales, 1950) ha desarrollado de modo paralelo una nutrida trayectoria de
poemarios, libros de literatura infantil y juvenil (aparecidos en editoriales
como Edelvives, Alfaguara, Algaida, Kalandraka, Anaya, S. M. o Hiperión) y
narraciones que comparten motivos repetidos y similares predilecciones
formales. Objeto de numerosísimos galardones (Azorín, Claudio Rodríguez, Juan
Ramón Jiménez, José Hierro, Blas de Otero, Ricardo Molina, premio de la Crítica
Andaluza o los extremeños Ciudad de Badajoz, Felipe Trigo o Cáceres de novela
corta), su obra en prosa se inició con Don Illán (Orihuela, 1978), una
narración corta con algunas de claves de su mundo narrativo, a la que han
seguido otros muchos títulos, como Gárgola
(Cátedra, 1985), Titirimundi
(Ediciones Libertarias, 1987), La gran
oca (Melinchón / Stábile, 1990), La
Historia Armilar (Aguaclara, 1991), La
derrota de los fabulistas (Aguaclara, 1994), Animañas (ERE, 1995), Bata de
cola (ERE / Libertarias, 1995), El
birrete de papel (Diputación de Badajoz, 1996), Las argucias de Frestón (Algaida, 1997), Letanías de San Garabito (Algaida, 2000), Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La
flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de
Badajoz, 2015), El relojero de Yuste
(Ediciones del Viento, 2015), Los celosde Zenobia (Pretextos, 2016) y El camello de oro (Carpenoctem, 2018).
Ahora,
la editorial Menoscuarto publica Un
calcetín de lana rojo, que había logrado el premio de narrativa Camilo José
Cela en 2017. En el barrio sevillano de Triana, un timidísimo joven vasco se ve
envuelto en una delirante trama detectivesca en que se involucran, asimismo,
una atractiva vecina, un sacristán y un comisario de policía. Juntos tratarán
de desmontar una trama protagonizada por unos chinos aviesos y escurridizos que
parecen poner en peligro nuestras más acendradas tradiciones patrias.
Reproducimos un fragmento sobre un personaje y un episodio laterales de la
trama que ejemplifica bien el talante fabulador de un escritor dotado de un
estilo marcado por la agilidad narrativa, el ingenio y el humor.
“-Mi
marido, mire usted. –Lo señaló al tiempo que le pasaba el trapo-. Hemos sido mu felices,
pa qué le voy a mentir. Tiene un oído que gracias a Dios nos da de comer.
Y como
vio que él se quedaba en ascuas sin saber qué fuera aquello de vivir del oído,
abundó ella enseguida.
-Afinador de ollas que es él, mire usted.
-¿Qué
ollas?
-¿Qué
olla va a ser? Venga usted pa ca. -Tiró de él para la cocina. -Estas, las de
toda la vida, las exprés.
Dos.
La Mati tenía dos ollas enormes, musicales. Fue entonces cuando Ignacio cayó de
repente en la condición musical de aquel silbo. Aún silbaba la marcial, la que
había escuchado hace un rato desde su terraza.
-¿La
escucha usted? El himno nacional. Fíjese usted bien, que es el himno. ¿A que
sí?
-¿Y
dice usted que las afina?
-Sí,
señor. Ahí tiene usté. Las afina. Como tiene el oído que tiene, mi Paulino se
dio un día cuenta de que el silbo de la olla era el de un instrumento perdido.
Un instrumento más de viento en el que nadie caía. Y, ya le digo, dio en darle
vueltas y más vueltas hasta que averiguó la forma. Se trata de calcularle la
potencia del vapor y la carga de la
pesa. Entre la boquilla y la pesa está la cosa. Él pega el oído, lija, escucha,
vuelve a escuchá y al rato sale cantando la olla. Ahí la tiene usted. La otra
me silba una salve marinera, ya la oirá usted mañana por el patio. Y hasta le subiré un platito de arroz. Un arroz a la marinera que está pa relamerse. Y, si
no, pregúntele a doña Mima, que siempre le llevo un platito. Mañana se lo subo.
El suyo es el tercero A. Na de tiempo que lleva aquí. ¿Es usté de Madrid?
-No,
de Bilbao.
-Ah,
sí. De donde el bacalao” [pp. 293].
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