DOMINIOS
DEL OLVIDO
Juan
Antonio Paniagua
Mérida, Editora Regional de Extremadura, col. Geografías, 2023, 205 págs.
Juan Antonio Paniagua (Losar de la Vera, 1954) es Doctor en Filosofía y Licenciado en Teología; hasta su jubilación ha impartido clases de filosofía en institutos de enseñanza media, de los que en los últimos trece años ejerció la dirección. Es autor de Etnohistoria y religión en La antropología de Julio Caro Baroja (2003), y de los artículos "El homínido fabulador y los sistemas de creencias" publicado en Al Sur. Revista de Investigación y Experiencias Educativas (2003) y de "Extremadura en la obra etnohistórica de Julio Caro Baroja” (2002) y “Estudio etnográfico de Losar de la Vera" (2004, 2006 y 2007), ambos en la Revista de Estudios Extremeños. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en su colección Geografías Dominios del olvido, una novela negra cuya trama arranca con el viaje que Miguel, profesor español en un prestigioso centro educativo francés, realiza durante un año sabático a Fuentelobo de la Sierra, la aldea cacereña a la que se remonta su origen. A mediados de la década de los años cincuenta su madre queda embarazada del sacerdote y, estigmatizada en ese entorno rural, ha de abandonar el pueblo. Por esas mismas fechas, el sacerdote es asesinado en una carretera comarcal de tres disparos en unas circunstancias nunca esclarecidas. Estos son los “dominios del olvido” que pretende desvelar: el entorno provinciano en que su madre labró su desdicha y la muerte de su padre. Tras varios viajes a otras ciudades (Madrid, Salamanca, San Sebastián) y numerosas entrevistas dos hipótesis van perfilándose ante él: un crimen político (el padre se enfrentó a las autoridades del Régimen que se oponían a construir un pueblo de colonización próximo a la aldea) o un crimen de honor (de un marido ultrajado). Muy bien documentada y erigida sobre un constante diálogo, la trama de la novela da testimonio de unas comunidad humana envilecida por los rumores, las versiones interesadas, las calumnias y la maledicencia. Reproducimos un fragmento de una de las entrevistas que pone al profesor tras una pista falsa.
“Quedé confuso observando su rostro. Era
evidente que aquel tipo conocía mi identidad y lo que estaba buscando; y no era
menos verdad que la mirada animal de sus ojos daba poco juego para sutilezas
convencionales. Seguía confuso... En un momento dado, como un acto reflejo, saqué
la cartera del bolsillo de la chaqueta y observé con satisfacción que disponía
de billetes de 10 y 20 euros. No eran demasiados, pero suficientes. Los saqué y
los puse sobre la mesa.
—Me gustaría conocer si don Andrés
estableció algún acuerdo con el traficante de café —aventuré ignorando sus comentarios
y dando por supuesto que conocía toda la historia del homicidio—. Usted me
habló del Murciélago —le recordé.
Esperé su reacción con fingida entereza y
observé que empezaba a mirar con avidez los billetes
—¿Cuánto me darás? —preguntó
relajando los músculos de la cara.
—Dependerá de la información —le
aclaré con un tono más suelto al contemplar su reacción ante la presencia del
dinero.
—¿Qué quieres saber?
—¿Son ciertos los rumores que
corrieron por Fuentelobo? ¿Contrató don Andrés al Murciélago para asesinar al
cura? Se quedó mirándome con sus ojos enrojecidos y dilatados por la adicción
al alcohol.
—Hasta aquí llegó el rumor de que el
cura bajaba las bragas a la mujer de don Andrés —aseveró de forma grosera.
—¿Y cómo se enteró? —pregunté
alargando un billete.
—Por una carta que encontró en su
casa. Estaba dentro de tina vasija de barro que escondía la fulana en una
hornacina —subrayó humedeciendo los labios con la lengua—. Allí tenía la
carta...” [pp. 160-161].
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