LOS DESCALZOS
POESÍA COMPLETA (1976-2023)
Francisco Javier Irazoki
Madrid, Hiperión, 2023, 578 págs.
Texto liminar (“Casa definitiva”) de Fernando Aramburu.
Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue periodista musical en Madrid. Colaboraba en revistas como Disco
Express (bajo la dirección de Erwin Mauch) y El Musiquero (dirigida
por José María Iñigo). Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas.
Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y
Composición, Historia de la Música, etc. Como escritor, sus primeros poemarios
editados fueron Árgoma (Estella, 1980) y Cielos segados
(Universidad del País Vasco; Leioa, 1992), que incluía los tres volúmenes de
versos escritos hasta esa fecha: Árgoma (1976-1980), Desiertos para
Hades (1982-1988) y La miniatura infinita (1989-1990). Más tarde,
Irazoki publicaría Notas del camino (Javier Arbilla Editor; Pamplona,
2002, con fotografías de Antonio Arenal), el libro de poemas en prosa Los
hombres intermitentes (Hiperión; Madrid, 2006) y La nota rota
(Hiperión; Madrid, 2009), cincuenta semblanzas de músicos de épocas muy
variadas, desde el Renacimiento y el Barroco hasta los mejores creadores e
intérpretes del jazz. En 2013 apareció el libro de versos Retrato de un hilo; en 2015, Orquesta de desaparecidos y la antología
poética Palabra de árbol, y en 2017 Ciento cincuenta espejos. En 2019 vio la luz, en fin, el libro de poemas en prosa El contador de gotas. Esta es,
junto con otras tareas como traductor y crítico literario, la notabilísima
trayectoria literaria que evoluciona desde los tonos vanguardistas y rebeldes
de los primeros libros hasta el registro “clásico” de la mayor parte de su
producción. Los descalzos, que ahora publica la
editorial Hiperión, recoge su poesía completa (como comenta Fernando Aramburu,
su “casa definitiva”), aparecida entre 1976 y 2023, incluido un libro inédito, Música incinerada. No es posible
compendiar en una breve reseña la extraordinaria riqueza de esta tarea de
décadas. Sobresalen en este territorio motivos como la familia, la niñez y la
juventud, la presencia de los marginados (exiliados del este de Europa,
inmigrantes…), artistas no reconocidos en su época o perseguidos por todo tipo
de tiranías, la denuncia de los infiernos nacionalistas…, todo ello mediante
una expresión selecta y pulcra, de una notable fuerza metafórica presente
usualmente ya en los títulos. Reproducimos dos composiciones de su último libro que acogen otras
tantas estampas, la de los antepasados y la de los desposeídos (ambas tal vez
asumidas en la condición de los “descalzos” del título).
EXCAVACIÓN ÍNTIMA
Mis pobladores vacían su casa y se adentran en
un yacimiento.
Son arqueólogos y trabajan en un círculo
pequeño. Han viajado con raquetas, guantes, escobillas, cuerdas, pinceles,
cubos. Criban materiales, exhuman imágenes.
Limpian cavidades subterráneas y extraen
residuos del día en que vipor primera vez el rostro de mis padres.
Analizan mis tumbas de dolores antiguos. La
alegría y el placer se han convertido en
objetos de cerámica.
Todavía con el barro del recuerdo, depositan
todos los fragmentos sobre estas páginas. [p. 425].
BRINDIS ERRANTE
Las heridas de los
siglos
viajan en maletas de
deportados.
Los disidentes
transportan
sus canciones de sed
en vagones de exilio.
La fuga es su equipaje.
Una muchedumbre
extranjera
se palpa sus nombres
para huir
de los campos de
exterminio.
Son nombres que
contienen
la música de las
alambradas.
Todas las víctimas de
la exclusión
extienden un mapa de
desarraigos:
la noche diurna de la
xenofobia.
Su bandera es la
ausencia de bandera.
La identidad fue una
cárcel,
on sus beatos, sus
apóstoles
y sus oratorios
ensangrentados.
La caravana de
proscritos es mi faro.
Ante sus luces quemadas
brindaré por los
hombres. [p. 433]
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