Lo cuenta Medardo Fraile en sus memorias (El cuento de siempre acabar. Valencia, Pre-Textos, 2009). Por los años cincuenta del siglo pasado, en un Madrid infestado de versificadores, un epigramista, Juan Pérez Creus, aconsejaba a un buen médico,Francisco Loredo, que no dispersara su talento.
“Pon, Paco, a las musas coto.
Abandona la poesía
y dedícate a la oto
rinolaringología”
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