LA BENDICIÓN DE LA LLUVIA
(Antología)
José María Valverde
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Poesía, 2020, 115 págs.
Edición y nota introductoria de Jesús Aguado
José María Valverde (Valencia
de Alcántara, 1926 – Barcelona, 1996) fue profesor de filosofía y estética,
crítico literario, traductor de numerosos escritores al español (Rilke, Joyce,
Melville, Hölderlin, Eliot, Faulkner…), catedrático de distintas materias,
autor de monografías (Cervantes,
Nietzsche, Antonio Machado…) y, además de esta vasta trayectoria como estudioso,
uno de los más destacados poetas de la Generación del 50 desde su primer
poemario aparecido en 1945, Hombre de
Dios. Salmos, Elegías y oraciones. Este y numerosos libros posteriores
fueron recogidos en Enseñanzas de la
edad. Poesía 1945-1970 (1971) y en Poesías
reunidas 1945-1990 (1990). Formó parte –considera el autor de la edición- “de
una generación de grandes voces divergentes dentro de la cual la suya aportó
una especial atención a las grandes cuestiones filosóficas que atraviesan la
existencia del hombre: su relación con lo divino (y con el cristianismo, vehículo
casi único y agónico, en el sentido unamuniano, de sus preocupaciones al respecto),
la pregunta por el ser de las cosas (confiando tanto en lo que Aristóteles
pueda aportarle como en lo que puedan enseñarle un santo, un pobre, un hijo. Sus
alumnos, los novelistas o un viaje) el modo en que el tiempo nos teje y nos
desteje de acuerdo a unas leyes universales que se presentarán nítidas o
neblinosas según las circunstancias, o la palabra como instrumento de
humanización, de estructuración intelectual, de telescopio para interrogar las
alturas (los cielos y los infiernos de los que hablan todas las tradiciones) y,
en última instancia, de puente entre lo inteligible y lo ininteligible” [pp.
9-10].
De la segunda parte de la
antología, que recoge todos los sonetos publicados por el poeta, reproducimos
una composición que da cabida a dos motivos recurrentes en su trayectoria.
DIOS EN EL TIEMPO
Cuando no logro hallarte en el presente,
Señor, hacia atrás vuelvo la mirada,
y allí estás, no en alguna renovada
estampa de mi historia, nuevamente;
sino en la perspectiva azul, latente,
visible en la sutil niebla dorada
que se alza entre el ayer y esta jornada,
hecho luz del recuerdo, olor, ambiente.
No en lo lejano, sí en la lejanía
te veo, no en las cosas, en los lentos
cambiantes de los cielos de mi historia.
Canta el tiempo que huyó tu melodía;
te oigo en la antigua lluvia de momentos
como en rumor de un río en la memoria.
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