martes, 25 de enero de 2022

La rebelión de las veletas


 LA REBELIÓN DE LAS VELETAS

 Pilar López Ávila

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Tigres de papel, 2022, 49 págs.

Ilustraciones de Ester García

    Pilar López Ávila (Cartagena, 1969), es Doctora en Veterinaria y en la actualidad es profesora de Biología y Geología en el IES "Norba Caesarina" de Cáceres. Autora de una extensa obra, entre sus libros publicados cabe destacar títulos como Las divertidas aventuras de las letras (2010), álbumes como Ayobami y el nombre de los animales (2017), con dibujos de Mar Azabal y seleccionado como mejor álbum ilustrado por el New York Times y la Biblioteca de Nueva York en 2018; El pequeño colibrí tiene un problema (2019), La cometa de los sueños (2019), Lávate las manos, María (2020); Rosalía y el diente que no se caía (2021); Con alas de mariposa (2021). Es también autora de Tarari que te vi y otros relatos (2021) y, junto a la ilustradora Deli Cornejo, de Luna, lunera, ¡quién alcanzarte pudiera! (2009), Gastronomía de la imaginación. Recetario imposible de Pringosona Rodríguez (2012) y Las sabrosas aventuras de Pringosona Rodríguez (2012). También con Deli Cornejo, El AVEcedario inventado (2016).

   Ester García (Cáceres, 1984) es licenciada en Bellas Artes. Desde 2008 trabaja como ilustradora, principalmente en el campo editorial, donde ha colaborado con editoriales como Nórdica Libros, Edelvives, Anaya, SM, Lóguez o Thule Ediciones, entre otras. Combina esta faceta con exposiciones dentro y fuera de España. Sus obras han recibido el premio del Ministerio de Cultura a los libros mejor editados, el Junceda en la categoría Internacional (España), o el convocado por la Fundación Cuatrogatos (Miami).

  Ahjora, la Editora Regional de Extremadura publica La rebelión de las veletas en su colección Tigres de papel. Reproducimos un fragmento en el que los vecinos encargan al herrero veletas en consonancia con sus preferencias antes de la devastadora invasión por los tejados de la aldea de los pebas (pluviómetros, barómetros, anemómetros).

 

   “El herrero de Vientos del Monte había tenido que adaptarse a los nuevos tiempos y diversificar su trabajo. La gente apenas compraba ya objetos de hierro forjado, la mayor parte de encargos eran reparaciones… “un barrote del cabecero de  la cama que se ha desprendido…, sí, …durante el pasado invierno que fue muy húmedo…”, “…y casi nos caemos a la calle cuando estábamos apoyados en la barandilla del balcón…, la de hierro con filigranas…”.

   Sin embargo, la mayoría de las veletas de Vientos del Monte los había forjado su padre que, además, le enseñó el oficio.

   Fue durante unos años en los que los vecinos competían por colocar sobre el tejado de su casa la veleta más bonita, la más elaborada y original.

   De esta forma, el maestro del pueblo quiso una con forma de búho: "esta ave era un símbolo para los antiguos griegos, y representaba a Atenea, diosa de la sabiduría" —le dijo a su padre el día que la encargó.

   Y así, el médico quiso que la suya fuera un unicornio: símbolo de lo escondido que hay que descubrir, la farmacéutica una bruja, el aficionado a la caza encargó el cazador y la liebre y el agricultor el labrador con yunta de bueyes.

   Todos los vecinos tuvieron su veleta.

   Y también las instituciones locales.

   Todavía recuerda el herrero cuando era niño y aprendía el oficio, la disputa que tuvieron el párroco de la iglesia y el alcalde.

   Al parecer, los dos se encontraron al mismo tiempo en el taller de su padre para encargar la figura de la veleta que coronaría el campanario de la iglesia y la torre del ayuntamiento respectiva-mente: un gallo. 

         -¡Simboliza lastres negaciones de San Pedro! —había argumentado el párroco.

         -¡El gallo canta al amanecer para despertar a los vecinos, y esa tarea ha de asumirla el Ayuntamiento! –explicó por su parte el alcalde”. [pp. 13-16].

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