DE MADRID A
LISBOA
(Impresiones
de un viaje)
Nicolás Díaz
y Pérez
Mérida,
Editora Regional de Extremadura, col Rescate, 2023, 389 págs.
Edición,
introducción y notas de César Rina y Àlex Tarradellas.
César Rina Simón (Cáceres, 1986), doctor en
Historia, es actualmente profesor en las universidades de Extremadura y Nova de
Lisboa. Se ha especializado en los procesos de nacionalización en la Península
Ibérica, la frontera hispano-portuguesa y los mecanismos culturales de
legitimación del poder en las sociedades modernas. Es autor de varias
monografías, entre las que destacan: Los imaginarios franquistas y la religiosidad popular (Premio Arturo Barea,
2015); lberismos (Premio Enrique
Fuentes Quintana, 2016) o Imaginar Iberia
(2020). Ha traducido al castellano obras de Antero de Quental y Oliveira
Martins.
Licenciado en Humanidades, Álex Tarradellas
(Barcelona, 1982) ha dedicado buena parte de su trayectoria intelectual a la
traducción: junto con Rita Custódio, ha vertido al portugués autores catalanes
como Josep Pla, Mercé Rodoreda o Joan Margarit, y otros como Cristina Rivera
Garza o Valeria Luiselli. Ha traducido al castellano al angolano José Luandino
Vieira y la mozambiqueña Paulina Chiziane. Forma parte de diferentes consejos
editoriales y de revistas culturales y literarias; junto a Rita Custódio es
autor también de varias guías de viaje sobre Portugal en general y Lisboa en
particular.
Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica De Madrid a Lisboa de Nicolás Díaz y Pérez (Badajoz, 1841 – Madrid, 1902), cuya vida y trayectoria profesional
trazan en un estudio riguroso César Rina y Álex Tarradellas. Inquieto y
emprendedor, Díaz y Pérez se embarcó en innumerables empresas culturales como
la fundación de periódicos republicanos, el liderazgo de logias masónicas, la
conspiración antiborbónica y el cultivo de varios géneros literarios (poemas,
novelas) y libros de historia, muchos de los cuales tuvieron como tema
Extremadura: “Historia de Talavera la
Real (1875); De Madrid a Lisboa
(1877); Baños de Baños (1880); Catálogo de los objetos, libros y documentos
de la provincia de Badajoz (1883); Influencia
de Extremadura en la literatura española (1883); López de Ayala y Moreno Nieto (1883); Diccionario Histórico-Biográfico de extremeños ilustres (1884) —su
obra más ambiciosa, tanto en extensión como en calado, iba a ser prologada por
José Moreno Nieto pero falleció y se le encargó la apertura a Francisco
Cañamaque—; Extremadura, sus monumentos y
artes, su naturaleza e historia (1887); El
Plutarco extremeño (1890) —obra destinada a las escuelas extremeñas, un resumen
y selección del Diccionario
Histórico-Biográfico con un perfil regionalista—; Reseña histórica de las fiestas celebradas en Badajoz (1899), entre
otras, así como un sinfín de artículos en prensa” [Introducción, p. 17].
Reproducimos un fragmento del capítulo XXV (“De Mérida a Badajoz”)
“Atónitos, con la boca abierta, dibujando
Scott en su álbum, apuntando yo en mi libro de viajes, contemplamos, cerca de
los colosales acueductos, que sobreviven a una posteridad de veinte siglos, el
soberbio arco triunfal de sillería cortada, erigido por los emeritenses en
honor a Trajano, benemérito español revestido de la púrpura imperial, que
realizó su entrada en Mérida, al regreso de la brillante campaña de la Dacia,
territorio sometido a Roma por sus invictas legiones.
Al lado de aquel famoso arco triunfal, el
hombre parece pequeño, porque aún se duda si aquel monumento es obra suya. Yo
miraba aquella mole y le decía a Scott:
—Buena portada de casa.
Y el inglés me respondió secamente:
—Para cuando los católicos edifiquen
otra vez el cielo.
Recorrimos unas cuantas calles, y vimos la
hermosa columnata del templo de Diana, bajo cuyas bóvedas el pueblo pagano
aplacaba con humanos sacrificios las iras de la Diosa, siempre venerada, como
la que más, entre la multitud de Diosas que componían la animada teogonía de
los romanos.
Corrimos al extremo Norte para contemplar los
ya casi perdidos fragmentos de argamasa y hormigón, donde se asentaba otra
mansión religiosa consagrada a Júpiter; y en el Sudoeste se eleva a los aires
las moles gigantescas del gran Circo, anfiteatro destinado a los espectáculos,
en cuya arena los gladiadores luchaban, espada en mano, hasta perder la vida o
arrancarla de sus adversarios. ¡En aquel círculo rodeado de escalinatas y
arquería, cuántas víctimas sacrificadas a la barbarie! Los verdugos destrozaban
el cuerpo de los malhechores y de los neófitos cristianos; las fieras, los
feroces leones de Numidia, los bravos
leones del desierto, ensagrentaron en más de una ocasión sus garras, clavadas
en las entrañas de un ser humano”. [pp. 243-244].
No hay comentarios:
Publicar un comentario