miércoles, 10 de mayo de 2023

Cuidado con el perro

CUIDADO CON EL PERRO

José A. Ramírez Lozano

León, Eolas Ediciones, 2023, 64 págs.

   José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, 1950) inició su obra narrativa con Don Illán (Orihuela, 1978), una novela corta con algunas de claves de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos. Algunos de los aparecidos  a partir de 2000 son Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de Badajoz, 2015), El relojero de Yuste (Ediciones del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos, 2016), El camello de oro (2018), Un calcetín de lana rojo (2019) Las nueces del más allá (2020) o Pasodoble (Naginata, 2022). Ahora la editorial Eolas publica Cuidado con el perro, que reúne composiciones que pueden ser leídos como micorrelatos (tienen un sentido autónomo) o como una novela breve dada la reiteración de personajes humanos y caninos. Es cierto que la obra refleja un presente en que se da a los perros un tratamiento extraordinariamente consentido, con unos animales melindrosos que protagonizan desfiles de moda, visten ropa de abrigo o, finalmente, descansan en tumbas (“Fuiste mi corazón peludo”), pero no hay en estos textos un propósito de denuncia sino un fin puramente literario que juega, con ingenio, humor y constantes hallazgos léxicos, con las similitudes y contrastes entre los animales y sus amos o la aproximación en la condición humana y perruna de ambos. Reproducimos una de las composiciones.

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   “Ni doña Matilde Sigüenza ni el propio doctor Riqueni lo-gran entenderlo. Para ellos, todo el que tiene por mascota a un animal que no sea perro resulta, sin duda, un sujeto raro y neurótico.

        —Hay perros y bichos. No hay más —contunde don Arturo Mesa del Hoyo.

  La propia sociedad Gengis Kan, en colaboración con la academia Cipión y Berganza, ha promovido más de un ciclo de conferencias contra el desvarío de apadrinar animales inexpresivos y horrendos, argumentando que pueden conducir al ostracismo del dueño y otras consecuencias psíquicas desastrosas e irreversibles.

        —Ahí tienes a Marcos con el pez —arguye ahora don Virgilio Domene—. Todo el santo día con los ojos pegados a la pecera. Eso no es vida.

        —Pues él dice que le habla —apunta escéptico un tal Mauro—. Debe de ser que las burbujas se le hacen sílabas.

        —Eso es una impostura, Mauro —rebatió doña Matilde despreciando—. Un pez imposible.

        —¿Pero qué calor humano puede recibir ese hombre de un pez? —se arrebata don Arturo con escándalo—. Vale que un gato se arrulle junto al dueño, pero un pez, señor mío. ¿Un pez?

        —Los gatos son la poesía —sentencia Mauro después de un silencio purgativo—, la narrativa los perros.

        —Un gato no te defiende —zanja Riqueni—. Un perro, en cambio, da la vida por ti. Ten en cuenta que los gatos son cobardes y escurridizos, como los poetas.

  En la ciudad de Sevilla hay censados más de cuarenta mil animales de compañía, de los que más de la mitad son perros. Los otros, según la Gengis Kan, bichos: gatos, lagartos, boas, loritos, urracas, tortugas y hasta una libélula que alquilan para los tocados en las bodas.

   A Marcos Santana, el de la dulcería, siempre le gustó la singularidad. Marcos Santana tiene un grillo de mascota.

        —Eso es ya aberración —dogmatiza don Arturo.

   El grillo de Marcos Sena le avisa del extraño que anda a la puerta y, además, le vale de despertador. Aunque hay noches que le da por la cantata y entonces a Marcos no le queda otra que echarle un cubo de agua. [pp.52-53].

 

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