viernes, 7 de septiembre de 2012

El crimen de Ampurio Pinto



EL CRIMEN DE AMPURIO PINTO

José A. Ramírez Lozano
Instituto Leonés de Cultura, León, 2012, 89 págs.
IV Premio de novela corta “Tierras de León”.


Autor de  más de sesenta obras de narrativa y poesía, José A. Ramírez Lozano (Nogales, Badajoz, 1950) consiguió el pasado mes de diciembre el IV premio de narración corta “Tierras de León” otorgado por un jurado presidido por Luis Mateo Díez. El crimen de Ampurio Pinto es una novela que, en palabras del jurado, “se enmarca en la mejor tradición de escritores como Juan Rulfo o Álvaro Cunqueiro, plantea situaciones insólitas y nos ofrece una visión fantástica y legendaria, donde el misterio siempre está presente”. En su arranque, como el de Pedro Páramo, el joven Marino regresa a Monsalud para pagar unas misas por su abuelo.


“Anochecía en Monsalud al tiempo que doblaban las campanas. Al entrar, un bando de corujas cruzó volando sobre las tapias del callejón, sus buches blancos luciendo un momento en la maraña turbia de las sombras. La calle estaba medio a oscuras, iluminada a trechos por unas farolas amarillas que sacaban perfiles obtusos de espantajos a los pocos que bajaban o subían.
-Oiga –le pregunté a uno que salió de la taberna-, busco a Publicio, el sacristán.
-Eso tiene usted que subir hasta la misma iglesia –dijo con voz fosca-. La casa la tiene pegada al cementerio; es la única. Véngase conmigo; voy para allá también.
Lo seguí. Al principio pensé que era la sombra lo que no me permitía verle más que media cara. Luego, al cruzar bajo la siguiente farola, comprobé con horror que no, que era en verdad la mitad de un hombre y que sólo poseía la mano con que agarraba la botella. Y por eso andaba casi a saltos, como los pájaros, porque le faltaba un pie.
-¿Es usted también ánima?
-¿Ánima yo? –detuve el paso con recelo-. No señor, no soy ánima todavía. Yo soy el nieto de Cándido Domínguez Suero y vengo a encargarle unas misas”.

1 comentario:

  1. Este es el que se merece, por el número de libros publicados y de premios ganados, la dichosa Medalla de Extremadura (que se gana al peso). ¡Qué tío!

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