miércoles, 23 de noviembre de 2022

Pasodoble

PASODOBLE

José A. Ramírez Lozano

Sevilla, Extravertida Editorial, Col. Naginata, 2022, 125 págs.

 

   José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, 1950) inició su obra narrativa con Don Illán (Orihuela, 1978), una novela corta con algunas de claves de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos. Los aparecidos  a partir de 2000 son Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de Badajoz, 2015), El relojero de Yuste (Ediciones del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos, 2016), El camello de oro (2018), Un calcetín de lana rojo (2019) o Las nueces del más allá (2020). Ahora la editorial sevillana Extravertida publica Pasodoble cuya trama arranca con la noticia (recogida por la prensa durante los años noventa en que sitúa la trama) de la avería del Fortuna, el yate del Rey, frente a las playas de Chipiona, sin que este motivo tenga, como un macguffin literario, desarrollo narrativo, pues el interés se dirige hacia el desasosiego alborozado entre las gentes más castizas de Chipiona y Sanlúcar de Barrameda ante el percance real. Este es el inicio de una obra barroca y coral protagonizada por una variopinta fauna castiza: coplistas y toreros, un mendigo confidente, guardias civiles, un etarra seductor, opositores a notariado, muchachas virginales, una duquesa roja, viejas aristócratas postulantes, conocidos unos por sus nombres, otros por epítetos próximos fónicamente, empeñados en proyectos delirantes (garantizar la seguridad del Rey, conseguir dinero para comprarle un nuevo yate) contemplados con una mirada a la vez caricaturesca e indulgente heredera del esperpento, como anuncia la cita inicial y ciertos guiños literarios (“Sácanos de este infierno, Marantino”). El protagonismo, sin embargo, corresponde a un estilo propio inconfundible, marcado por el humor, la imaginación desatada y los constantes hallazgos verbales con ligero sesgo arcaizante. Reproducimos un fragmento en que un grupo de personajes consigue contactar, a través de la médium Cuca Antón con Lola Flores.

          “—Lola, divina, ¿me escuchas?

         —Sí, sí que te escucho, Cuca. Pídeme, pídeme por esa boquita, arma mía.

         —Mira, Lola, que quiero pedirte también que, por favor, intervengas en lo del rey.

         —¿Pero qué es lo del rey, Cuquita mía? ¡Ay! ¿No me irás a decir que le pasa algo malo a Su Majestá?

         —Tragedia, ninguna, querida Lola. Se trata de que se le ha averiado el Fortuna aquí mismo, frente a la playa de Chipiona, y la ETA lo está rondando.

         —¡No puede !

         —Sí que lo es. Ahí tienes, si no, el martirio de Teresita. Pues anda que si no es por ella que paga el golpe con su honra, hoy a lo mejor estaba de luto España entera. Y lo que más nos extraña no es que se haya quedado en el barco, que sus razones tiene; lo que más nos ha extrañado es que no se haya dirigido a la nación.

         —Eso será —absuelve la diosa— que lo ha cogido sin el papé. Como tú sabes que él habla siempre por escrito... Ahora, que lo que voy a hacé es mandarle un ciento de arcángeles rubios marineros, de los de doña Concha, pa que lo traigan a Madrí en palmitas. ¿Qué te parece? ¿Eh, Cuquita?

         —Que muy bien, Lola, divina. Que, para que lo sepas, varias personas buenas de aquí, de las que creen en ti y aman nuestra España, han organizado para mañana una verbena benéfica para contribuir a la compra de un nuevo yate real. Dime, ¿estarás, Lola?

         —Estaremos. Tú no te preocupes, Cuquita, hija, que doña Concha y yo y yo y Camarón y hasta el Generalísimo y yo, aunque no de cuerpo, lo estaremos de espíritu en el arma de la copla y en el meneo de los pasodobles. ¡Viva España!” [pp. 91-92].

 

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