CUADERNO DE
CAMPO
Adolfo Gómez
Tomé
Mérida, Editora
Regional de Extremadura, Col, Poesía, 2021, 49 págs.
Adolfo Gómez Tomé (Mirabel, Cáceres, 1969) es profesor de lengua inglesa en Plasencia. Junto a una extensa obra publicada de relatos y narraciones breves, es autor de la novela La Gallina Ciega (premio de novela corta “Casino de Lorca”, 2000). Ha traducido a la poeta inglesa Kathleen Raine en diferentes revistas especializadas y es responsable tanto de la antología bilingüe Poesía y naturaleza, de esta misma autora, como de su autobiografía Adiós, prados felices (Renacimiento, 2013); también ha publicado versiones de Tahar Ben Jelloun y de la premio Nobel Louise Glück. Junto al ilustrador Lluvia Buijs publicó los relatos contenidos en Naufragios (Editora Regional de Extremadura, 2010). Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en su colección Poesía Cuaderno de campo, que en sus dos bloques (“En casa” y “Debo salir y habitar sus pasos”) comunica un regreso a la casa y a la naturaleza de la infancia (una naturaleza expresa en una nota final: “este cuaderno de campo está dedicado al río Jerte, al monte Valcorchero, a la huerta del Palacio, a la finca del Risco, a la rivera del Castaño, a la garganta de Minchones, al monte Batuecas”), recreada en textos abiertos a la belleza elemental de este entorno contemplada con los tonos de un asombro infantil. Reproducimos una composición del segundo bloque.
Dios espera… donde están las raíces.
Rilke
El viejo
gallinero en un rincón de la huerta.
Los huevos
morenos 
aún tibios 
en las
manos-nido de las niñas 
(la ternura de
los dedos alentando la tersura de la cáscara).
Los narcisos
florecidos 
(aquellos
traídos a hurtadillas de Escocia veinte años atrás) 
a los pies del
muro de piedra 
inclinando sus
cabezas amarillas 
                                               dulcemente.
Y dulcemente,
las manos envejecidas de mi padre 
ofreciéndomelos
(“llévatelos a casa”) 
la fragancia
arremolinándose en las puntas 
                                                        de
sus dedos.
La ranita de San
Antón abrazada 
                                      inmóvil 
a la rama de
bambú 
mecida
imperceptiblemente 
por el vislumbre
de la primavera.
¿De qué nos
habla el pálpito de su piel 
verde, verde,
verde sin paliativos?
El viejo
gallinero en el rincón de la huerta.
                                                        He
vuelto.