sábado, 30 de diciembre de 2023

Aves de Extremadura

AVES DE EXTREMADURA

Fernando Domínguez Domínguez y Felipe Rodríguez Pérez

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Cuadernos populares, nº. 69 y 70, 2023, 135 y 124 págs.

   Fernando Domínguez Domínguez (Nuñomoral, Cáceres, 1963) es licenciado en Bellas Artes y ejerce como profesor de dibujo en la enseñanza media. Con una importante trayectoria en el mundo de la restauración de obras de arte, así como en la cartografía, proyectos socioculturales y el diseño gráfico, está en posesión de más de una decena de premios por su trabajo artístico que ha sido expuesto de forma individual en múltiples ocasiones.

   Felipe Rodríguez Pérez (Moraleja, Cáceres, 1975) es licenciado en Filología Hispánica y profesor de secundaria. Colaborador habitual en diferentes revistas y blogs como crítico literario ha dedicado buena parte de su trayectoria a la didáctica de la lengua y la literatura y su legislación. También participa en distintos proyectos culturales y está formado, además, como técnico turístico ornitológico. 

   “Nuestra moderna atención a la ornitología, visible en los encuentros, en los miradores adaptados o en la abundancia de guías técnicas para la observación de aves, tiene raíces profundas que se hunden tanto en la tradición cultural como en la científica: los pájaros —de buen o mal agüero, humildes o de una vistosidad emblemática— han aparecido con profusión en fábulas, narraciones orales, plegarias, libros clásicos y obras de arte a lo largo de la historia. Muchas de esas aves con raigambre cultural viven o pasan un tiempo en Extremadura, donde la riqueza de paisajes y ecosistemas ofrece un hogar seguro en que anidar. Fruto de esa convergencia entre ciencia y tradición cultural son los dos volúmenes Aves de Extremadura, que combinan la descripción técnica que necesita quien las busca y observa con las notas culturales que insertan en la literatura o en el arte su presencia entre nosotros, unidas por la belleza y el rigor de las acuarelas que permiten identificar cada una de esas aves y, al mismo tiempo, disfrutar de la presencia del animal en su entorno. Una obra como esta no sería posible sin otra reunión providencial: la de su ilustrador, Fernando Domínguez Domínguez y la del conocimiento del autor de los textos, Felipe Rodríguez Pérez”. [Texto de contraportada].

 

viernes, 29 de diciembre de 2023

Regreso a las azoteas verticales

REGRESO A LAS AZOTEAS VERTICALES

Jaime Covarsí

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Colección Geografías, 2023, 96 págs.

    Jaime Covarsí es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, donde obtiene su doctorado cuyo trabajo, Roman de Flamenca: estudio y traducción de un tratado amoroso occitano, recibe el Premio Extraordinario de Tesis Doctoral (2005). En el año 2018 se doctora en Filosofía, también en la Universidad de Sevilla con la tesis Homo narrator: consideración ontológica de la condición narrativa del hombre en Ricardo Piglia, Es autor de novelas (El bastón de avellano, Confesiones del apócrifo Cervantes y El mal necesario). Destacan también libros de relatos (Mano a mano, Entrecalles), y de cartas literarias (Las cartas de Esquivias). Es autor asimismo de trabajos de carácter documental como Lucharé para encontrarte. Crónica sentimental de la desaparición de Francisca Cadenas (2019) o textos de carácter pedagógico como Poesía terapéutica (2016). En 2022 la editorial emeritense De la Luna libros publicó su novela Frontera, mi frontera. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en su colección Geografías Regreso a las azoteas verticales que agrupa  las composiciones en tres bloques, “Realidades” (mundo exterior), “Etimologías” (el propio lenguaje) y “Principios y inexactitudes” (la intimidad), en unos poemas que “conforman y desvelan de un modo singular el silencioso secreto, a veces luminoso, a veces oscuro, que acontece en toda vivencia humana” [Texto de contraportada]. Reproducimos la composición de cierre del libro.

CUANDO LA LUZ SE AGOTE

Cuando la luz se agote, solo quedará

hablar y deslizar los ojos

en la escucha, el anhelo

de pronunciar y oír,

de preguntar la luz

en su claridad.

 

Cuando la luz se agote, solo quedará

de las palabras el tumulto

y del grito mudo, una noche eterna;

 

y el cansancio opaco del hombre y su impaciencia.

 

Solo quedará, digo,

cuando la luz se agote

y las azoteas verticales

olviden nuestro regreso.

 

Hombres sin mujeres


HOMBRES SIN MUJERES

Ernest Hemingway

Pereira (Colombia), Ed. Tres Cantos, Col. Catalejos del Tiempo, 2023, 232 págs.

Prólogo de Alberto Salcedo Ramos

Trad. de Alfonso Conde Rivera

   Hombres sin mujeres es una compilación de catorce cuentos que Hemingway (Premio Pulitzer en 1953 y Premio Nobel de Literatura en 1954) publicó en 1927, cuyo epígrafe, considera el prologuista, "viene a ser no solo el título de este libro, sino también la temprana revelación de una preferencia: en el universo literario de Ernest Hemingway los personajes masculinos son preponderantes. Tal predilección ha dado lugar a múltiples interpretaciones: unos críticos mencionan el choque de Hemingway con la figura paterna, otros se refieren a su evidente visión machista del mundo, y otros tantos la ven como una consecuencia de su fascinación por ciertas actividades bárbaras que son, sobre todo, asuntos de hombres: la cacería, la guerra, el boxeo, la tauromaquia […] La crítica Márgara Avervach piensa que los personajes de Hemingway –niños emocionales- no quieren afrontar ciertos problemas que saldrían a flote si se relacionaran con mujeres. ‘Son hombres que prefieren el desafío de la caza, la pesca y los toros a la vida en pareja, hombres a los que el matrimonio destruye, hombres que huyen a los cafés, a los bosques, a las montañas, a la guerra, para no crecer, para no ser adultos’” [pp. 9 y 11]. Reproducimos el arranque del primer relato (titulado irónicamente “El invicto”) que ejemplifica palmariamente esa colaboración que las tramas de los relatos de Hemingway exigen del lector para captar esos matices solo sugeridos (en este caso, la sensación de rechazo que embarga al personaje ante el silencio a su llamada).

   “Manuel García trepó las escaleras hasta la oficina de don Miguel Retana. Dejó la maleta en el suelo y tocó la puerta. No hubo respuesta. Manuel, de pie en el corredor, sentía que había alguien adentro. Lo sentía a través de la puerta”.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Los descalzos

LOS DESCALZOS

POESÍA COMPLETA (1976-2023)

Francisco Javier Irazoki

Madrid, Hiperión, 2023, 578 págs.

Texto liminar (“Casa definitiva”) de Fernando Aramburu.

   Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue periodista musical en Madrid. Colaboraba en revistas como Disco Express (bajo la dirección de Erwin Mauch) y El Musiquero (dirigida por José María Iñigo). Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc. Como escritor, sus primeros poemarios editados fueron Árgoma (Estella, 1980) y Cielos segados (Universidad del País Vasco; Leioa, 1992), que incluía los tres volúmenes de versos escritos hasta esa fecha: Árgoma (1976-1980), Desiertos para Hades (1982-1988) y La miniatura infinita (1989-1990). Más tarde, Irazoki publicaría Notas del camino (Javier Arbilla Editor; Pamplona, 2002, con fotografías de Antonio Arenal), el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes (Hiperión; Madrid, 2006) y La nota rota (Hiperión; Madrid, 2009), cincuenta semblanzas de músicos de épocas muy variadas, desde el Renacimiento y el Barroco hasta los mejores creadores e intérpretes del jazz. En 2013 apareció el libro de versos Retrato de un hilo; en 2015, Orquesta de desaparecidos y la antología poética Palabra de árbol, y en 2017 Ciento cincuenta espejos. En 2019 vio la luz, en fin, el libro de poemas en prosa El contador de gotas. Esta es, junto con otras tareas como traductor y crítico literario, la notabilísima trayectoria literaria que evoluciona desde los tonos vanguardistas y rebeldes de los primeros libros hasta el registro “clásico” de la mayor parte de su producción. Los descalzos, que ahora publica la editorial Hiperión, recoge su poesía completa (como comenta Fernando Aramburu, su “casa definitiva”), aparecida entre 1976 y 2023, incluido un libro inédito, Música incinerada. No es posible compendiar en una breve reseña la extraordinaria riqueza de esta tarea de décadas. Sobresalen en este territorio motivos como la familia, la niñez y la juventud, la presencia de los marginados (exiliados del este de Europa, inmigrantes…), artistas no reconocidos en su época o perseguidos por todo tipo de tiranías, la denuncia de los infiernos nacionalistas…, todo ello mediante una expresión selecta y pulcra, de una notable fuerza metafórica presente usualmente ya en los títulos. Reproducimos dos composiciones de su último libro que acogen otras tantas estampas, la de los antepasados y la de los desposeídos (ambas tal vez asumidas en la condición de los “descalzos” del título).

EXCAVACIÓN ÍNTIMA

   Mis pobladores vacían su casa y se adentran en un yacimiento.

   Son arqueólogos y trabajan en un círculo pequeño. Han viajado con raquetas, guantes, escobillas, cuerdas, pinceles, cubos. Criban materiales, exhuman imágenes.

   Limpian cavidades subterráneas y extraen residuos del día en que vipor primera vez el rostro de mis padres.

   Analizan mis tumbas de dolores antiguos. La alegría y el placer se han convertido en  objetos de cerámica.

   Todavía con el barro del recuerdo, depositan todos los fragmentos sobre estas páginas. [p. 425].

BRINDIS ERRANTE

Las heridas de los siglos

viajan en maletas de deportados.

 

Los disidentes transportan

sus canciones de sed

en vagones de exilio.

La fuga es su equipaje.

 

Una muchedumbre extranjera

se palpa sus nombres para huir

de los campos de exterminio.

Son nombres que contienen

la música de las alambradas.

 

Todas las víctimas de la exclusión

extienden un mapa de desarraigos:

la noche diurna de la xenofobia.

Su bandera es la ausencia de bandera.

 

La identidad fue una cárcel,

on sus beatos, sus apóstoles

y sus oratorios ensangrentados.

 

La caravana de proscritos es mi faro.

Ante sus luces quemadas

brindaré por los hombres. [p. 433]

 

miércoles, 27 de diciembre de 2023

El desorden del que te quejas

EL DESORDEN DEL QUE TE QUEJAS

Chelo Sierra

Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2023, col. Vincapervinca, 119 págs.

   Nacida en Madrid, Chelo Sierra estudió publicidad y como creativa publicitaria trabajó durante más de quince años. En 2009 se trasladó a vivir a Torremenga (Cáceres) dedicándose desde entonces a la literatura (fue durante dos años columnista de El periódico de Extremadura). Además de un reciente volumen de artículos literarios (De nada. Ediciones Torremozas, 2017), ha publicado tres novelas cortas (Los collares azules de bleubaie. Ayuntamiento de Toledo, 2015), El efecto avispa (Col. Hécula, Yecla, 2018), Bonsáis (Premium, 2019, finalista del Premio Encina de Plata) y La mala intención, 2023, premio de novela corta Ramiro Pinilla), y los libros de relatos El síndrome de Peter Pan (Cuatro Péndolas, Jaraíz de la Vera, 2012), La teoría de Polch (Ediciones Torremozas, Madrid, 2012), Desencuentos (Ediciones Torremozas, 2014) y La mirada del orangután (2016), con el que consiguió el XXVI premio de cuentos “Ciudad de Coria”, y fue, además, finalista del prestigio premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España, un galardón que venía a sumarse a otros numerosos reconocimientos (premio Ana María Matute de narrativa de 2012, premio Amboades de 2013, premio de novela corta Princesa Galiana de 2014, entre otros). Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en su colección Vincapervinca El desorden del que te quejas, un conjunto de dieciséis relatos que desde distintas personas narrativas capturan fragmentarias instantáneas del presente que en ocasiones tienen un desarrollo realista (una pareja trata de liberar a su hija adolescente del laberinto digital que la está destruyendo, una mujer endeudada sustituye a la cuidadora de un anciano, aceptando las mimas condiciones de trabajo y la misma humillación…) y en ocasiones derivan hacia un desenlace fantástico e imprevisto. Nos encontramos ante vidas (con frecuencia, femeninas) ni aleccionadoras ni ejemplares, sumergidas en entornos conflictivos, narradas con una imaginería actual (urbana, pero seducida por el mundo rural), una aguda capacidad de observación y una innegable simpatía artística. Reproducimos el arranque de un relato (“Mentiras piadosas”) en que dos hermanas afrontan la muerte de la madre y a la sugerencia de un consuelo ilusorio y falaz.

 

   “Mamá acababa de morir. Las enfermeras entraron en la habitación y nos pidieron que saliéramos; tenían que hacer algo, ni siquiera quisimos saber qué. Dejamos de acariciar esas manos que ya eran potencialmente ceniza, y obedecimos la orden con una sensación de derrumbamiento, como si se acabara de desplomar un andamiaje que nos hubiera sujetado, firme y silenciosa, desde la infancia. Notamos, antes de abandonar la estancia, la grieta de silencio que produjo el monitor cardíaco, aquel trasto con números flúor: los pitidos que tanto habíamos odiado durante los últimos días desaparecieron como fugitivos infames, culpables de la desgracia. No nos alejamos mucho, empeñadas como estábamos en vigilar la puerta de la habitación en donde mamá ahora era apenas un objeto de atrezo, como si su cuerpo hubiera pasado a formar parte de la tramoya en la que ya no quedaban actores, ni orquesta, ni apuntador; tan solo un decorado polvoriento y un halo de misterio tan falso como los bolsos que vende un mantero. La dentadura postiza envuelta en una servilleta de papel sobre el alféizar de la ventana, las zapatillas a los pies de la cama, el neceser abierto en una repisa de la taquilla oxidada, un vaso de agua medio vacío en la mesilla. Y mamá. Desnuda. Descalza. Tan solo materia inanimada. Eso era lo único que habíamos dejado ahí dentro. No sé por qué insistíamos tanto en mirar hacia la puerta. No tenía sentido. Quizá aún esperábamos un truco de magia –recuperar sus cosas por si, uniéndolas, conseguíamos reconstruirla- o andábamos en busca de respuestas: ¿era la muerte de mamá la que nos asustaba o era más bien la certeza de que habíamos abandonado para siempre nuestra condición de hijas, ese estatus que te salva del ocaso?”. [pp. 79-80].

 

martes, 26 de diciembre de 2023

Anasté

ANASTÉ

La hecatombe de Tarteso

Marino González Montero

Mérida, De la Luna libros, col. Teatro, 2023, 102 págs. 

   Marino González Montero (Almaraz, Cáceres, 1963) es profesor de secundaria en Mérida. Fundador de la revista de creación La Luna de Mérida, ha sido finalista en el Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en 2004 con su libro En dos tiempos. También ha publicado Tangos extremeños y Bulerías y los libros de cuentos Sedah Street, Diarios Miedos y Sed, así como los poemarios Incógnita del tiempo y la velocidad, Un estanque de carpas amarillas y La verdadera lengua de los pájaros. Es coautor del libro Puentes de Extremadura y de la edición ilustrada de La vida del Lazarillo de Tormes y autor de Rollos y picotas de Extremadura. Como autor teatral ha publicado The Tempest, una versión libre de la obra de Shakespeare, el poema épico-dramático La Bella Magalona así como el texto poético-dramático Aquiles. Ha escrito y dirigido obras como Muerte por Ausencia, LABERINTO: anatomía del presente y Satanás, así como distintas versiones de textos grecolatinos de Plauto, como Cásina, El Persa o Truculentus, y de Terencio, como El Eunuco, Heautontimorúmenos, Adelphoe, Phormio o Hecyra. Es autor y director del espectáculo flamenco Amapolas Negras.

   Situada su trama en lo que hoy son valiosísimos yacimientos arqueológicos, la obra contiene un diálogo entre Anasté y la diosa Nortia sobre graves temas atemporales (la condición de la mujer, la existencia de los dioses, la violencia, la muerte…) en un registro clásico, no exento de humor, y un elevado tono poético. Reproducimos un pasaje en que la protagonista ante los indicios perturbadores del fin de un mundo (de un pueblo, de una cultura, de unos dioses) evoca, por contraste, sus orígenes. 

         ANASTÉ: (Se aparta para evitar ser tocada. Asiente con la cabeza y con el gesto con las manos para invitar a NORTIA a que se siente en la escalinata a escuchar su relato. NORTIA acepta la invitación con una leve reverencia antes de sentarse).

Nacía bastante cerca

de aquí… un poco más de un día de viaje…

Roano Sereno dicen que llaman

a aquel territorio con muy buen juicio

pues se arrellana sobre rocas

rojas y serena es su vista pues carece

de picos y mansas lomas

suavizan la mirada del más terco.

         NORTIA: (Bostezando)

Ya estoy maldiciendo la hora fatal

en que te he pedido esto.

         ANASTÉ: (Que no hace caso)

Aquel territorio que ocupa piel

bajo mi piel sangre bajo mis venas

y locura bajo mi pensamiento…

fue el que me vio nacer

en el onceno día de la oncena

luna nueva…

en borrosa y velada y esquiva noche.

         NORTIA:

¿Podemos avanzar?

¿Quiénes eran tus padres?

ANASTÉ: (Alegrando primero la cara con el recuerdo)

Mi madre era natural de esta tierra.

Mi padre no… mi padre…

hundía sus ascendencia en las costas

primero de la Etruria

y antes del bajo Egipto.

         NORTIA: (Con algo de desprecio)

¡Ah! Entonces comerciante fenicio…

Quien tiene un fenicio… tiene un tesoro…

         ANASTÉ: (Algo contrariada)

Eso no…

es así…

         NORTIA: (Riéndose)

Vaya que no es así…

tú tienes el tesoro…

hasta que diga el fenicio que no.

         ANASTÉ: (Un poco mimosa)

Mi abuelo era fenicio… y guardo muy buenos recuerdos de él.

Mi padre era muy muy religioso…

         NORTIA: (Aparte al público)

Sí, adorador devoto de Mammón…

amasador del pan de oro y del pan de plata.

         ANASTÉ: (Que lo ha oído. Justificándose)

Mi padre llegó a ser augur mayor.

         NORTIA: (Como terminando un silogismo)

…y eso me proporciona vía libre

para amontonar una gran fortuna.

ANASTÉ: (Venida a menos)

Tienes toda la razón. Yo también…

le recriminaba a veces esa ansia

de poder y riquezas…

(NORTIA hace un ademán inquisitivo con la cabeza y los hombros para que ANASTÉ continúe).

Mi madre decía que el buen augur

y la familia del augur jamás

debían expresarse en esos términos

de culpa pues sólo a ellos les es dado

por mandato divino

la concentración y el reparto justo

de los bienes que aquellos mismo dioses

tuviesen a bien darnos como don”. [pp. 39-41].

 

lunes, 25 de diciembre de 2023

La ruta de Eminé

LA RUTA DE EMINÉ

José A. Ramírez Lozano

Sevilla,  Algaida Editores, 2023, 184 págs.

   José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, 1950) inició su obra narrativa con Don Illán (Orihuela, 1978), una novela corta con algunas de claves de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos. Algunos de los aparecidos  a partir de 2000 son Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de Badajoz, 2015), El relojero de Yuste (Ediciones del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos, 2016) o Pasodoble (Naginata, 2022). Ahora la editorial sevillana Algaida publica La ruta de Eminé, que relata el viaje del pescador de sombra Turión y la joven estambulí Eminé, tejedora muda de alfombras para el sultán, por una paisaje oriental de desiertos y ciudades fantásticas en busca de un reino cuyos destinos están llamados a regir. Al frente de una caravana de camellos cargados de sedas y especias, los dos jóvenes vivirán arriesgadas aventuras y conocerán a insólitos personajes cada uno de los cuales trae hasta la superficie de la narración el relato de sus sorprendentes vidas y experiencias. El viaje, el cuento, el lenguaje son los motivos que hilvanan esta aventura itinerante comunicada con una prosa repleta de humor, fantasía y hallazgos estilísticos. Reproducimos un fragmento que contiene estas cualidades.

   “Con esa prevención anduvieron un día entero, los dos entretenidos en mirarse, guarecidos por la nube como príncipes. Cruzaron las tierras de Gimión y al anochecer del día siguiente toparon un río.

        -Este va a ser el río –receló Turión.

   Aunque las sombras no dejaban ver sus aguas, las delataba aquel rumor correntino y el farallón de sus riberas.

        -Podré lavarme al menos –apuntó Husém honroso-. La limpieza es la mitad de a fe, dice el Rasul.

   Acamparon pues a oscuras, asistidos solo por la lumbre de los mirlos, cada cual en su jaula, lámparas como se tornaban en la noche. Y durmieron, aunque no sin sobresaltos.

   A eso de la madrugada, Turión despertó a Eminé.

        -¿Escuchas eso? –le dijo.

   Ella se revolvió en la almohada y asintió con un gesto de no entender nada de lo que Turión decía.

        -Son palabras –precisó- el agua lleva palabras. Un rumor de palabras. Escucha.

   Eminé bostezó desperezándose y luego abrió los ojos atenta, como si escuchase también por los ojos. Al momento, hubo en ella un gesto breve de asombro que daba la razón a Turión. Aquello había que averiguarlo sin tardanza. Con una cosa así no podía aguantar hasta que amaneciera, de manera que se vistió a la ligera y salió a buscar a Efrén.

        -Parecen sílabas, sí –quiso contentarlo el hebrero-, pero, sin duda, indescifrables, señor.

        -Son palabras –insistió tajante-. Vengan aquí los demás esclavos.

   Acudieron Pitio y Norám primero y después Chitián y el griego Carispeto, los cinco atentos a lo que el amo alertaba, sus manos tras las orejas sirviéndose de ellas a modo de pantalla. Y nada.

        -¿Y cómo? –desesperaba Turión-. ¿No os traje para esto? ¿No decías tú, Chitián, que el mundo todo estaba lleno de ocultas lecturas? ¿Y tú, Carispeto? ¿No te prometías sacar la raíz de als palabras?”[Pp. 82-84].

martes, 7 de noviembre de 2023

Flexiones

FLEXIONES 
Inflexiones, reflexiones y otros ejercicios desaforísticos. 
Félix José Ortiz 
Almería, Ed. Círculo Rojo, 2023, 101 págs. 

 Nacido en Madrid en 1964, Félix José Ortiz es profesor de instituto en un centro de Zafra que colaboró en la antología de nuevos y novísimos narradores extremeños, Alquimia (1985), preparada por Moisés Cayetano Rosado. En 2021 publicó Desaforismos. Aforismos desaforados y otra filatería proverbial, compilación de aforismos que abrió un camino en cuyo territorio se sitúa este segundo volumen, un conjunto de textos breves de carácter experimental y lúdico agrupados en dos bloques (“De lo profano” y “De lo sagrado”). Los textos, como ocurría en la entrega anterior contienen breves anotaciones que se sitúen en un ámbito fronterizo entre la reflexión ensayística, la observación aguda de la vida cotidiana y el hallazgo puramente verbal en los que hallamos numerosos recursos literarios (símiles, antítesis, paranomasias, dilogías…) con preferencia según sucede en las greguerías de Gómez de la Serna por la metáfora (con frecuencia humorística), “un mapa detallado de los juegos de palabras, de las relaciones fortuitas, de las similitudes desapercibidas y de las cascadas de alternativas que el azar ofrece a quien se atreve a ir más allá” [Texto de contraportada]. Reproducimos algunos aforismos. 

     Al mirarme, los ciegos me confunden. 

     Y un buen día la jovencita, en lugar de la regla, tuvo la excepción. 

     A los viejos ventanucos les salen orzuelos de macetas con lirios. 

     La vieja camisa del nuevo difunto ondea, tendida a media cuerda. 

     El objeto cierto de toda jerarquía es la certidumbre, no el acierto. 

 Una fecha informa de cuánto hace, otra avisa de cuánto falta, aquella señala cuándo es y esta nos susurra cuánto queda. Pero ninguna, ay, grita cuánto-ya-no: cuánto ya no nos queda, por toda la eternidad. 

     El maestro amaestra humanos, los doma y los domestica, los vuelve incautos y solidarios y herbívoros: aptos para la casa. Para la caza. 

    Mientras la anciana toma el sol, cada joven rayo ardería por saber lo que sabe esa piel.

miércoles, 5 de julio de 2023

Tiempo

TIEMPO

Arturo Picazo

Mérida, Editora Regional de Extremadura, col. Geografías, 2022, 326 págs.

   Arturo Picazo Bermejo (La Haba, Badajoz, 1958) es Licenciado en Estudios Eclesiásticos. Tras realizar estudios de filosofía y teología, ejerce como educador en la Fundación Diocesana San José Obrero de Orihuela, dedicada a la atención a menores en riesgo de exclusión social. Entre su obra se cuentan las siguientes novelas publicadas: Tramo de hierro (2008), El lugar de las ausencias (2010), Misiva a Cesenio (2012) y Sombras en la nube (2019). Tiempo, que ahora publica la Editora Regional deExtremadura, desarrolla su trama durante un tiempo presente reducido en el que asistimos a la agonía del viejo relojero italiano Francesco Rembardo, y los recuerdos de su ayudante y yerno, Andrea, que reconstruyen tres historias, situadas en un tiempo extenso (unos cuarenta años del siglo XVII), relacionadas por el protagonismo de esta pareja de relojeros vocacionales y otros personajes secundarios, pero también por los proyectos que llevan a cabo: Vicenza Martini pide al relojero que le construya en los jardines de su palacio frente al mar un monumental reloj de sol como homenaje a su marido, el capitán Daniele Bolognesi que no ha regresado de su último viaje a América, el banquero Gio Battistsa Pinichotti les encarga un reloj de pesas para una de las torres del Castell Novo de Nápoles en un entorno convulso de motines populares contra la nobleza y las autoridades españolas, los monjes de la abadía de San Girolamo de la Cervara le encargan un reloj de péndulo, con lo que acceden a un universo reglado y apacible bajo cuyas apariencias se oculta al mal. El resultado es una novela histórica lograda tanto por el firme pulso narrativo como por la singularidad y verosimilitud de personajes y episodios. Reproducimos un fragmento del último trabajo de los relojeros en la narración. 

   “Al llegar a la abadía volvimos a quedarnos admirados de la robustez de la torre que iba a albergar el reloj. Pegados a su base, miramos hacia arriba, a la hilera de los firmes modillones que sostenían el matacán. Tuve entonces un sentimiento de fragilidad ante la reciedumbre de sus muros y la verticalidad de su altura. Con ese encogimiento seguí observando. La monótona seriedad de sus piedras era interrumpida por seis ventanas alineadas armónicamente sobre el borde exterior, lo que otorgaba a la edificación un toque de discreta elegancia.

         —La llamamos Torre Sarracena — explicó Giacomo —. Es de construcción reciente, de este mismo siglo. La denominamos así porque nos ha servido y nos sirve de defensa de las incursiones de piratas berberiscos.

         — ¿Son frecuentes los ataques? —me interesé.

         — Hace tiempo que no registramos ninguno; pero sí que lo han sido. Es uno de los motivos por los que hubo que edificar la torre.

         —Será maravilloso poder lucir entre sus muros la esfera de nuestro reloj — comentó entusiasmado Francesco.

         —¿Y la sonería? —pregunté.

         — La campana ya está arriba — confirmó el hermano Giacomo.

   Tanto mi suegro como yo nos quedamos admirados de la previsión con la que actuaban los monjes. El viejo relojero recordó en concreto la perfección del plano que dos meses atrás nos habían presentado con todo lujo de detalles. Ahora solo faltaba que no surgiesen dificulta-des imprevistas. La cercanía del mar no era un problema pequeño, porque la humedad expondría las piezas a un deterioro más acelerado de lo que sería deseable. Pero allí todo estaba próximo a las aguas, así que el sitio, elegido era sin duda el mejor.

   Mientras contemplábamos la entrada a la abadía y ante el interés de mi suegro por la edificación, el cillero expuso de modo breve los momentos más significativos del monasterio:

         —Su construcción comenzó hace ahora algo más de 300 años. Concretamente en 1361 empezaron las obras y fue erigido monasterio tan solo tres años después. A mediados del siglo pasado fue reconocida como abadía. De aquí han dependido monasterios importantes y entre sus muros se han hospedado personas reconocidas como los papas Gregorio XI y Urbano VI, santa Catalina de Siena y Francesco Petrarca”. [pp. 221-222].
 

lunes, 26 de junio de 2023

Díptico romano

DÍPTICO ROMANO

LAS AMARGURAS DE TIBERIO

EL ENIGMA DE PONCIO PILATO

Tomás Martín Tamayo

Mérida, Editora Regional de Extremadura, col. Vincapervinca, 2022, 566 págs.

   Nacido en Campillo de Llerena en 1947, Tomás Martín Tamayo, maestro y escritor, fue consejero de Cultura, Educación, Deportes y Patrimonio, y diputado autonómico. Ha publicado novelas, relatos cortos y libros de poesía y cuenta con una decena de premios literarios, al tiempo que figura en antologías nacionales e hispanoamericanas. Entre sus títulos destacan, en prosa, Cuentos de madrugada (1979), Cuentos al alba (1984), Cuentos de la maldita resignación (1997), Cuentos en verde aceituna (2006), El enigma de Poncio Pilatos (2008), Cuentos del día a día (2015) o El secreto del agua (2016); también ha publicado los libros de poemas Abstracción de la culpa (1981), De cielo en cielo (2004) y El dolor confinado (2020). Colabora en diferentes medios nacionales como ABC, El Mundo, eldiario.es, o elconfidencial.es, y mantiene una columna semanal en el diario HOY y en El Norte de Castilla; ha recibido el Premio de Periodismo de la Asociación de la Prensa de Badajoz, así como el Premio de Periodismo Ciudad de Badajoz.

   Ahora la Editora Regional de Extremadura publica Díptico romano que incluye las novelas La amargura de Tiberio y El enigma de Poncio Pilato (que había visto la luz en la editorial Planeta en 2010). Fiel a uno de los propósitos más notables de la novela histórica (la reconstrucción de periodos y personajes históricos singulares llenando esos huecos que los historiadores suelen dejar obligadamente), las dos novela erigen las figuras Poncio Pilato, prefecto romano en Judea, y de Tiberio, el emperador “para mí más inteligente, singular y enigmático de todo el Imperio Romano” (“¿Por qué Tiberio y Pilato?”). Resulta esclarecedor que la noción de “enigma” (de unos enigmas que tratan de elucidarse) se repita en los propósitos de dos narraciones que con firme pulso formal tratan de contribuir a la construcción de la “vida privada de las naciones”. Reproducimos un fragmento en que se relata la reacción de Tiberio a la muerte de su hermano (ante el displicente desdén de Augusto). 

   “Cuando Druso se dispuso a volver, cayó del caballo sobre un leño seco que le atravesó el muslo. Con la herida sangrante, apenas vendada, se negó a retirarse y siguió luchando. Al anochecer había perdido mucha sangre y cayó desfallecido. Cuando le retiraron el improvisado vendaje, la herida presentaba muy mal aspecto y no lograron que Druso recuperara la consciencia. La noticia llegó a Roma tres días después. El joven general se encontraba en una situación límite. Sin consultar la opinión de Augusto Tiberio, que había llegado días antes, acompañado de dos médicos, recorrió en cuarenta y ocho horas doscientas millas para socorrer a su hermano. La herida estaba infectada y Druso no había recuperado el conocimiento. Murió cuatro días después, de gangrena, en los brazos de Tiberio que, haciendo gala de su carácter retraído e inexpresivo, no exteriorizó dolor alguno. Sin apenas dormir y comer, estuvo a su lado, aliviándole con paños fríos el sudor copioso que perlaba su frente. Sostuvo la cabeza durante horas y cuando expiró, en una muestra inédita de ternura, alisó su cabello, acarició su cara macilenta, cerró sus ojos, apretó el cadáver contra su pecho y lo dejó en manos de los soldados, como si hubiera concluido un acto rutinario. Aquella misma tarde y antes de trasladar e1 cadáver de Druso a Roma, los soldados se alinearon a lo largo de tres kilómetros, para rendirle homenaje, pero Tiberio no salió de su tienda. Al día siguiente pidió a los soldados que lucharan como lo había hecho Druso, montó en el caballo de su hermano y ocupó su puesto para continuar la batalla.

   El cadáver de Druso llegó a Roma, en medio de un dolor generalizado, Augusto salió a recibirlo, acompañado le toda la domus augusta. Al no ver a Tiberio preguntó al tribuno que lo escoltaba:

         -¿Dónde está su hermano?

         -Imperator, Tiberio ocupó el puesto de Druso en Germania, para continuar la lucha… Incluso montó en su propio caballo. ¡Está luchando!

         -Es un trozo de escarcha –farfulló Augusto visiblemente irritado”. [pp. 66-68].

 

miércoles, 24 de mayo de 2023

La laguna de la feria

LA LAGUNA DE LA FERIA

Óscar Jiménez Moriano

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Geografías, 2023, 479 págs.

   Óscar Jiménez Moriano (1968). Ha ejercido como abogado, asesor jurídico y letrado de entidades locales durante casi tres décadas. En la actualidad es Magistrado. Autor de más de medio centenar de artículos relacionados con el derecho, novedades jurídicas y nuevos enfoques en la jurisprudencia, ha publicado diferentes textos de referencia en esta materia: La contratación bancaria de pymes y autónomos: el control de las condiciones generales; El ejercicio de la acción de responsabilidad patrimonial por daños producidos durante la pandemia del coronavirus; Régimen sancionador y punitivo durante la pandemia; Manual para la impugnación de pruebas de acceso a la función pública; La sustitución y la suspensión de las penas; Manual de responsabilidad civil derivada de accidentes de circulación. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en colección Geografías La laguna de la feria, una novela singular por varias razones: es la primera narración publicada por el autor (lo que hace más sorprendente la impresión de madurez y de proyecto logrado) y su gran extensión la hace excepcional en su contexto literario. La trama, situada en un entorno imaginario que remite al norte de Extremadura, se desarrolla en una aldea y su entorno rural, Villaflor, en los años primeros de la segunda república. Hasta allí llegan amortiguados los convulsos acontecimientos nacionales, el exilio del rey y la Constitución de 1931, la quema de conventos, el decreto de retiros de Azaña…, pero no nos encontramos ante un documento histórico o social, sino ante una narración puramente literaria en la que los numerosos personajes desde unos contornos realistas iniciales caminan resueltamente por senderos fantásticos e imaginativos en que todo parece posible; narrados con una expresión “clásica” de extensos periodos oracionales  y un marcado sentido el humor, asistimos al enfrentamiento entre los soldados y los aldeanos por las bogas del arroyo, entre el alcalde republicano (y literato y emprendedor fantasioso) y el sacerdote o el monárquico clerical, las andanzas entristecidas del brigada de la guardia civil aprisionado en la pequeña aldea, o las andanzas sentimentales de Carmen Bejarano, que en gran medida concilia los variados hilos narrativos. Reproducimos un fragmento en que uno de los personajes regresa al pueblo después de haber huido dejando tras de sí una mujer encinta. 

   “El sábado de primavera en que la expedición de científicos dejaba atrás las últimas casitas de Villaflor, una mole de dos metros entraba al pueblo cuando ellos salían, y solo les apartó sus ojos de encima al difuminarse sus figuras en la curva que era a su vez arranque de la carretera y delimitación del recinto urbano. Lorenzo Buenaventura regresaba quince años después de la huida con la que quedó retratado para la posteridad como un cobarde. Los viejos del rollo aseguraron que el tamaño de sus pies había crecido al menos seis números, y que sus espaldas habían ensanchado tanto que faltaban tejidos para abarcarlas de hombro a hombro. El protagonista, por su parte, confesó que volvía para reconocer legalmente al niño del que se desentendió en el pretérito, porque no deseaba que su nombre circulase unido a la deshonra, y añadió que con la madre del muchacho tenía también cuentas pendientes. Rodeado de la chiquillería que aquel sábado dividía sus actividades entre el gua, el clavo y pídola, y de los matusalenes que quemaban al sol sus pieles curtidas por un siglo de soles, estiró sus piernas sin término sobre los peldaños del rollo, y proclamó a los cuatro vientos sus intenciones. Pero cuando un polemista se interesó por su oficio actual y él le indicó que cuál había de ser, sino rastreador de vidas y haciendas, la saliva de un murmullo dubitativo lo salpicó. Su semblante, hasta ese momento risueño y laxo, se tensó y en la epidermis del cuello se le marcaron las venas hinchadas.

         —¿Cómo queréis que os lo demuestre?

   El mismo escéptico que le había inquirido por su dedicación lo retó a una empresa imposible.

         —Haz que vuelvan a sus dueños las pertenencias que ese maldito ladronzuelo se viene llevando desde hace meses con impunidad”. [pp. 256-257].

 

miércoles, 17 de mayo de 2023

Lector que rumia

LECTOR QUE RUMIA

Eduardo Moga

Madrid, Ed. Polibea, Col. La espada en el ágata, 2023, 455 págs.

Prólogo de Antonio Ortega

   Licenciado en Derecho y licenciado y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, Eduardo Moga (Barcelona, 1962) ha publicado diversos poemarios, entre los que destacan La luz oída (premio Adonáis, 1996; edición commemorativa, 2021), Las horas y los labios (2003), Cuerpo sin mí (2007), Bajo la piel, los días (2010), Insumisión (2013, premio de la revista Quimera al mejor poemario del año), El corazón, la nada (Antología poética 1994-2014) (2014), Muerte y amapolas en Alexandra Avenue (2017), Lo profundo es la piel. Antologíade poesía erótica (2017), Mi padre (2019), Tú no morirás (2021) y Hombre solo (2022). Ha traducido a Ramon Llull, Jaume Roig, Évariste Parny, Arthur Rimbaud, Walt Whitman, Carl Sandburg, Wi-lliam Faulkner, Frank O'Hara, Charles Bukowski, Harold Norse, Evan S. Connell, Penelope Fitzgerald, Diane Wakoski y Tess Gallagher, entre otros autores. Practica la crítica literaria en Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Turia y Quimera, entre otros medios, y mantiene la sección «Otras latitudes» en La Sombra del Ciprés, suplemento cultural de El Norte de Castilla. Ha publicado los libros de viajes La pasión de escribil (2013), El mundo es ancho y diverso (2018) y Diarios de viaje (2016-2019) (2021); dos selecciones de entradas de la bitácora Corónicas de Ingalaterra (2015 y 2016); los diarios El paraíso dificil. Siete años en Extremadura (2013-2019) (2020), Expón, que algo queda (Polibea, 2021) y La ciudad encontrada. Crónicas de Sant Cugat (2021) y varios volúmenes de ensayos: Homo legens (2017) o el más reciente, El oro de la sintaxis (2020). Ha sido codirector de la colección de poesía de DVD Ediciones, así como director de la Editora Regional de Extremadura y coordinador del Plan de Fomento de la Lectura en Extremadura. Mantiene el blog Corónicas de Españia. A esta vasta y notabilísima obra literaria, añade el escritor ahora Lector que rumia, una compilación de artículos publicados en su blog y en varias de las revistas especializadas citadas  más arriba. Los textos se agrupan en varios bloques: “Sobre literatura actual” (en especial, poemarios aparecidos recientemente), “Sobre clásicos del siglo XX” (Delibes, Eliot, Hemingway Proust…), “Sobre clásicos de siempre” (San Juan, Quevedo, Shelley…) y “Algunos artículos” de temática variada. Se trata, como puede verse, de una muestra más de una las pasiones del escritor, la lectura y la lúcida reflexión sobre lo leído, una tarea no muy alejada de su obra creativa, pues como acertadamente considera el prologuista, “la escritura crítica de Eduardo Moga constituye una parte determinante de su obra literaria porque viene a reafirmar con certeza la aseveración que Ricardo Piglia hiciera en su libro Formas breves, cuando con su personal convicción declaró que «la crítica es la forma moderna de la autobiografía. Uno escribe su vida cuando cree escribir sus lecturas». Todos los libros de Eduardo Moga —poéticos, ensayísticos, de crítica literaria, traducciones, sus escritos periodísticos—dan razón de una vida que se escribe, a su manera, en cada uno de ellos, y que, al mismo tiempo, instauran una poética que se ordena y se modela en todas y cada una de sus páginas”. [Prólogo, 13] Reproducimos un fragmento de una de las composiciones del último bloque. 

EL PESADO

   EL pesado, entre los escritores, es aquel que está seguro de que su obra es la mejor que hayan visto los siglos desde Homero (o antes de él) y desea hacértelo saber a cada instante, en cada estación del año, con cada libro o artículo que publica, o, mejor, con cada libro o artículo que se publica sobre él. El pesado no tiene escrúpulos ni conoce la fatiga. Antes, cuando lo digital no se había adueñado de la sociedad, el pesado se veía limitado, muy a su pesar, a los parsimoniosos procedimientos de la comunicación analógica y, singularmente, del correo postal. Sus libros caían entonces en el buzón como caen las hojas de los árboles en otoño o las campanadas de las iglesias los domingos y las fiestas de guardar: metálica, metódica, implacablemente. O bien, para superar las lentitudes o negligencias del cartero (qué iluminador aquel epigrama del Eladio Cabañero: «¡Cojones!, dijo el cartero. / Tres libros de Marrodán / y estamos a dos de enero»; Marrodán fue un pesado de narices), el pesado hacía acopio de ejemplares —o de artículos, o de fotocopias, o de lo que fuese que hablara de él— y se lanzaba al río de la existencia con ellos a cuestas, ya fuese en macuto vietnamita, ya en menesterosa pero suficiente bolsa de supermercado, para asestárselos al colega desprevenido con el que se cruzase por la calle. Hoy en día, atrapados por las redes como estamos, el pesado inunda el espacio con sus noticias, poemas, crónicas, artículos, homenajes, presentaciones y publicaciones, y nos aplasta con ellos. No obstante, el pesado que lo es de verdad, el pesado pesado, el pesado pata negra, es capaz de combinar ambos medios: fumiga con sus novedades el universo digital, pero no renuncia a la distribución artesanal de antaño”. [pp. 339-340].