LA MIRADA DEL ORANGUTÁN
Chelo
Sierra
Cáceres,
I. C. El Brocense, 2016, 103 págs.
XXVI
premio de cuentos Ciudad de Coria
Nacida en Madrid, Chelo Sierra estudia
publicidad y durante más de quince años trabaja como creativa publicitaria, En
2009 se trasladó a vivir en Torremenga (Cáceres) dedicándose desde entonces a
la literatura (fue durante dos años columnista de El periódico de Extremadura). Además de un reciente volumen de
artículos literarios (De nada.
Ediciones Torremozas, 2017), ha publicado
una novela corta (Los collares
azules de bleubaie. Ayuntamiento de Toledo, 2015) y los libros de relatos El síndrome de Peter Pan (Cuatro
Péndolas, Jaraíz de la Vera, 2012), La
teoría de Polch (Ediciones Torremozas, Madrid, 2012), Desencuentos (Ediciones Torremozas, 2014) y La mirada del orangután (2016), con el que consiguió el XXVI premio
de cuentos “Ciudad de Coria”, un galardón que venía a sumarse a otros numerosos
reconocimientos (premio Ana María Matute de narrativa de 2012, premio Amboades
de 2013, premio de novela corta Princesa Galiana de 2014, premio Helénides de
Salamina de 2014…).
La mirada del orangután reúne doce relatos (el último, que da título al
libro, a modo de recopilación y epílogo) que dirigen su atención hacia seres humanos
de nuestro presente en cuyas previsibles vidas cotidianas irrumpe de repente un
episodio azaroso (una pareja tiene que enfrentarse a la muerte de su perrita, una
mujer pierde su empleo, un joven en paro se ve obligado a aceptar un trabajo
que le repugna …) que da un quiebro a sus destinos sumiéndolos en el
desconcierto y poniendo de relieve su fragilidad. Contempladas con indulgencia y
hasta ternura (pues la tristeza del orangután en su jaula no nace de su “condena”
a ser visto sino de lo que ve), estas pequeñas historias de nuestro entorno se
comunican con una prosa precisa de notable altura literaria. Reproducimos un
fragmento de uno de los relatos (“El séptimo mandamiento”, encabezado por una
cita de Graham Greene: “El peligro es el gran remedio para el aburrimiento”) en
que una mujer combate el tedio de una vida doméstica, en el que ha caído tras
ser despedida de su empleo, mediante un nuevo destino de cleptómana
recalcitrante cada vez más osada (de sustraer pequeños objetos pasa a robar
maridos o pensamientos).
“Me fijé, ya al final de la mañana, en una
niña de unos diez u once años, vestida de uniforme, que estaba sentada en la
parada del autobús, tenía los ojos cerrados como si memorizara algo y, fuera lo
que fuese ese algo, parecía enumerarlo ayudándose con los dedos de la mano. Di
por hecho que una niña de su edad no podía tener un pensamiento capaz de
producirme vértigo, pero no me resistí a la curiosidad de saber por qué estaba
tan concentrada. Me acerqué a ella y se lo quité. El pensamiento, a pesar de su
contundencia, se quedó quieto entre mis manos, sumiso; ni siquiera intentó
escaparse: “Séptimo: No robarás”.
Quise deshacerme de él a toda prisa, devolverle enseguida a su dueña ese
pensamiento demoledor que amenazaba con impedirme continuar con lo mío y
repatriarme sin compasión al aletargamiento de antes, pero no me dio tiempo. La
niña había subido ya al autobús y se alejaba con la nariz aplastada contra el
cristal de la ventanilla; agarrado como si fuera el testigo de una carrera de relevos,
llevaba mi paraguas” [pp. 87-88]
Muchas gracias por tu reseña, Simón.
ResponderEliminarMagníficos relatos que te van transmitiendo diferentes emociones. Me encantaron. Enhorabuena Chelo. Un saludo Simón.
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