viernes, 23 de mayo de 2025

Miguel de Unamuno y Manuel Castillo

MIGUEL DE UNAMUNO Y MANUEL CASTILLO

Entre la Universidad de Salamanca y el Instituto General y Técnico de Cáceres (1899-1916)

Tirso Bañeza Domínguez

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Estudio, 2025, 453 págs.

Prólogo de Milagros Lancho Guirado 

   Tirso Bañeza Domínguez ha sido profesor de Filosofía en varios institutos de Extremadura, entre ellos el cacereño IES El Brocense. Se licenció y doctoró en la citada materia en la Universidad de Salamanca. Ha publicado artículos en diversas revistas sobre temáticas propias de su especialidad, así como sobre educación, destacando: «El conocimiento en Guillermo de Ockham», ICE Universidad de Extremadura (1990); «Presencia y significado de José María Valverde en la revista Escorial», Alcántara (2004); «Camilo José Cela y José María Valverde: Entre la amistad y el olvido», Anuario 2007 de estudios celianos, Fundación Camilo José Cela y Universidad Camilo José Cela; «Ética de la rebelión y terrorismo en Albert Camus», Paradoxa (2013); «Aranguren y Valverde: desde el recuerdo», El Catoblepas, revista digital www.nodulo.org (2017); «Acercamiento al contenido del Libro 1° de las Juntas de profesores y visitas del Instituto de Cáceres entre 1859-1864», Revista de Estudios Extremeños (2022); «Los primeros estudios nocturnos en Extremadura y el IES El Brocense», Alcántara (2016); «Contenidos del Libro de Actas del Claustro del Instituto Nacional de 2a Enseñanza de Cáceres durante la Guerra Civil», Norba (2022). Ha colaborado también en obras colectivas con textos tales como «Lo iberoamericano en el Valverde juvenil: 1943-1955», en El pensamiento hispánico en América: siglos XVI-XX, Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca; y «La odisea de Valverde», ponencia publicada en José María Valverde. Pensament. poesía, llenguatge, Cátedra Ferrater Mora de pensamiento contemporáneo, Universidad de Gerona. Asimismo, publicó en 2009 No hay estética sin ética o la biografía intelectual de losé María Valverde Pacheco, Ediciones Universidad de Salamanca y, en 2012, su Ensayo sobre Valverde vio la luz en la Editora Regional de Extremadura. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica esta amplia monografía biográfica sobre Manuel Castillo, uno de los protagonistas más destacados de la enseñanza media en la provincia de Cáceres, de cuya notable aportación sobresalen su relación epistolar con Miguel de Unamuno, con la reproducción de numerosísimas cartas (lástima que no haya podido contar con las del autor vasco), su apoyo a la República y su exilio en la posguerra. Reproducimos un fragmento que subraya las concomitancias en las trayectorias ideológicas de estos dos hombres.

   “Activismo docente, activismo estudiantil incluso pudiera tal vez denominarse en cierta medida lo anterior, pues fueron activistas y no solo en el orden indicado, también y muy destacadamente en lo que tenía que ver con lo social, como ya se ha dicho. Hay en ambos un obrerismo comprometido: mítines, charlas, correrías por los pueblos charros o cacereños en cada caso para aventar la cuestión agraria e ilustrar sobre la situación en la que vivían ante ferroviarios, braceros, empleados, vecinos..., un proselitismo político y social que no estuvo ajeno al ideario de ambos, de lo que sus actores no se recataban ni ocultaban. Podríamos decir que los mimbres que entretejerán el sueño de esa sociedad más libre, más justa, son en ambos el progresismo regeneracionista, el institucionismo, el republicanismo, el liberalismo (no tanto como marca política, sino como una liberalidad cuyos fundamentos serían la libertad y la tolerancia), la cuestión agraria, el socialismo también en Unamuno con las consideraciones que ya hemos hecho antes (siempre presente desde la sensibilidad hacia los problemas del trabajo, la desigualdad, la explotación, etc.). Y todo ello no puede desligarse del enfrentamiento con una monarquía que ejemplificaba los males de la España del momento”. P. 385].

 



 

viernes, 16 de mayo de 2025

Remolinos y remansos

REMOLINOS Y REMANSOS. ANTOLOGÍA.

Jorge Camacho Cordón

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Geografías, 2025, 195 págs.

Ultílogo (“Poesía de los extremos”) de Elisabeth Falomir Archambault 

   Jorge Camacho Cordón (Zafra, 1966) escribió hasta 2016 poesía principalmente en esperanto, a la que el autor austríaco Clemens J. Setz dedica un capítulo de Las abejas y lo invisible. En 2018 apareció su primer libro de poemas en castellano, Palestina estrangulada, reeditado en 2023. Quemadura, de 2020, reunió su obra poética en español a lo largo de treinta años. Tiene otros dos poemarios breves inéditos, Alce y reno (trilingüe) y Gadir (bilingüe), así como la sección Quemaduras en la revista cultural en línea Café Montaigne.

   Remolinos y remansos contiene un nutrido número de composiciones que se agrupan en varios bloques, pero que dada la marcada diversidad temática y formal difícilmente se doblegan a clasificaciones; conviven así poemas que se abren a realidades muy distintas: el cosmos y los seres menudos, ciudades próximas y lejanas,  la infancia y el destierro a la gran ciudad, las tiranías y los genocidios, reflexiones existenciales sobre la vida y la muerte… y todos ellos comunicados mediante soluciones formales que van desde los metros clásicos o populares (endecasílabos blancos o asonantados, formas arromanzadas), hasta el verso libre, e incluso soluciones experimentales (como los caligramas). “Los poemas de Jorge Camacho contienen otros mundos posibles. Quizá en esto consista, en rigor, la labor del poeta: en crear universos que se imbriquen sabiamente en este, que se solapen para permitir otras perspectivas […] También es labor del poeta -y en esto el autor demuestra un oficio envidiable- ensancharnos la imaginación para conseguir poblar esos mapas de nuevas entidades que no nos hagan conformarnos con lo que ya existe” [p. 186]. Reproducimos una de las composiciones con claro trasfondo biográfico. 

Al margen de pensamientos sobre la demolición de casas

 (Me recuerdo, o lo recuerdo a él, con diez años

el día de la mudanza

a la nueva vivienda en la ciudad extraña,

esperando a que desembalen el sofá

para sentarse a leer de un tirón el libro escogido

de la caja recién llegada y recién abierta.

 

Con vaguedad

recuerdo al muchacho de diez años

que, absorto, lee Cómo murieron Hitler y los suyos

mientras muebles y enseres

ocupaban los espacios vacíos, vírgenes.

 

Y recuerdo también que, casi 30 más tarde,

otro yo algo más curtido por la vida,

ambihuérfano y quizás más maduro,

volvió por última vez al mismo piso,

al de los padres, ya vendido,

sin enseres ni muebles,

frío y luminoso.

 

Como escribió Miguel Espinosa,

las historias  principian realmente

por el final.

 

Es decir, sólo el segundo paréntesis

permite apreciar la sutil curvatura del primero.)

 

sábado, 10 de mayo de 2025

El Espíritu de los Quelcinos

EL ESPÍRITU DE LOS QUELCINOS

Juan Ignacio Rengifo Gallego

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Geografías, 2024, 214 págs.

   Juan Ignacio Rengifo Gallego, es profesor titular del área de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Extremadura. Apasionado de los espacios rurales y sus tradicionales formas de vida, ha convertido a estos en los protagonistas de los relatos de ficción que escribe con regularidad, algunos de los cuales ha publicado en periódicos y revistas. Aunque tiene una prolífica trayectoria como autor de libros, capítulos de libros y artículos, relacionados con su actividad académico-investigadora, es El Espíritu de los Quelcinos su primera novela de ficción.

   En la estela de la Comala de Rulfo, el Macondo de García Márquez, la Celama de Mateo Díez, la Santa María de Onetti o la Murania de Hidalgo Bayal, El  Espíritu de los Quelonios contiene la completa invención de un territorio, la comarca de los quelcinos (árbol ficticio vagamanete emparentado con los “Quercus”), un entorno agreste y aislado, rico en especies de caza menor y mayor, con Belmucón como capital, que ha sabido conservar hasta los primeros años de  la década de  los setenta su naturaleza intacta (los quelcinos y los rasos, el macizo de Montealto, los valles de los Molinos y de los Alisos, las cuerdas de Peñas Blancas y de la Garrapata) y todas sus tradiciones: leyendas, , agrupaciones culturales, creencias míticas y costumbres seculares. Con un antiguo referente moral (el filósofo Nuriócrates) que predicó la concordia, el entendimiento y el diálogo, y liderado por Liulmerio, hombre recto, apreciado y respetado por todos, este mundo armónico tendrá que enfrentarse a la traición y a la revuelta de un grupo de convecinos que trata de disgregar con nuevos usos la Hermandad de los Monteros, una de las asociaciones fundacionales de este entorno, como primer paso para abrirlo al exterior y anular su identidad. Contada con una notable riqueza léxica, con una singular habilidad para la invención, la trama se enriquece, a la manera cervantina, con historias incrustadas o secundarias (el asesinato de los tres jóvenes, la caza del jabalí, la muerte de Tristán por un rayo…), pues a la primigenia propuesta narrativa (la creación demiúrgica de un universo a la vez ficticio y verosímil), le acompañan otros narradores impulsados por el puro placer de contar. Reproducimos un fragmento que incorpora una descripción de la comarca.  

   “Más allá del río Negro se extendía el denominado territorio de los Quelcinos, área selvática y montañosa de gran extensión, con límites marcados nítidamente por sus cuatro puntos cardinales. Aquel extenso pedazo de tierra gloriosa debía su nombre a la especie arbórea dominante en la zona: el Quelcino (Quercus fasianus), fuente principal de la que manaba el espíritu. Esta especie leñosa, endemismo singular de la zona que no era conocido en ningún otro lugar del Reino de Hesperia, medraba con suma facilidad dada su perfecta adaptación a las especiales condiciones edáficas y climáticas del territorio. Su tronco robusto recordaba al de una encina, su enrama-do al de un alcornoque y sus hojas perennes, de color verde intenso por su cara superior, y de color rojizo por el envés, a las de un quejigo. Producía una bellota con tres cabezas que era muy carnosa y difícil de separar del cascabullo: la trillota. Los quelcinos eran árboles de una extraordinaria belleza que se caracterizaban por tener un tronco bastante alto que, generalmente, era rematado por un ramaje denso que crecía en sentido horizontal, abarcando una amplia superficie de vuelo. Como resultado de ello, el bosque de quelcinos contribuía a dibujar un Paisaje grandioso en lo estético y en el volumen, tanto en el Plano vertical como en el horizontal.

   Las fronteras de la comarca de los Quelcinos venían perfiladas, hacia el mediodía, por el río Negro y, hacia septentrión, por el apéndice montañoso llamado Montealto. Sobre el mapa, Montealto presentaba una ligera orientación noreste-suroeste, de la que brotaban, como lo hacen los dedos una mano, cinco valles y seis tentáculos montañosos, denominados cuerdas, que separaban los valles. Las cuerdas eran conocidas por los nombres de Peñas Blancas, Las Cabras, Estrecha, Temeraria, del Oro y La Garrapata”. [pp. 59-60].

 

jueves, 8 de mayo de 2025

viernes, 2 de mayo de 2025

Presentación de Palabras





    Las negras nubes viajeras pasaron de largo y quedó una tarde templada de mayo para presentar Palabras, mi último libro publicado con el cuidado y la pulcritud habitual por la Editora Regional de Extremadura en su colección Vinvapervinca. Abierto el acto por el Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Mérida, Antonio L. Vélez, le siguió un diálogo con Antonio Oriol, Director de la Editora Regional, que no sólo planteó unas preguntas oportunas sino que realizó un agudo análisis del libro. Entre el público asistente pude saludar a María José Hernández, alma de la Editora, y a mi excompañera de trabajo Manuela Parejo acompañada de su hijo y unos amigos. El resultado fue un encuentro sencillo, natural y muy gratificante.