LA EDAD DEL GRITO
José Manuel Díez
Mérida, Editora Regional de
Extremadura, col. Poesía, 2025, 218 págs.
Prólogo (“Primera voz de José
Manuel Díez”) de Miguel Ángel Lama
Poeta y compositor, José Manuel Díez (Zafra, 1978) ha representado a la
literatura española en una veintena de festivales y en las ferias y certámenes
más importantes de España. Galardonado con los premios Vicente Aleixandre
(2005) o Hiperión (Madrid, 2013), Ciudad de Burgos (Burgos, 2015) y Jaén de
poesía (Jaén, 2017), entre otros. Su libro Baile de máscaras fue elegido
mejor libro de poesía riel año 2013 en España por los lectores del diario El
País.
La edad del grito, que ahora publica la Editora Regional de Extremadura,
reúne cien poemas escritos durante sus años universitarios, entre 1999 y 2005.
El volumen integra, revisadas y ampliadas, sus dos primeras obras, 42
(113 Editores-Nuevas Letras, 2004) y Le caja vacía (Visor Libros, 2006),
precedidas de sendos comentarios de Álvaro Valverde y Basilio Sánchez. El
volumen, que recoge libros a los que seguirían Baila de máscaras
(Hiperión, 2013. XXVIII Premio de Poesía Hiperión), Estudio de enigma
(Visor, 2015. XLI Premio Ciudad de Burgos), El país de los imbéciles
(Hiperión, 2018. XXXIII Premio Jaén de Poesía) recoge, por tanto, la obra de juventud
del autor, la primera vez de “uno de los protagonistas más destacados que se da
a conocer en el nuevo siglo XXI y que cuenta ya con una importante obra en
libros de poemas y discolibros” [Prólogo, p. 8]. Reproducimos una de las
composiciones del segundo libro.
CÁNTICO
DE LAS CRIATURAS
Mujeres
pálidas, marchitas, devastadas.
GABRIEL
D’ANNUNZIO
Yo
soy una de esas.
Vinieron
a morderme los labios tantas veces,
a
palparme los pechos en entrega,
a
desnudar mi torso, a convertirme
de
una mirada en sombra de mí misma,
que
ya olvidé el remanso de paz que deja el beso
del
hombre enamorado.
Vinieron
tantas veces a enhebrarme en sus lenguas
por
el uso en el arco corrompidas,
a
mancharme en sus tactos,
a
restregar sus pubis contra el mío
-yo,
pan manoseado-
que
ya olvidé el espasmo predecesor del éxtasis
y
la forma de amar si ser pagada.
Yo
soy una de esas: mujeres sin escrúpulos ni nombre.
Así
nos representan
las
ficciones urbanas, las baladas
de
los escaldos clásicos,
la
confabulación de voz inicua
que
la historia ha tenido con nosotras.
Mujeres
sin escrúpulos ni nombre.
Mujeres
sin escrúpulos
ni
nombre,
ni
voz ni Dios, tal vez.
Pero
aún con derecho a la alegría.
A
amar. A ser amadas.
