miércoles, 15 de mayo de 2013

Deprisa, deprisa




   No me resulta fácil narrar de la única manera en que puedo hacerlo (secuencialmente) algo que ocurrió de modo casi simultáneo. Yo cerraba con llave el tapón del depósito de gasolina mientras con la mano izquierda extendida esperaba el cambio del billete de cincuenta euros que acaba de darle al empleado de la gasolinera. Él encajaba con la mano derecha la pistola en el surtidor mientras metía la izquierda en el bolsillo del pantalón buscando el cambio, mirando de reojo a los demás surtidores (en cada uno de los cuales esperaba pacientemente un automovilista). Entonces asistí al siguiente diálogo:
Surtidor.- Mu chas gra cias.
Empleado.- A usted, caballero.

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