LA
CREACIÓN DEL SENTIDO
Basilio
Sánchez
Valencia,
Ed. Pre-Textos, 2015, 234 págs.
Nacido
en Cáceres en 1958, Basilio Sánchez consiguió con su primer libro, A este lado del alba, un accésit del
premio Adonais de Poesía en 1983 (el libro vería la luz el año siguiente).
Después de un periodo de silencio de nueve años, en 1993 edita su segundo
libro, Los bosques interiores, en el
que se perfilan ya nítidamente el tono y los rasgos que singularizan su obra de
madurez. El resto de su obra poética
está compuesta por los siguiente títulos: La
mirada apacible (Pre-Textos, 1996), Al
final de la tarde (Calambur, 1998), El
cielo de las cosas (Editora Regional de Extremadura, 2000), Para guardar el sueño (Visor, 2003), Entre una sombra y otra (Visor, 2006), Las estaciones lentas (Visor, 2008) y Cristalizaciones (Hiperión, 2013). Ha
publicado, también, un libro de narrativa que recorre el territorio de la
memoria: El cuenco de la mano
(Littera Libros, 2007). El conjunto de su obra poética está recogido en
el volumen Los bosques de la mirada.
Poesía reunida 1984-2009 (Madrid, Calambur, 2010).
Ahora
la editorial valenciana Pre-Textos publica La creación del sentido, una obra
miscelánea que agrupa textos en prosa de distinta condición: relatos
autobiográficos, entradas de un diario, poemas en prosa… De uno de sus bloques
(“Semillas para pájaros”) reproducimos tres breves fragmentos que reflexionan
sobre la propia creación literaria.
“Después de varias horas escribiendo, uno
sale a la calle como si abandonase una caverna: con las manos manchadas,
frotándose los ojos en la luz primitiva" [p. 95]
“Las lavanderas han convertido el río en un
lugar de culto para los defensores de la palabra clara, sin retórica. Es, en su
transparencia, como puede el poema reconocer las cosas en sí mismas. Es, en su
transparencia como a veces consigue, pese a mi pensamiento itinerante y mi
palabra errática, circunscribirse a lo concreto" [pp. 95-96]
“Madura el sol las uvas delante de la casa:
todo lo que el otoño tenía que habernos dicho, ya está dicho; todo lo que el
otoño tendría que haber hecho, ya está hecho. Si lo que pedimos a la vida es
naturalidad, ¿quién nos dice a nosotros que el poema nos exija otra cosa” [p. 192]
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