domingo, 5 de marzo de 2017

Palmera


   Cuando voy a ver a mi madre a La Codosera y entro en el patio siempre veo la palmera que ya no puedo ver (hubo que talarla porque a una vecina le molestaba al amanecer el arrullo de una pareja de tórtolas que había anidado en su copa) y recuerdo los versos de Miguel Hernández de Perito en lunas, que, como las demás octavas del libro, me atraen tanto por lo que entiendo como por lo que no comprendo.

Anda, columna, ten un desenlace
de surtidor. Principia por espuela.
Pon a la luna un tirabuzón. Hace
el camello más alto de canela.
Resuelta en claustro, viento esbelto pace,
oasis de beldad a toda vela
con gargantillas de oro en la garganta:
fundada en ti se iza la sierpe, y canta.

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