FORMAS
DE OCULTARSE
Javier
Cercas
Santiago
de Chile, Ediciones Universidad Diego Portales, 2016, 416 págs.
Edición
y prólogo de Leila Guerriero
Edificado su mundo narrativo sobre unos
sólidos cimientos literarios, con una clara predilección por los ambientes
urbanos y las historias cercanas de nuestro presente, Javier Cercas
(Ibahernando, 1962) es autor de una notable trayectoria literaria que arranca con
un volumen de cinco relatos titulado El
móvil (Barcelona, 1987, reelaborado más tarde y editado en 1989 como novela
corta del relato homónimo). A este título siguieron las novela El inquilino (1989, reeditada en 2002), El vientre de la ballena (1997, reescrita
y reeditada en 2014), Soldados de
Salamina (2001, adaptada al cine por David Trueba en 2003), La velocidad de la luz (2005), Anatomía de un instante (2009), Las leyes de la frontera (2012), El impostor (2014) y El monarca de las sombras (2017). Traducido
a más de treinta idiomas, estos títulos han conseguido numerosos
reconocimientos, tres de ellos al conjunto de su obra: El Premio Salone
Internazionale del libro di Torino, el Premio FriulAdria, en Italia, y el Prix
Ulisse, en Francia.
Tras pasar dos años como profesor en la
Universidad de Illinois, en Urbana, Cercas es desde 1989 profesor de literatura
en la Universidad de Gerona. En 1993 ve la luz su tesis doctoral, La obra literaria de Gonzalo Suárez y al
mismo género ensayístico pertenece El punto
ciego (2016).
Su labor como columnista y articulista ha
sido recogida en los volúmenes Una buena
temporada (1998), Relatos reales
(2000), La verdad de Agamenón (2006)
y Formas de ocultarse (2006), volumen
al cuidado de la escritora argentina Leila Guerriero (Junín, 1967), que recoge
en parte los textos aparecidos en volúmenes anteriores además de algunas
composiciones inéditas. “Este libro -informa la prologuista- está compuesto por
columnas, conferencias, prólogos, epílogos, ensayos, la gran mayoría de ellos
publicada en el diario El País, y en
los volúmenes citados. No siguen un orden cronológico. Su disposición intenta
mostrar formas de pararse en el mundo –privado y público- en diversos momentos
de la vida de su autor: con más y menos optimismo, con más y menos amargura,
con más y menos inocencia” [“El proceso”, p. 14]. Reproducimos un fragmento de
uno de los artículos (Bioy Casares: las
estrategias de la felicidad. El
observador, 24/11/1990)
“Así como hay escritores que no están
dispuestos a que el lector olvide ni por un momento el esfuerzo que le cuesta
urdir cada una de las frases con que componen un relato y no vacilan, llegado
el caso, en desnudar el andamiaje que lo sostiene, también hay escritores que
pugnan pudorosamente por borrar cualquier rastro que delate las horas de
fatigas que han invertido en su labor. Las diferencias que separan a ambos
tipos de escritores son notorias: los primeros trabajan para oscurecer y
complicar, y propenden a lo barroco, ese estilo que “deliberadamente agota (o
quiere agotar) sus posibilidades, y que linda con su propia caricatura”, según
escribió Borges; los segundos trabajan para aclarar y simplificar, y podrían
ser llamados sin injusticia clásicos, porque siguen el precepto latino: “art
est celare artem”. Como Kafka o Hemingway, Bioy pertenece sin duda a esta última
estirpe de escritores; por eso las novelas y relatos de Bioy, como los de Kafka
o Hemingway, son, por usar la expresión de Milan Kundera, fáciles de leer y
difíciles de entender. No sabría imaginar un elogio mayor para la obra de Bioy”
[p. 194].
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