lunes, 25 de febrero de 2019

desde entonces vivo para el dolor


desde entonces vivo para el dolor

Mérida, de la luna libros, col lunas de oriente, 2018, 75 págs.
Premio “25 Años / Lunas de Oriente”

   Además de varios ensayos (Dalí. El arte de escandalizar, 2004 o Transmutaciones. Literatura colombiana actual, 2009) y numerosas colaboraciones en obras colectivas (antologías de cuento y de poesía, revistas…), Antonio María Flórez (Don Benito, 196) libros de poesía, galardonados con premios de reconocido prestigio como  Desplazados del paraíso (premio nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de 2003, publicado este año en Colombia y en España en 2006), Bajo tus pies la ciudad (2012) o En las fronteras del miedo (premio nacional de poesía del Ministerio de Cultura de 2015).  Como narrador, ha publicado sus relatos en antologías como Cuento caldense actual (1992), Estrechando círculos (1999), La narración corta en Extremadura (2000) y Ficciones (2001). En 2018, la editorial De la Luna libros publicó un volumen de relatos, Desde entonces vivo para el dolor, ganador del concurso de relatos “25 años /Lunas de poniente” convocado por de la luna libros en julio de 2018.
   Desde entonces vivo para el dolor reúne trece relatos y microrrelatos de diversos perfil e intención marcados por una intensa experimentación estilística y una prosa tensa, conmovida, tocada por emociones perturbadoras y poderosas. Junto a pequeños textos dominados por la fantasía (o los sueños) sobresalen los relatos centrados en el pormenorizado análisis de la pasión erótica fuente de placer y de gozo pero también, como indica el título, de dolor, pues “Ningún amor es en vano y todos tienen su castigo”. Reproducimos un pequeño texto que recuerda por momentos el barroco e imaginativo mundo de García Márquez.

RENUNCIÓ A LOS GESTOS

Nunca había conocido un lugar tan callado
Gabriel García Márquez. Diatriba de amor.

   Alguien le ordenó que saliera al jardín y lavara su cuerpo con agua de azahar. Sin convicción asumió la tarea y aligeró su piel de inmundicias y malos sentimientos. Después le dijeron que se tendiera en el suelo con los brazos abiertos y los ojos cerrados y que aguardara el anuncio de nuevos encargos. Se quedó en silencio, besando el polvo, a la espera de ello. Se hizo noche y nada se movió desde entonces a su lado. Renunció a los gestos y a la luz. Con el lento paso del tiempo su cuerpo se fue cubriendo de densos ramajes y flictenas de fango. Quería seguir confiando y obligarse a obedecer, pero una sombra de duda le llenó el alma de zafios pensamientos y le dejó gravemente herido y sin resuello. Como un espectro de agua, para siempre ausente, silencioso y dormido.

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