martes, 15 de octubre de 2024

Erosión

EROSIÓN

José García Alonso

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Poesía, 104 págs.

   Nacido en Pombriego (León) en 1962, José García Alonso es autor del libro de poemas Formas de seguir abrazando (Alcancía, 2016). Otros textos suyos han aparecido en varios libros colectivos (como Los hombres me han tratado bien, una antología preparada por Myriam Rubio de 2014) y en revistas como Turia, El espejo o Cuaderno del Matemático. Ha sido reconocido con los premios “Flor de la jara” de poesía de Jerez de los Caballeros y “Fernando de Castro” de Sahagún. Residió en Plasencia entre los años 1998 y 2003. En la actualidad coordina las actividades culturales de la asociación Laboratorio de las Artes del Bierzo en Ponferrada, ciudad en la que reside.

Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en su colección “Poesía” Erosión, que agrupa las composiciones en cinco bloques que versan sobre los motivos que han pasado a su título (“El tiempo”, “La palabra”, “Fracturas” y “El pasaje gastado”), pero en todos ellos domina una percepción poética dominante: el tiempo todo los transforma lenta y pertinazmente (“La arena que se escapa entre los dedos / fue antes piedra de una casa habitada / por tu nombre, / y antes piedra en una cresta…”) y todo lo degrada y erosiona (noción clave que ha pasado a título del libro), desde los paisajes naturales a los territorios interiores. Reproducimos un poema del último bloque que se cierra con esa idea de que todo lo que vive mantiene una guerra perdida contra el tiempo muy presente en la literatura clásica (como en Góngora: “¿Confiésalo Cartago y tú lo ignoras?”). 

PÁRAMOS

Como esponjas muertas

las piedras calizas del páramo

esconden entre sus poros diminutos

el agua del otoño del mundo.

 

La sal de los ojos de todas las mujeres

que aventaron sus sueños con el trigo

sale a la luz desenterrada

por la reja generosa del barbecho.

 

Hermoso el paisaje de los ocres.

Nada parece tener fin

a la asombrosa amplitud de este horizonte

de orines en las manos

y semillas que rebrotan.

 

Hermoso el paisaje de tan frío. Rozar el cielo

aquí mismo con la punta de los dedos

antes de que los muertos, los pájaros, la noche,

arrumben este día de nubes de la infancia.

 

Se cierra la última portilla.

Se derrite el último nevero.

Combatimos en una guerra

lenta

sin fusiles

contra el tiempo

y está perdida.

 

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