Mi sobrino José Antonio, de cinco años, me contó el otro día este chiste:
“Un gato y un gallo paseaban por la orilla de un río cuando el primero cayó al agua. Mientras intentaba mantenerse a flote gritaba: “¡Miaaaoooogo!”. El gallo, abriendo las alas, le contestaba: “¿Y qui qui quiés que haga yo?”.
Porque –añadia-, claro, los gallos no nadan nada. Si fuera sío un pato...”
“Un gato y un gallo paseaban por la orilla de un río cuando el primero cayó al agua. Mientras intentaba mantenerse a flote gritaba: “¡Miaaaoooogo!”. El gallo, abriendo las alas, le contestaba: “¿Y qui qui quiés que haga yo?”.
Porque –añadia-, claro, los gallos no nadan nada. Si fuera sío un pato...”
No hay comentarios:
Publicar un comentario