LENGUA DE GATO
José Antonio Ramírez Lozano
Madrid, Edelvives, 2012, 102 págs.
Premio Lazarillo 2011.
Si El ángel
gordo, cuya aparición reseñábamos en una entrada reciente, es un relato
infantil, Lengua de gato es una de esas narraciones de Ramírez Lozano que puede
ser disfrutada por cualquier lector. Tomando como modelo las viejas leyendas
orientales, la novela, último premio "Lazarillo" convocado por la editorial Edelvives, nos sumerge en una ciudad mágica en que los gatos,
pero no los hombres, pueden transitar, por oscuros laberintos subterráneos, de
Estambul a Bizancio y de Bizancio a Constantinopla en una narración marcada por una
desatada imaginación y por el acierto estilístico. Reproducimos el párrafo
inicial.
“En Estambul
abundan los gatos pardos de la vecindad, hijos impuros del común que hacen vida
de perros, desmereciendo así su estirpe, la unción esa con que el profeta los
distingue.
Gatos misinos algunos, hechos al arrullo del
dueño, que jamás aprendieron a valerse por sí y malviven de la migaja de su
misericordia, pudriéndose en su propia soñarrera, carne de borra, tripa de
cojín.
Pero no, que
Estambul es patria también de gatos sabios, cientos de gatos sabios, hechos de
su propia sombra, que recorren el perfil de las cúpulas contra el crepúsculo,
cómplices de la noche, vestales de un pasado que late aún, líquido, bajo el
mortero de sus mezquitas. Son las cisternas, decenas de cisternas que socavan
la ciudad y en las que tañe el agua como un oráculo. Un agua muerta, hecha solo
de la disolución de las sombras. Un agua sagrada y quieta que acaba en ella
misma y no fue nunca de este mundo. El poso de la eternidad que no conoce las
mareas ni remejen los terremotos. Densa como el cinabrio, guarda en el relente
de sus sirtes cientos de carpas monacales que jamás vieron otra luz que la de
las pupilas de los gatos” [pp. 9-10]
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