jueves, 24 de noviembre de 2016

La disección de la rosa


LA DISECCIÓN DE LA ROSA

Eduardo Moga
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col Perspectivas, 2015, 470 págs.
Prólogo de Aurelio Major

   En otra entrada de este blog ya dimos cuenta de la trayectoria poética de Eduardo Moga (Barcelona, 1962) recogida recientemente en una antología, El corazón, la nada. Antología (1994-2014)pero la labor del escritor se ha abierto a otros ámbitos como la traducció (Ramón Llull, Frank O’Hara, Évariste Parny, Charles Bukowski, Carl Sandburg, Richard Aldington, Tess Gallager, Arthur Rimbaud, Billy Collins, William Faulkner, Milton Rokead, Wal Whitman, la edición (fue codirector de la colección de poesía de DVD Ediciones desde 2003 hasta 2012) o la crítica literaria que ejercido en revistas como Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Ínsula, Turia o Quimera.
   La disección de la rosa, publicado en 2015 por la Editora Regional de Extremadura y presentado recientemente en Badajoz por Manuel Pecellín Lancharro, secretario de la Academia de Extremadura, y Joaquín González Manzanares, presidente de la UBEX, reúne los trabajos publicados en las citadas revistas durante aproximadamente un decenio. En esta recopilación predominan las reseñas sobre libros de poesía, tanto españoles como hispanoamericanos, aparecen autores que intuimos predilectos en más de una ocasión (Antonio Gamoneda, María Zambrano, Pere Gimferrer), incorpora ensayos extensos (sobre Pérez Walias, González Ruano, Mateo Rello) y abundan los nombres de poetas extremeños (Álvaro Valverde, Álex Chico, Basilio Sánchez, José Antonio Llera, Javier Pérez Walias, Mario Martín Gijón, Julio César Galán). Si como recuerda el prologuista en una cita de Whitman “el poeta es el hombre ecuánime”, Moga, también como lector, muestra esa cualidad repetidamente, como sucede cuando enjuicia la labor poética de González Ruano en quien reconoce a un individuo infame pero también a un escritor fiel a una vocación poética Nos hallamos en este caso que queremos citar como ejemplo de ecuanimidad ante una aproximación honesta a una obra elaborada durante la vertiginosa sucesión de los ismos, atraída tanto por la experimentación como por la tradición clásica, que ni logró remontar el vuelo en su momento ni se salvará en el futuro (como, por otra parte, la mayoría de trayectorias poéticas), pero que merece ser recordada, al margen de las marrullerías delictivas de su autor.
   Como ejemplo de la atención que dirige a los poetas extremeños, reproducimos un fragmento de la reseña (“Amo esta sequedad”, Letras Libres, nº 86, noviembre de 2008) que dedicó a Desde fuera (2008), de Álvaro Valverde.

Desde fuera mantiene, en todo momento, un subido tono existencial. Es aguda la percepción del paso del tiempo, de lo ido, y de su peso espectral en el presente. La memoria, en su lucha incesante contra el olvido, alivia apenas la certeza de que somos lo que perdemos, de que nuestra personalidad es solo un cúmulo de recuerdos y extravíos. La muerte acude, desde los primeros versos, como inevitable corolario de la preocupación existencial, aunque Valverde la analiza con inusual intensidad en la sección “Entonces la muerte”, que contiene algunos de los poemas más conmovedores del libro, como el segundo, que plasma el flujo de la vida y, sobre todo, el flujo de la muerte: el poeta describe la vela de su padre enfermo, en una cama de hospital, recuerda la que este guardó al suyo, y anticipa la que sus hijos le guardarán a él, en la misma silla, sujetándole muy fuerte la mano” [p. 383]



No hay comentarios:

Publicar un comentario