miércoles, 16 de noviembre de 2016

Trienios


TRIENIOS
Diario y bestiario de un funcionario

Jorge Márquez
Mérida, De la Luna libros, 2016, 281 págs.
Presentación (“Bienvenidos a la jungla”) de Wesley J. Weaver III

   Director del Festival de Teatro Clásico de Mérida entre 2000 y 2005, Jorge Márquez (Sevilla, 1958) es un articulista, dramaturgo y narrador con más de veinte obras teatrales como Coraggio, mia signora (premio Constitución de 1992), Títeres de la luna, Hazme de la noche un cuento, La tuerta suerte de Perico Galápago (premio “SGAE” de 1994) o Cuchillos de papel (premio “Lope de Vega” de 2010). Como narrador, Márquez es autor de El claro de los trece perros (premio “Ciudad de Salamanca”, 1996), Las parcas (Editora Regional de Extremadura, 2000), que reúne tres narraciones cortas tituladas “Cloto (La taberna)”,”Láquesis (La brújula)” y “Átopos (La habitación de hotel”, y Los agachados (Sevilla, Algaida, 2003). Ahora, la editora emeritense De la Luna libros publica su tercera novela, Trienios, cuya trama alterna bloques narrativos diferenciados por el tipo de letra, un “diario” de un ordenanza que ha perdido a la mujer que ama y un “bestiario” protagonizado por numerosos tipos humanos que tienen en común su trabajo en la administración (maestros, ordenanzas, técnicos de mantenimiento, jefes de recursos humanos, directores de departamentos de publicaciones…) durante un amplio tramo cronológico que abarca los años de la República, el Franquismo, la Transición y las décadas de Democracia. El resultado es un reflejo a veces ácido, en ocasiones amable, de la vida cotidiana de ese mundo cerrado, reacio a la transparencia, en que todo (contratación de personal, ascensos, despidos…) se somete al clientelismo, al parentesco, a la arbitrariedad, a la concesiones interesadas (“Si das de comer a quien te critica, no podrá hablar mal de ti cuando mastica”) de un poder burocratizado que exhibe parecidas lacras sea cual sea la forma de gobierno.
   Reproducimos un fragmento en que un auxiliar administrativo recién llegado y un técnico de mantenimiento discuten frente a una fotocopiadora atascada (una secuencia, por cierto, fácilmente representable).

        “-A ti te han mandado hacer fotocopias y a mí me han mandado reparar la fotocopiadora –exhibe un papel arrugado en la mano izquierda, una orden escrita-. Será porque la fotocopiadora necesita ser reparada, digo yo. O sea, que está averiada. Y si la fotocopiadora está averiada, es imposible que tú estés haciendo fotocopias. Entonces, si no estás haciendo fotocopias, ¿me puedes decir qué coño estás haciendo con la fotocopiadora?
-Pues… fotocopias –responde Nicolás con cara de tonto-. Bueno –se lanza antes de que el técnico vuelva a enredarle en el laberinto de su ilógica funcionaria-, el caso es que estaba averiada pero poco; tenía un folio atascado, se lo he sacado y funciona […]
-No, no. Qué va –dice. No es posible que funcione. Vamos a ver, ¿tú quién eres?
-Nicolas  Lagarcha -le tiende la mano-, auxiliar administrativo. Me he incorporado hoy.
-Muy bien, Nicolás Lagarcha Auxiliar Administrativo –responde el técnico ignorando la oferta de saludo-. No sé si decirte encantado de conocerte, fíjate, por lo que me estás contando. Así que has abierto tú la fotocopiadora.
-Sí, pero porque…
-Y que la has arreglado –le interrumpe, ya sin preguntar.
-Bueno, es que era…
-Y me has dicho que te llamas Nicolás Lagarcha Auxiliar Administrativo; o sea que eres auxiliar administrativo, Nicolás Lagarcha, la misma palabra lo dice.
-Sí…
-Muy bien. ¿Y tú sabes cómo me llamo yo? –no tiene intención de dejarle contestar-. Pues yo me llamo Eladio Presilla Técnico de Mantenimiento, ¿Sabes por qué? Pues porque soy técnico de mantenimiento, la misma palabra lo dice; lo cual no me impide ir a tu mesa y hacer tu trabajo de auxiliar administrativo; así tú te tocas los huevos, y cuando venga tu jefe y te pregunte por qué te estás tocando los huevos en vez de trabajar, le dices que Eladio Presilla Técnico de Mantenimiento ya ha hecho tu trabajo. ¿Y sabes qué pasa entonces? Pues que tu jefe dirá que si hay otro que hace tu trabajo para qué coño te necesita a ti, y te mandará a la puta calle. ¿Entiendes la metáfora?”. [pp. 254-255]

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