sábado, 7 de enero de 2017

La edad del paraíso


LA EDAD DEL PARAÍSO

Julio César Galán
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Escena Extremeña, 2016, 109 págs.

   Nacido en Cáceres en 1978, Julio César Galán, doctor en Ciencias de la Educación, ha sido lector de español en la Universidad de Argel, profesor en la Universidad de las Islas Baleares y, en la actualidad, en la Universidad de Extremadura. Bajo heterónimos como Luis Yarza, Pablo Gaudet, Óscar de la Torre o Jimena Alba ha publicado libros como Gajo de sol (Abezetario, 2009), ¿Baile de cerezas o polen germinado? (Ediciones Idea, 2010), La llanura (premio de poesía “Vicente García de la Huerta”, 2016), Introducción a la locura de las mariposas (Tigres de papel, 2015) y Limados. La ruptura textual en la última poesía española (Amargord, 2016).
   Julio César Galán ha firmado con su nombre poemarios como Tres veces  luz (La Garúa, 2007), Márgenes (Pre Textos, 2014), Inclinación al envés (ERE / Pre-Textos, 2014) y El primer día (Isla de Siltolá, 2016).
   La edad del paraíso es un texto teatral intensamente experimental que desborda el cauce del propio género mediante todo tipo de “infracciones”: notas al margen, citas de heterónimos, intervenciónes del autor (Gil de Biedma es entrevistado por dos periodistas, Julio y César), escenas sin diálogo, reducción de los personajes a símbolos impronunciables… para construir un texto concebido como “proceso, variación y modulación incesante de sus actos lectores (espectadores), como mise en abyme, como matrioska, en donde se juntan lo mismo y lo distinto, lo autobiográfico y lo ficcional, lo establecido y lo posible; que refleje una serie de versiones, revisiones, rupturas, parodias, intertextualidades, metatextualidades y paratextualidades escénicas” [Nota del autor].
   Reproducimos una escena en que Jaime Gil de Biedma, enfermo de SIDA y acompañado de Carlos Barral, acude al hospital para una prueba médica más.

NUDO V
LA BLANCURA

(Sótano. Luz suave, amarillenta, ajena al día. Blanco de azulejos temblorosos, de nieve pobre. En mitad el escenario una gran ventanilla que mira al público. Del fondo surgen Jaime y Carlos, que poco a poco se acercan a la cristalera. Esperan).

Jaime: En estos sitios nunca hay nadie.
Carlos: Trabajan demasiado, seguro que están tratando de resolver el enigma de Dios.
Jaime: ¿Es posible que en un hospital se hagan las consultas y revisiones a su hora?
Carlos: Hemos entrado en una temporalidad diferente, aquí todo se hace más (habla pausadamente) len-to-y-pe-sa-do. Estamos dentro de los relojes reblandecidos. Ahí viene una bata.
Bata: Buenos días.
Jaime: Buenos días, tengo cita a las diez para una prueba…
Bata: (Mira unos papeles, saca maquinalmente unos impresos). Apunte aquí su nombre[1], apellidos DNI y si está de acuerdo con lo que dice, firme.
Jaime: De acuerdo (comienza a leer).
Bata: Ahora mismo vuelvo para recogérselo.
Carlos: Qué alegría de mujer, tiene cara de acelga recocida.
Jaime: (Firma). Me he convertido en el número: 72.250.
Carlos: Has leído bien lo que dice.
Jaime: En resumen: Que hay posibilidad de morir.
Carlos: Le dijiste a Josep…
Jaime: Aún no, esta noche se lo diré. (Pausa). Tengo miedo. Empezará a llorar, yo lloraré… Estoy viviendo mi propia temporada en el infierno, pero sin posibilidad de regreso. (Silencio). ¡Cuándo empezarán a enseñarnos a afrontar este tipo de situaciones!
Carlos: De algún modo todos creemos que somos inmortales, aunque en nuestro caso algo de nosotros quedará. (Pausa). La ciencia avanza deprisa: pronto encontrarán la vacuna contra esta enfermedad…
Jaime: He llega a pensar en la muerte, pero nunca la había sentido. Es una sensación extraña. Todo se muestra en presente, estás fuera de todo.
Carlos: De algún modo ya has conseguido vivir en un poema.
Jaime: ¿Qué?
Carlos: Convertirte en un…
Bata 2: Jaime Gil de Biedma.
Jaime: Sí, soy yo… (Para sí mismo). Tómate esto con una gran pausa.
   (Jaime se acerca a la enfermera. Entra en otra sala, se pierden entre agujas y un frío olor químico. La figura de Carlos queda como una interrogación).




[1] Un espectador: La máscara se  llamó persona. Experimento al personaje. La simetría de la enfermedad que son todas enfermedades. Cuanto más te acerques al nombre, a la máscara, más te acercarás al escenario.

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