jueves, 25 de junio de 2020

Cuando la frontera cerraba a las diez



CUANDO LA FRONTERA CERRABA A LAS DIEZ

Agustín Calvo Galán
Madrid, Ediciones Amargord, 2020, 79 págs.

   Nacido en Barcelona en 1968, Agustín Calvo Galán es articulista y crítico literario, creador de obra gráfica (fotopoesía, poesía visual, collage…), autor de la novela El violinista de Argelès (2018) y de varios poemarios: A la vendimia en Portugal (Amargord, 2009), GPS (Amargord, 2014), Amar a un extranjero (Premio “César Simón”, Denes, 2014), Trazado del  natural (La isla de Siltolá, 2016) y Y habré vivido (La Garúa, 2018).
   Ahora, la editorial madrileña Amargord publica Cuando la frontera cerraba a las diez, un libro singular situado en una zona fronteriza entre varios géneros (poemas en verso libre, poemas en prosa y microrrelatos de desarrollo progresivo) en torno al hecho al que alude el título (la frontera entre Portugal y España durante algunos años cerraba durante las horas de la noche) y a dos episodios “narrativos”: el atropello accidental de un animal y la enigmática muerte de una mujer. Reproducimos dos fragmentos que se refieren al atropello (de un jabato), relatado en el primer texto (perteneciente al bloque “Cuando la fronteras”) y recordado en el segundo (incluido en “Incisos”).

Fue así cómo decidieron girar y volver por donde habían venido. Entonces ocurrió. Al poner la marcha atrás y levantar al pie del embrague, el coche chocó contra algo. Ni siquiera había mirado por el retrovisor. Golpe y frenazo: las cervicales se resintieron durante un buen rato. ¿Qué puede ser? Si aquí no hay nada. Bajan del coche y ven un animal tendido, pardo, ocre, su pelo brilla, parece que mueve la cabeza, da miedo tocarlo, da miedo la oquedad fronteriza con un cuerpo que se debate entre la vida y la muerte, a sus pies. No es muy grande, debe ser joven. Lo arrastran en silencio hasta el arcén, entre los dos, se oye un rasgar de pelos húmedos sobre el asfalto.
Y allí lo dejan,
moribundo.

[p. 18]

Lo dejaste allí tirado. Dirás: lo dejamos allí tirado. No entiendo qué está insinuando. ¿Qué podíamos haber hecho, meterlo en el coche? No lo sé. ¿Entonces? Pero, no miraste por el retrovisor… ¿Cómo? Que cuando pusiste la marcha atrás, no miraste por el retrovisor. No miró por el retrovisor y puso marcha atrás instintivamente, y después lo dejaron allí tirado, herido en el arcén. Apestaba y estaba reventado por dentro. Eso no lo sabes. Tú tampoco.
Respiraba.

[p.70]

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