(Sugestiones)
Tomás Pulido y Pulido (José de Hinjos)
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col.
Rescate, 2022.274 págs.
Edición, introducción y notas de Beatriz Pulido
Flores
Ilustraciones de Eulogio Blasco
La obra que ahora rescata la Editora Regional de Extremadura al cuidado de Beatriz Pulido Flores fue la segunda publicada por Tomás Pulido y Pulido (Cáceres, 1896-1978), después de El Divino Morales. Ensayo íntimo (1926). Tras ella (aparecida en 1927) verían la luz San Pedro de Alcántara en la Plaza de Santa María de Cáceres (1955) y, ya póstumas, Datos para la Historia Artística cacereña (1980) y Notas para la Historia de Cáceres (9180). “Se podría definir a Tomás Pulido –considera la autora de la edición- como un hombre que siempre anduvo buscando las huellas de otras huellas y en ese caminar, en ese escudriñar, fue dejando sin querer las suyas propias, a veces en forma de cartas, de fichas y apuntes, y otras de libros o artículos de prensa” [p. 44]. Reproducimos un fragmento del bloque titulado “La obra. Prometeo encadenado”.
Dolor,
dolor, dolor
Beethoven,
en estos años postreros de su infortunada vida, tan pródiga en dolores físicos
y morales, según nos cuenta su emocionante biografía, llega a adquirir
proporciones verdaderamente apocalípticas. Antes, en aquellas obras tan bellas,
tan ingenuas, tan delicadas y tan perfectas, de su juventud, y en aquellas
otras de los frecuentes optimismos de su madurez, llegaba a encontrarse una
mínima par-te de él mismo, tan mínima que en ocasiones pueden confundirse con
composiciones de otros autores contemporáneos. Era que por entonces no había
llegado el momento de traspasar los límites de la inspiración normal humana.
Ahora, en cambio, en sus obras más sinceras, en aquellas donde da rienda suelta
a sus sentimientos perturbados por hondos estados psicológicos, por fortísimas
inquietudes intelectuales, no puede decirse que exista un solo momento, que
haya una sola nota, en que no nos muestre lo más íntimo de su corazón lacerado.
Fue entonces cuando se calificó de locura su genio incomprendido. Si ya en su
vida privada aumentaron hasta el colmo sus amarguras, el vacío que se le hizo a
aquel pobre sordo al dar a conocer estas obras despedazaron aún más su alma
atribulada. Veía escapársele la existencia con su ambición ideal no satisfecha.
Hondamente apesadumbrado, aquella vida inmortal concluyó por entenebrecerse
hasta el punto de que a su muerte, pudo resumirse aquella comparándola a un
rosario cuyas cuentas van haciéndose cada vez más grandes, más voluminosas,
encontrándose en cada una de ellas, fuertemente grabada, la palabra Dolor. [pp. 145-146].
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