LA RUTA DE EMINÉ
José A. Ramírez Lozano
Sevilla, Algaida Editores,
2023, 184 págs.
José Antonio Ramírez Lozano
(Nogales, 1950) inició su obra narrativa con Don Illán (Orihuela, 1978), una novela corta con algunas de claves
de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos. Algunos de los aparecidos a partir de 2000 son Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La
flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de
Badajoz, 2015), El relojero de Yuste
(Ediciones del Viento, 2015), Los celos
de Zenobia (Pretextos, 2016) o Pasodoble (Naginata, 2022). Ahora la
editorial sevillana Algaida publica La
ruta de Eminé, que relata el viaje del pescador de sombra Turión y la joven
estambulí Eminé, tejedora muda de alfombras para el sultán, por una paisaje
oriental de desiertos y ciudades fantásticas en busca de un reino cuyos
destinos están llamados a regir. Al frente de una caravana de camellos cargados
de sedas y especias, los dos jóvenes vivirán arriesgadas aventuras y conocerán
a insólitos personajes cada uno de los cuales trae hasta la superficie de la
narración el relato de sus sorprendentes vidas y experiencias. El viaje, el
cuento, el lenguaje son los motivos que hilvanan esta aventura itinerante
comunicada con una prosa repleta de humor, fantasía y hallazgos estilísticos.
Reproducimos un fragmento que contiene estas cualidades.
“Con
esa prevención anduvieron un día entero, los dos entretenidos en mirarse,
guarecidos por la nube como príncipes. Cruzaron las tierras de Gimión y al
anochecer del día siguiente toparon un río.
-Este
va a ser el río –receló Turión.
Aunque
las sombras no dejaban ver sus aguas, las delataba aquel rumor correntino y el
farallón de sus riberas.
-Podré
lavarme al menos –apuntó Husém honroso-. La limpieza es la mitad de a fe, dice
el Rasul.
Acamparon pues a oscuras, asistidos solo por la lumbre de los mirlos,
cada cual en su jaula, lámparas como se tornaban en la noche. Y durmieron,
aunque no sin sobresaltos.
A eso
de la madrugada, Turión despertó a Eminé.
-¿Escuchas
eso? –le dijo.
Ella
se revolvió en la almohada y asintió con un gesto de no entender nada de lo que
Turión decía.
-Son
palabras –precisó- el agua lleva palabras. Un rumor de palabras. Escucha.
Eminé
bostezó desperezándose y luego abrió los ojos atenta, como si escuchase también
por los ojos. Al momento, hubo en ella un gesto breve de asombro que daba la
razón a Turión. Aquello había que averiguarlo sin tardanza. Con una cosa así no
podía aguantar hasta que amaneciera, de manera que se vistió a la ligera y
salió a buscar a Efrén.
-Parecen
sílabas, sí –quiso contentarlo el hebrero-, pero, sin duda, indescifrables,
señor.
-Son
palabras –insistió tajante-. Vengan aquí los demás esclavos.
Acudieron Pitio y Norám primero y después Chitián y el griego Carispeto,
los cinco atentos a lo que el amo alertaba, sus manos tras las orejas
sirviéndose de ellas a modo de pantalla. Y nada.
-¿Y
cómo? –desesperaba Turión-. ¿No os traje para esto? ¿No decías tú, Chitián, que
el mundo todo estaba lleno de ocultas lecturas? ¿Y tú, Carispeto? ¿No te
prometías sacar la raíz de als palabras?”[Pp. 82-84].
No hay comentarios:
Publicar un comentario