ENCAJE
Chus García
Mérida, Editora Regional de
Extremadura, col. Geografías, 2025, 161 págs.
Prólogo de Jesús Carrasco
Chus García (Sevilla, 1974) es periodista freelance, poeta, educadora infantil y profesora de Yoga. Imparte talleres, presenta eventos, hace locuciones y escribe a diario. Trabajó en Radio Sevilla, Canal Extremadura y Canal Sur Radio. Ha publicado en La Marea y colaboró con A vivir que son dos días de la Cadena Ser. Vive en Fuente del Arco (Badajoz), en plena dehesa extremeña desde donde ha publicado los poemarios Gineceo (Tau Editoras, 2020) y Gaia (Morenita Producciones, 2022). También os coautora del libro Luminosas (Editorial Universidad de Sevilla, 2020). Forma parte de la AEEX y de la Asociación Universo Hipatia que trata de dinamizar la vida cultural de la Campiña Sur. Juntas han puesto en marcha los Terruños literarios. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica Encaje, un libro de relatos, de perfil realista y diversa extensión, ambientados de modo mayoritario en un entorno rural (mayoritariamente, en la Sierra de Gata), magistralmente descrito (las tierras, hombres y mujeres, habla y cultura), que conserva su belleza prístina, su condición de Arcadia (pero “et in Arcadia ego”) que contrasta fuertemente con la pobreza de ese mismo territorio que obliga a sus habitantes, exasperados por la falta de futuro para ellos y para sus hijos, a huir de este edén maldito. Devastado por la aun reciente guerra civil, abandonado a su propia involución, este ámbito puede conocer el efímero destello de una solución con la explotación del tungsteno que exigen los combatientes de la segunda guerra mundial, pero es un destino ilusorio y pronto todo volverá a la atonía y al constante desgarro de la huida. Y todo ello construido como un “encaje de bolillos”, “por la riqueza de sus materiales, por la pulcritud de su estructura, por la precisión de su léxico, por la elegancia de su prosa, por el equilibrio de su emocionalidad, por la calidad y la calidez que trasmite”. [p. 13] Reproducimos un fragmento del segundo relato, “Wolframio y bolillos”.
“Los mineros habían agotado las
pitarras por Semana Santa así que doña María y su hermano que regentaban juntos
el bar de la plaza, tuvieron que acudir a las bodegas de cilleros, San Martín
de Trevejo y Robledillo. Así llenaron las tinajas nuevas que habían encargado a
la familia Moreno de Torrejoncillo. El tío Mauri tenía buena mano con los
asados y hasta en verano tenía encendidas las brasas de sarmiento para poder
asar los cabritos y los corderos que servía con vino, sifón y ensalada.
Jamás habría imaginado doña María que su taberna iba a tener semejante
actividad en aquellos años tan difíciles para el resto del país. Los alemanes,
que tenían familias de hasta diez hijos, no escatimaban en gastos y se habían
aficionado a comer en las tabernas porque siempre había alguien que se
arrancaba con un cante y un baile después de comer”. [p. 54].
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