sábado, 25 de octubre de 2014

El balcón en invierno


EL BALCÓN EN INVIERNO

Luis Landero
Barcelona, Ed. Tusquets, 2014, 248 págs

   El balcón en invierno nace, como el autor cuenta en las primeras páginas, del rechazo a componer una nueva novela (“Dios mío, otra novela no, otra vez no!”). En su lugar, Landero se deja llevar por el impulso de la memoria para hilvanar numeroso recuerdos de su infancia en Alburquerque y en una finca familiar próxima (Valdeborrachos), su adolescencia primero en un internado y más tarde con toda su familia en Madrid, la ristra de oficios de supervivencia, su afición a la guitarra y, por fin, el descubrimiento de la literatura, que acabará por convertirse en una pasión indeclinable. El resultado es una enternecedora “epopeya” de gente corriente que trata de levantarse sobre sus propias limitaciones, una narración marcada por el humor, la mirada benevolente, los hallazgos verbales, la lucidez (“era un hombre valiente, pero también rudo y cruel (he ahí una virtud que necesitaba de dos vicios para manifestarse)” y la notabilísima capacidad de observación, como sucede en la siguiente descripción sobre los ruidos del anochecer.

   “Entretanto, había anochecido del todo. Sobre las ruinas del día se iba haciendo la noche. Primero era el escándalo de los pájaros en el eucalipto y en los naranjos de la huerta, ladridos de perros en majadas lejanas, la pálida luz anaranjada que antes de apagarse se enardecía de pronto con un último esplendor espectral. Y según se extinguían los ruidos y las luces se iba haciendo el silencio, cada vez más y más profundo, hasta que solo quedaba el aire entre las hojas, y luego ya no se oía nada, y también la oscuridad en el campo era total. Se producía entonces un momento de tregua en el infatigable trajín de la vida, y uno contenía la respiración ante aquel portento único en que el mundo parecía volver a los instantes iniciales de su creación. Una tregua breve, porque enseguida (y yo esperaba este momento con todos los sentidos alerta) cantaba el sapo, una sola nota todavía indecisa, como interrogando al silencio, y aquella era la señal para que empezara el concierto nocturno, y con él de nuevo el feroz tumulto de la vida”




1 comentario:

  1. estoy leyendo el libro y me parece fascinante tanto la narración como la memoria del escritor

    ResponderEliminar