sábado, 15 de octubre de 2016

Las hijas del espino


LAS HIJAS DEL ESPINO

Lucía Estrada
Medellín, Cobalt Ediciones, 2006, 62 págs.
Premio de Poesía Ciudad de Medellín, 2005

   Nacida en Medellín (Colombia) en 1980, Lucía Estrada formó parte durante cinco años de la organización del Festival Internacional de Poesía de Medellín, pertenece al comité editorial de la revista literaria Alhucema y es coordinadora de Eventos Culturales en la Corporación Otraparte. Sus textos han sido traducidos al inglés, alemán, francés e italiano y difundidos en antologías de Colombia, Costa Rica, España, México, Chile, Perú y Venezuela. Su trayectoria poética arranca con Fuegos nocturnos (1997), libro al que siguieron Noche líquida (2000), Maiastra (2004, premio nacional de poesía “Ciro Mendía”), El ojo de Circe (2006), El círculo de la memoria (2008), La noche en el espejo (2010, premio nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de 2009) y Cuaderno del ángel (2010). En 2014 vio la luz Continuidad del jardín. Antología personal.
   Las hijas del espino, premio “Ciudad de Medellín” de 2005, aparece en Cobalt Ediciones en 2006 (con una segunda edición en Hombre Nuevo, 2008) y reúne cuarenta y siete poemas protagonizados por mujeres (desde Hécuba a Annabella Byron), a menudo esposas de artistas, que componen “un cortejo de mujeres a las que la autora les otorga como heráldica un arbusto sencillo, sin mucha alcurnia vegetal, un pequeño árbol irrigado de espinas cuyas flores blancas aroman las distancias” (Juan Manuel Roca, texto de solapa).
   Reproducimos el poema dedicado a Clara Westhoff, escultora y esposa de Rainer María Rilke.

CLARA WESTHOFF

Qué cercanas y distintas
las hojas del mismo árbol.

Crecen silenciosas
en la contemplación de sí,
de sus bordes,
en el trabajo minucioso del insecto
que las hiere.

Apenas unidas por un hilo de savia
a la corteza del mundo,
a su naturaleza vegetal.

El viento las obliga a inclinarse
sobre su propia sombra
y en el misterio único
de ser Sauce o Avellano,
se adhieren, se compenetran
sin perturbarse.
Así, recibirán a un tiempo
su gota de lluvia,
el beso ígneo del verano.

Caerán también bajo la misma luz,
rodearán como sílabas dispersas
de un mismo alfabeto
la profundidad de las raíces,
la grieta oscura del tronco
que las vio levantarse
y permanecer.

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