sábado, 23 de septiembre de 2017

Felipe Trigo y nuestro tiempo


PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE
Felipe Trigo y nuestro tiempo

Luis Sáez Delgado
Badajoz, Diputación Provincial / Ayuntamiento de la Villanueva de la Serena, 2017, 220 págs.

   Acaba de ver la luz el catálogo que acompaña a la exposición que con el mismo título conmemora el centenario de la muerte de escritor. Durante el mes de mayo en Villanueva de la Serena y durante este mes de septiembre en Badajoz, el público puede ser testigo de este recorrido por la vida y la obra del escritor villanovense.
   Al cuidado de Luis Sáez Delgado, Principio de incertidumbre es un elaborado catálogo con textos introductorios de Miguel Ángel Gallardo, Presidente de la Diputación Provincial y Alcalde de Villanueva de la Serena (“Felipe Trigo, nuestro contemporáneo”), y Carmen Trigo Casta (“Felipe Trigo, el hombre, el padre”), y colaboraciones de Luis Sáez Delgado (“El desorden social presente. Leer a Trigo con expectativas”), Francisco Espada Iglesias (“Felipe Trigo: un biopic entre dos siglos”), Carmen Fernández-Daza Álvarez (“Límites de la mirada. Trigo y Extremadura”), Enrique García Fuentes (“Citas y autocitas en algunos textos de Felipe Trigo”), Víctor Guerrero (“Felipe Trigo y la novela científica”), José María Lama (“Felipe Trigo, socialista. Algunos datos sobre su compromiso político y social”), Francisco Muñoz Ramírez (“Felipe Trigo, genio y figura”), Manuel Pecellín Lancharro (“Felipe Trigo, Sevilla en broma”), Antonio Sáez Delgado (“Felipe Trigo y Portugal”) y Manuel Simón Viola (“Trigo en su entorno”). Cierra el catálogo una amplia muestra de ilustraciones (fotografías de es escritor, caricaturas, portadas de sus novelas, noticias de prensa…) que pueden contemplarse en la exposición.
   Reproducimos un texto del comisario de la exposición y editor del catálogo, Luis Sáez Delgado procedente de su ensayo “El desorden social presente. Leer a Trigo con expectativas”.

   “Nuestra experiencia de lectura parte siempre de alguna expectativa: de las referencias de otros lectores a la memoria del autor, incluso de la solapa al dibujo de cubierta, y aceptamos que estas expectativas sean, sí, un prejuicio, pero un prejuicio positivo, que empuja selectivamente el artefacto de la literatura. Esa experiencia desde la inquietud resulta hoy, en el caso de Trigo, difícil de cumplir: ni los prescriptores, ni el mercado de valores de los clásicos contemporáneos, ni los temas o el estilo parecen generar suficientes expectativas que muevan a su encuentro; a Trigo lo frecuentamos, hoy, con incertidumbre, temerosos de que nos decepcione. Y, sin embargo, es posible que dispongamos de motivos, más allá de los arqueológicos, para leer e Felipe Trigo, motivos sustentados en la coincidencia del tiempo común, el momento de mudanza que autor y cien años más tarde nosotros compartimos, ese largo instante de turbación que Trigo refleja y que queremos comprender, aún sin perspectiva” [p. 84]

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