ANTÍGONA. SIGLO
XXI
HIPÓLITO
Isidro Timón / Emilio del Valle
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Escena Extremeña, 2020, 205 págs.
Graduado en Dirección de Escena y Dramaturgia, Isidro Timón (Cáceres, 1961) ha dirigido instituciones como el Gran Teatro de Cáceres, festivales como el Teatro Cásico de Cáceres y diferentes proyectos de artes escénicas. Como dramaturgo, es autor de más de treinta textos teatrales desde Las extrañas vacaciones de Pal y Rolen (1985) hasta Neandertart (2002) y La maleta (2007).
Emilio del Valle (Madrid, 1961) es
licenciado en Dramaturgia por la RESAD y
Director artístico de Inconstantes Teatro. Ha montado textos de autores
contemporáneos y dirigido textos propios como Cuando todo termine (2002) o Requiem
(2016). Ha colaborado, asimismo, en proyectos colectivos, adaptaciones libres y versiones de textos clásicos (de
Rojas Zorrilla, Calderón de la Barca, Sófocles o Eurípides).
Emilio del Valle e Isidro Timón estrenaron
los textos que ahora ven la luz en el Festival Internacional del teatro Clásico
de Mérida, Antígona. Siglo XXI en
2011, e Hipólito en 2018, protagonizadas
ambas por caracteres femeninos muy marcados: Antígona, la heroína íntegra y
firme que pone por encima de las leyes de los hombres sus deberes religiosos y
familiares, y Fedra, la heroína cruel y despiadada (o un juguete en manos de
Artemisa que la empuja a una pasión adúltera). Las dos, en fin, ejemplifican la
concepción de la tragedia como un conflicto irresoluble a la vez que esa idea
recurrente, que pasa de unas obras a otras, de que nadie debería considerarse
feliz hasta un instante antes de su muerte pues en cualquier momento el cielo
puede caer sobre todos.
Reproducimos un fragmento en el que Antígona
es sorprendida por los soldados arrojando polvo sobre el pecho de su hermano
Polinices infringiendo la prohibición de Creonte (que ha amenazado con la pena
de muerte a quien entierre su cuerpo).
CREONTE:
¿De dónde la traes?
GUARDIÁN:
Estaba enterrando al muerto. (Empuja a Antígona al centro del espacio).
HEMÓN:
¡Trátala con respeto!
GUARDIÁN:
¡Estaba enterrando al muerto! No me
pegues, príncipe…
CREONTE:
¡Separadlos! (El coro les separa).
HEMÓN:
No la vuelvas a tocar o te mato.
CREONTE:
Cállate, Hemón. Tú no vas a matar a
nadie. (Al guardián). Y tú,
charlatán, mentiroso, embaucador, contesta con brevedad a mis preguntas, no
disertes más allá de lo que te pida. ¿Te das cuenta del alcance de lo que afirmas?
GUARDIÁN:
Sí.
CREONTE:
¿Estás seguro?
GUARDIÁN:
La vi en el momento en que enterraba el
cadáver.
HEMÓN:
¿La viste? ¿Cómo la viste? ¿Cómo cayó
en tus manos?
CREONTE:
Contesta.
GUARDIÁN:
Cuando llegué sobrecogido por aquellas
terribles amenazas que me dirigiste, limpié todo el polvo que cubría al muerto
y lo puse bien al descubierto. El cadáver se estaba descomponiendo, nos
sentamos en lo alto del muro al abrigo del viento, para evitar la peste. Cuando
el sol se situó en medio del firmamento y despedía un calor insoportable, un
remolino levantó del suelo una polvareda anunciando tormenta. Toda la llanura
se llenó de ese polvo insidioso que se pega al sudor. Al cabo de un buen rato,
el polvo se disipó y apareció esta…
HEMÓN:
¡Antígona, llámala por su nombre,
estúpido!
CREONTE:
¡Termina tu relato!
GUARDIÁN:
Aparece Antígona, gritando como un ave
entristecida cuando ve el nido vacío, sin los polluelos. Exactamente así. (Silencio) Al ver limpio el cadáver,
maldice contra los responsables de tal acción. Con las manos, colas uñas,
arranca el polvo seco de la tierra dura, y lo echa sobre el pecho del muerto,
sobre la cara, los brazos, las piernas, y, a falta de agua, le cumple el rito
con su llanto. Nosotros, al verlo, nos abalanzamos y, entre todos, la
apresamos. Ni ofreció resistencia ni parecía que le importara lo más mínimo. La
acusamos de los dos enterramientos, también del anterior, como suele hacerse a
falta de culpables, y ella no dejó los hechos. [pp. 60-62].
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