JAPÓN DESDE EXTREMADURA
Noriko Yamashita
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col.
Viajeros y estables, 2021, 110 págs.
Prólogo de Pedro González, Kensihinkan dôjô
Noriko Yamashita (Aomori, Japón 1981)
es licenciada en Lengua Española por la Universidad de Kanagawa y en Filología
Hispánica por la Universidad de Salamanca; en esa misma universidad se ha
especializado en Historia del Arte. Desde hace casi dos décadas enseña lengua
japonesa en diferentes instituciones, desde el Instituto de Lenguas Modernas de
la Universidad de Extremadura a la escuela de idiomas de la Cámara de Comercio
de Badajoz. En la actualidad preside la asociación Centro Hispano Japonés de
Extremadura y publica con frecuencia artículos sobre cultura japonesa en la
revista Shibumi. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica
Japón desde Extremadura, un conjunto de textos situados en un terreno
fronterizo entre la narración y el ensayo, dividido en dos grupos: en un “calendario
oriental”, bajo el epígrafe de los meses del año, se recogen reflexiones sobre
la cultura japonesa tradicional y su relación con China, los comienzos de una
escritura nipona autónoma, los profundos contrastes (y algunas similitudes) con
la cultura española, el significado de sutiles conceptos japoneses en la
frontera de la intraducibilidad o ciertas conexiones entre la mitología
oriental y la grecolatina. Un segundo bloque (“Mi vida extremeña”) contiene
relatos viajeros por varias ciudades de la región (Plasencia, Mérida) y apuntes
biográficos de una autora fascinada por este territorio y sus gentes.
Reproducimos un fragmento que gira en torno al antiquísimo consumo del té.
AGOSTO
¿Qué es Matcha?
El matcha (Matsu: polvo, cha: té) es el té
verde en polvo de tencha, pero no es
el té verde sencha que se toma
cotidianamente en Japón. El tencha se cultiva cuidadosamente evitando con una
cortina de bambú la fuerte radiación solar, para que así crezcan las hojas
blandas y contengan más umami (el
quinto sabor junto con dulce, salado, ácido, amargo; el sabor agradable).
El matcha fue introducido en Japón en el
siglo XII por un monje budista llamado Ésai. A par-tir del período Kamakura
(1185-1333) el Shogunato de Minamoto mandó a los monjes budistas a China y Ésai
fue uno de ellos. Al principio el matcha
se tomaba entre los monjes budistas para poder concentrarse durante el zazen o
meditación sentada (Za: sentado, Zen: meditación) y también para relajarse lo
suficiente para meditar. Por lo que los templos budistas se encargaban de cultivar
el té y celebrar entre ellos una competición por su té. Actualmente el matcha
de Uji tiene el prestigio de ser el
primer té cultivado en Japón, y por su calidad.
En Azumakagami (libro de historia publicado
en el período Kamakura) viene una anécdota de Esai: cuando el tercer Shógun
(gobernador) Sanetomo Minamoto tuvo resaca, Esai le obsequió con matcha traído
de China. Desde entonces, duran-te el período Kamakura (1185-1333), el matcha
se puso de moda entre las familias guerreras (bushi o samurai). Hasta el
período Muromachi (1336-1573), se tomaba como un tipo de medicamento, y durante
el Shogunato de los dos primeros de los tres grandes shoguns: Nobunaga Oda y
Hideyoshi Toyotomi, período de Azuchi-Momoyama (1573-1603), se estableció el té
para disfrute de la clase social alta para tomarlo en la ceremonia de té”. [pp.
45-46].
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