miércoles, 15 de junio de 2022

Poemas de un vivo desasosiego

POEMAS DE UN VIVO DESASOSIEGO

Mª José Fernández Sánchez

Badajoz, Ed. Editamás, 2022, 130 págs.

Prólogo de Ricardo Hernández Megías 

   Perteneciente a diversas asociaciones culturales (UBEx, AEEX, BETURIA), Mª José Fernández Sánchez es poeta, narradora, colaboradora cultural (también en redes) y columnista en el semanario Vegas Altas. Ha participado en las entregas anuales de El vuelo de la palabra y El cuento en Extremadura, publicadas por el Ayuntamiento de Badajoz.  Sus trabajos han sido reconocidos con premios como el Navalvilla de Pela (de prosas y verso), el de poesía “Mario Roso de Luna”, el primer premio "cartas de amor" (Don Benito y Cabeza del Buey), finalista al "Porticvus" de poesía (Villanueva de la Serena), mención de honor en el VIII "Certamen Revista Azahar" (Conil), el XXVI nacional de poesía “Manuel José Quintana" (Cabeza del Buey) y fue finalista de dos nanosolerías en "El Sol Sale por el Oeste" (Canal Extremadura, 2013).

Ha publicado libros infantiles, relatos y poemarios como Paraíso (1999), Retazos de infancia (2004), El descuido de la rosa (2005), la antología poética La Gruta de las palabras (2007), el cuento infantil La bella golondrina y el viento (2009), La creación (2010), Retazos de infancia II (2012), el ensayo Dualidad (2014), La cochinilla maravillosa (2015), Piélagos del alma (2017), De la soledad que emana (2017) e Inventario de silencio (2017), y los cuentos ilustrados ...Quito (2019) y El perfecto Olivín (2020). Ahora la editorial pacense Editamás publica Poemas de un vivo desasosiego que reúne tres bloques emparentados temática y formalmente, “Preludio y desesperanza”, “Dédalos de miedo” y el bloque central que da título al libro. En el prólogo, el autor, recogiendo una cita de unas “notas de la autora” liminares, considera: “la poeta había descubierto el secreto que tanto ha inquietado a todo aquel que ha querido plasmar por escrito las inquietudes de su tiempo: ser el portavoz de las sensibilidades de la sociedad de la que ella misma forma parte, gozando o sufriendo de sus vaivenes estructurales: ‘El poemario es una escucha social y no defiende ningún sector político ni religioso: sino, en algunos poemas, representa al sector de los oprimidos y, en general, expone los hechos de un vivo desasosiego. Es por lo tanto un testimonio de la calle, en el que no tengo porqué identificarme ya que no me pertenece como pensamiento; no obstante, lo recojo con teatralidad poética y estilo propio’”. [p. 11]. Reproducimos una de las composiciones del apartado central.

 

Arrabales

Vengo de los eriales, de la podredumbre, del asco;

de visitar el espanto y del hedor que rige la pena.

 

Vengo del dolor físico del fuego, del náufrago,

         del horror ante la necedad,

de la viva quemadura que levanta ampollas

         ante la injusticia.

 

         He aprendido

que el menosprecio es materia de vil huida,

         de abandono ante la cobardía,

fingir por encima del espanto la causa de la pena;

la ruindad del ser humano varado, hecho ripia,

apto para la pira crematoria del orgulloso,

del insensible, del pretencioso, ruin o bajo.

 

Vengo de los arrabales. Entre aquel tumulto

descubrí la soledad inmensa, el despoblado abandono,

         la lujuria de los acosadores,

         la sentencia perversa del insensato,

         incapaz de propagar la bondad

         que renueva al hombre.

 

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